Capítulo 6

148 14 3
                                    

KAIA

-¡Kaia! – Un grito interrumpió mi disfrute y me tensé al oír su voz. Voltee hacia el origen del ruido y me encontré con unos ojos avellana que me miraban sorprendido. Se encontraba en el marco de la puerta y mantenía la perilla en su mano.

-¿Porco?¿Qué haces aquí?- estaba amaneciendo y la luz que entraba por la ventana era la suficiente como para ver su rostro, parecía aliviado. Todavía seguía pensando en qué era lo que estaba pasando. De la nada un dolor intenso se apoderó de mi mente, me hizo cerrar los ojos con fuerza y llevarme la mano a la cabeza. Por su presencia sabía que me encontraba en la enfermería del cuartel.

-Tranquila, todavía estás algo débil por las medicinas, que bueno que por fin despiertas- Se acercó a mi camilla y se sentó en la silla vacía que se encontraba a mi lado derecho.-Recuéstate, creo que eso ayudará.

Le hice caso a su petición, lentamente me deslice por la camilla para poder recostar mi cabeza en la almohada.

-¿Qué pasó?¿Y los demás?- No tenía ni idea de si todo aquello que soñé era real o no, me sentía totalmente perdida.

Por el rabillo del ojo pude ver que apretó tanto su mandíbula como su puño. >>Esto no puede ser bueno.<<

-Mejor descansa, en unas horas probablemente lo sepas- en ningún momento hizo contacto visual conmigo por lo que me alarmó mucho más de lo que ya estaba.

-No puedo dormir, tuve sueños muy extraños- al terminar de decir eso inmediatamente volteo a mirarme.

-¿Ah sí? ¿Soñaste conmigo?- una sonrisa pícara recorrió sus labios. Lentamente se fue acercando más a mi camilla

-Cállate, pervertido – le di un manotazo en la pierna con mi brazo sano. Sentí cómo el rubor llegaba a mis mejillas. No podía verlo a los ojos, cada vez se acercaba más y lo único que podía hacer era ver sus labios, esos que muchas veces atrás había probado. Entreabrí mis labios que ahora se encontraban a milímetros de los suyos, podía sentir su respiración chocar con la mía. Cerré los ojos instintivamente esperando aquel roce pero el sonido de un golpe en la puerta me hizo abrirlos de nuevo y a él lo hizo reacomodarse en la silla. Era la enfermera Charlotte -que conocía muy bien, varias veces he tenido que venir con ella para que curara mis heridas- lucía más cansada de lo normal. Era una mujer alta y algo regordeta de cabellos rubios que mantenía de manera prolija hasta los hombros, siempre tenía una mirada dulce. >>Espero que no nos haya visto<<

Avergonzada y aterrada por si alguien nos descubría voltee hacia mi lado izquierdo y cerré los ojos disimulando estar dormida pero estoy segura de que el sonrojo seguía presente en mis mejillas. Sentí que se acercaba a mí y ponía su mano en mi frente.

-La fiebre ya bajó pero no sé porqué tiene las mejillas tan rosadas- anunció la enfermera. Pude oír una risilla por parte de mi acompañante, risa que me fue contagiada hacia mí. – Jovencita, no deberías mentirme, pero que bueno despertaste, todos tus amigos estaban muy preocupados por ti, y ni decir de Galliard.- reprochó la enfermera cuando notó mi media sonrisa.

Yo al escuchar aquello no pude evitar abrir los ojos como platos, dirigí mi mirada hacia el nombrado y él apartó la mirada, creo que noté algo de rubor en sus mejillas. Me causó aún más gracia verlo así pero a la hora de dar la primera carcajada un dolor se hizo presente en mi costado derecho, me hizo detener mi risa e intercambiarla por una mueca de dolor.

-No debes moverte mucho, todavía requieres descanso, fue casi un milagro que despertaras, la herida de tu brazo fue bastante grave y se infectó, eso causó que quedaras 10 días inconsciente pero veo que no tardaste mucho en recuperarte.- me sonrió y volteó a ver a Galliard – bien, ahora tengo que revisar las heridas así que, si nos permite guerrero, debe retirarse.- >>¡¿Qué?¿Diez días?! ¿Cómo puede soltar una noticia así como si nada?<<

Unsere Pflicht  | Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora