-Hele, ¿estás lista? -preguntó mi tío revolviéndose el cabello nervioso; tenía las manos en las bolsas y se balanceaba de atrás a adelante cuando no tocaba su cabello. Llevaba unos jeans marinos, camiseta cafe claro que combinaban con sus zapatos un tanto más oscuros.
-Claro- dije tratando de ocultar que sus movimientos me alteraban. Vestía unos shorts cortos de mezclilla, blusa larga marino sin mangas y escotada con un top estraple blanco debajo que tapaba el escote, unos tenis blancos con azul, unos lentes para sol y del cuello me colgaba un largo collar en forma de búho. No acostumbraba a usar pantalón.
No paraba de pensar.
-¡Tío! -grité ya que desde la noticia de los muchachos mi tío no respondió, se quedó como una estatua hace un momento.
Seguía sin responder.
-¿Qué haría una buena sobrina? -me pregunté en voz alta con un tono de malicia para ver si así reaccionaba mi tío. Nada.
-Esto me va a doler más a mí que a ti, tío -dije dirigiéndome a un recipiente profundo y redondo que se encontraba sobre la mesa y agarrándolo para llenarlo de agua.
La cocina no era muy grande ya que el tío era soltero, pero de todas formas era muy mona, una de sus novias diseñadoras fue la que se la decoró y no ha movido nada desde que rompieron; dice que es para conservar algo de ella, pero yo sé que es porque le da flojera actualizar su casa.
Caminé hasta el fregadero con el recipiente, giré la llave y me di cuenta que no salía agua. Bien, tendría que pensar en otra cosa.
-Tío... ¿qué te puedo echar para que reacciones si no pagaste el agua y vaciaste la alberca para que ya no me ahogara? -pregunté al aire.
¡Refresco!
Caminé hasta el refrigerador a por el bote del refresco y llené el recipiente.
Ya que llegué a con mi tó le tire todo el liquido que traía. Reaccionó.
-¿Pero qué...? -dijo con frase al aire ya que se dio cuenta que yo le había atacado. -¡Oh, nena! -dijo con un poco de angustia.
-Hummm... ¿estabas inconsciente? -pregunté algo atónita
-¿Por qué no me voy a cambiar? eso será lo mejor, ahora mismo parezco un niño pequeño después de la fiesta -finalizo dirigiéndose a su habitación.
(...)
Me aburría a horrores, así que decidí dirigirme a la habitación de mi tío a prepararle una broma.
Los pasillos de su casa parecían como si tuvieran más de cien años y se hubieran limpiado hace cuatro años. Había dos puertas, una a cada lado, a cada tres metros que avanzaba. Mi tío dormía en la ultima puerta de la derecha, nunca entendí el porqué.
Se escuchaba música.
-Tío... -no terminé la frase porque lo vi bailando y "cantando" con un cepillo verde con amarillo que sostenía con la derecha. Bailaba muy raro para su edad, pero eso no fue lo que me paró; él vestía un overol en short color rosa con imágenes de cisnes nadando de aquí para allá, una camiseta sin mangas de MTV, calcetines verde limón y unos nikes naranjas con agujetas rosas. Estaba frente a un espejo con los ojos cerrados.
No pude pensar en otra cosa más que tomarle una foto y amenazarlo con ella. Y estallar en risas.
-¿¡Hele!? -dijo exaltado y mirándome con las mejillas encendidas.
-¡Tío Frank! -dije entre risas- ¿puedo cantar contigo?
Me miro mal.
-¡Largo! -dijo corriendo hacía mí con una cara que echaba humo y cerrando la puerta de golpe.
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Pedazo de Cristal
FantasyLa carta. Siete letras que puedo decir. Siete letras que me dan horror. Siete letras que tengo que descifrar en muchas mas. Un pedazo de papel que sostengo entre mis dedos temblorosos, con el esmalte para uñas color rosa mexicano destruido a c...