PRÓLOGO

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DICIEMBRE 1981

Me encontraba en un lugar a campo abierto que nunca había visto; era hermoso, tenía un aire rural y olor rural, igualmente. A mi derecha había un tractor de color verde militar que parecia arcaico y descompuesto. Es una lastima no saber nada sobre tractores, ese en verdad era muy bonito.

Seguí caminando por un sendero que estaba lleno de girasoles. Hace dos horas que había oscurecido y yo seguía perdida. ¿Qué más me podía pasar hoy? no he dejado de recorrer este sendero desconocido desde que me encontré con un jamthund que corrió detrás de mí obligando a mi instinto a escalar un árbol del cual baje en cuanto el perro desapareció. No era un perro feo, de hecho era muy hermoso, pero había algo en él que me hizo desconfiar un poco más del lugar.

En el sendero solo había girasoles y, como a diez metros de ellos, sauces, montones de sauces que no me dejaban ver qué había más allá del sendero, los girasoles y los perros come personas.

Una parvada de pájaros pasó volando sobre mí en dirección recta a donde creo que me dirigía. Los pájaros en esta época del año se dirigen hacia el sur, así que supongo, me estoy dirigiendo hacia el sur. Pero esto no me sirve de nada, madre mía. No sé dónde estoy ni cómo llegué aquí. Recuerdo haber discutido con una mujer de cabellos rubios y ojos grises poco mayor que yo por un bote de aerosol, pero no recuerdo para qué quería uno de esos. Recuerdo haber rodado por unas escaleras lúgubres que se encontraban en un lugar muy estrecho que emitían un sonido chirriante a tiempo que yo las tocaba, pero ¿por qué caía por ellas?

A lo lejos logré ver entre sauce y sauce una luz que no podia ser natural. ¡Había llegado a un lugar al fin!

Comencé a correr en dirección a lugar que emitía luz aunque ya estaba muy cansada por el recorrido gracias al perro. Parecía que la luz cada vez se alejaba mas y mas a pesar que yo corría con todas las fuerzas que quedaban en mi cuerpo. Los sauces se movían junto con los girasoles y el viento que azotaba mi rostro conforme yo corría. Era casi imposible que esa luz fuera producto de mi imaginación, tenía que ser real.

Mientras corría me encontré con bastantes piedras de diversos tamaños y, algunas, colores peculiares; unas eran tan grandes que casi les tuve que dar la vuelta entera para poder seguir con mi camino hacía la magnifica luz que se acercaba cada vez mas a mis ojos.

Comencé a escuchar choques de entre ola y ola, pero se me hacia algo absurdo tan cerca de una luz por lo que no le tomé importancia y seguí corriendo con las fuerzas que no sé de dónde me salían.

Me paré en seco cuando una de mis botas ugg pisó un charco de agua. Baje mi vista hacia el lugar que se encontraba mi bota en aquel momento y, con la tenue luz de luna y la que se encontraba a lo lejos, pude ver que era agua de tono verde oscuro. Saqué mi pie rapidamente pero mi bota se quedó atascada en el agua sucia. Traté de tomarla pero escuche un disparo a lo lejos por lo cual me eché a correr hacia el lado contrario de donde provenía el sonido.

Gran suerte la mía, ahora me encontraba corriendo de regreso al lugar del perro come personas descalza. Me escondí detrás de una de las piedras que sobresalían mi estatura, no saldría hasta que me sintiera segura.

Pasó media hora cuando decidí que era momento de salir del escondite, aunque no me sintiera muy segura aun. Camine hacia el lugar de la luz misteriosa hasta llegar al charco en el que reposaba mi bota. La saqué rapidamente y, gracias a Dios, no estaba mojada mas que de la suela.

Después del disparo no me regreso a la mente ir en búsqueda de la luz misteriosamente magnifica aquella, así que comencé a caminar en dirección hacia el oeste ya que no me apetecia ir hacia el norte ni mucho menos hacia el sur.

En lo que mas caminaba mas me acercaba hacia los sauces y dejaba el sendero de girasoles atrás. La luz era escasa ya que solo me iluminaba la luna y se fundaba mas la lejanía de la luz misteriosa. Era un alivio muy extraño.

Al acercarme a un sauce y dejar que me tocaran sus hojas que caían pude visualizar a un conejo blanco de ojos rojos que saltaba como loco de aquí para allá como en búsqueda de algo importante. El conejo se veía algo hambriento, así que decidí seguirlo. Yo estaba muy hambrienta. Los conejos comen vegetales y frutas, espero que este conejo tenga buen gusto.

El cielo está cada vez más estrellado por lo que debo suponer que me estaba adentrando aún más al bosque y alejando de la poca cercania de la ciudad. Para ser peor acabo de perder al conejo de vista y ahora me encuentro persiguiendo algo que creo que es una ardilla lampiña sin cola. No tengo esperanzas.

-¡Madre mía! -exclamé cansada a morir- Señor ardilla lampiña sin cola, ¿podría decirme cómo llego a mi casa o dónde consigo comida? me muero de hambre - le dije al animal ilusionada y triste porque sabía que era imposible que me contestara.

-Sígueme y yo mismo te daré comida- me contestó, pero no podía ser el animal. Era una persona de voz grave y seductora. Un hombre.

Después de ello me eche a correr sin mirar atrás con más fuerzas que antes.

¿Por qué corría? mientras corría me vino a la mente que era porque él pudo haber sido el que disparó. Pudo haberme disparado. Pudo haberme matado.

Seguí corriendo.

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