CIUDAD TANSANIT enero 1991
-Nena, será mejor que te vayas a la casa -dijo mi papá-, yo voy en unos minutos.
Me encontraba en la sala de un hospital, mi tía Zoey se había caído por las escaleras del puente peatonal que se encontraba en el centro y aparentemente se desmayó del dolor.
Miré a mi padre algo dolida y simplemente asentí. Me levanté del asiento y comencé a caminar hasta la salida del hospital, no era muy distinto a los demás; tenía paredes blancas y muchas enfermeras con uniformes azul claro al igual que algunos doctores con largas batas blancas caminando por los pasillos. Pasé por la recepción en donde estaban unas cuantas enfermeras en distintos puestos vestidas de la misma forma que las otras. Me acerqué a la puerta de vidrio en donde un letrero color verde en la parte de arriba decía "salida de emergencias". Salí.
Afuera vi un cartel que decía "Hospital Tansanit desde el 84"
Comencé a caminar a la casa de mi padre, no estaba muy lejos pues el hospital estaba a orillas de la cuidad.
La noche estaba fresca, era fácil decir que el verano en la ciudad no era desagradable.
El camino era plano, no era ningún problema el caminar hasta la casa.
-Waas... -escuché susurrar a una voz femenina, ya llevaba medio camino recorrido y a éstas alturas era un poco raro escuchar a alguien, por lo regular el camino se encontraba solo, eran las afueras de la ciudad y nadie las acostumbraba. Menos en la noche.
Comencé a ver unas cuantas ramas de árboles cercanos moverse y supusé que quizá solo fue una jugarreta de mi mente. Era noche, tenía angustía por mi tía y estaba cansada.
-Waas...-otra vez el susurro.
Apresuré el paso para alejarme de aquel punto, debía de ser una broma solamente.
-Waas...
<<Por favor, dime qué hacer>> supliqué en mi mente con ganas de que esa fuerza suprema que nos cuida me ayudara en ese mismo momento.
La colina.
Me encaminé a la colina, era una forma mucho más lenta que por el camino en el que iba, pero seguramente la persona de las bromas no se atrevería ni pensar en ella.
-Waas...
Era el colmo que siguieran, mi paciencia a las bromas estaba bajando muy rápido.
-¡Quien seas, largo! -grité para la persona de la voz y comencé a correr, casi saltando para llegar al inicio y fin de la colina.
El camino no era liso, estaba lleno de deformidades por donde caminaras.
-Waas... -escuché otra vez, ahora se escuchaba bastante cerca, era casi imposible ya que estaba corriendo, muy agitada, y si me estuvieran siguiendo se estaría distorsionando la voz. Pero no.
Volteé lentamente para ver qué era lo que en realidad ocurría y lo que pude ver fueron simplemente unos ojos violetas que corrían al igual que todo su cuerpo junto a mí.
Me paré en seco, quizá siga corriendo y puede que en una roca hasta caíga y comiencé a rodar por lo que queda de colina. Pero, igual se paró.
No podía hacer más que mirar sus ojos tan distintos a los de los demás.
-¿Quién eres? -pregunté entre jadeos, tenía la adrenalina por los cielos que simplemente no le temía al preguntar eso.
-Jessica Solis -dijo muy natural sujetando sus rubios cabellos en una coleta alta.
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Pedazo de Cristal
FantasyLa carta. Siete letras que puedo decir. Siete letras que me dan horror. Siete letras que tengo que descifrar en muchas mas. Un pedazo de papel que sostengo entre mis dedos temblorosos, con el esmalte para uñas color rosa mexicano destruido a c...