CAPÍTULO 5

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-¡No! ¡no voy a permitir que me marquen de por vida, tío! -grité furiosa.

Estábamos fuera de la sala con los hombres de blanco, al otro lado de la puerta.

Solo fue hace un momento.

Estábamos frente a todos aquellos hombres sin saber qué decir.

-Señorita Waas, le aseguramos que su preparación e iniciación en su nueva vida, será muy sencillo -dijo un hombre con el sombrero blanco más grande que todos. El jefe.

-Ahora que ha recibido la visión que hemos esperado durante más de dos décadas desde la muerte de nuestro maestro... -dijo alguien a su lado sin terminar porque todos lo interrumpieron.

-¡Oh gran maestro Snow! -todos recitaron con la cabeza en alto.

-... Podemos terminar lo que alguna vez sus ancestros comenzaron -concluyó la persona.

-Disculpe, ¿cómo se supone que yo participe en todo esto? -pregunté clavándome las uñas en la palma izquierda por detrás de mi espalda para calmar los nervios.

-Eso será muy sencillo, señorita Waas -contestó alguien en alguna parte de la mesa-, usted tendrá que encontrar a unas cuantas personas, siete para ser exactos, que han de aparecer en visiones que usted tendrá conforme pasé el tiempo y pedirles la piedra que porta en su tobillo derecho. Pero hay un problema, nosotros no podemos controlar sus visiones si no tiene una piedra usted también -dijo con voz firme.

-Aja... ¿cómo buscaré a esas personas? -pregunté desconfiada

-Eso nosotros no lo sabemos, nuestro maestro decía que la persona elegida para buscar a las otras siete sabría cómo encontrarlas y pedirles su piedra- dijo con soberbia -. La profecía dice que hace 17 años nacería una pequeña, la cual salvaría a la sociedad de una maldición que sucedió en 1981 por el brujo Bulúm que, enojado, lanzó un hechizo muy fuerte contra un hombre, cuyo nombre se desconoce, que fue amante de su mujer. El hombre, evidentemente, no sobrevivió -dijo con voz de desagrado -. La persona elegida debe ser inteligente y fría para saber qué hacer. Debe serlo.

-¿Podría saber la historia completa? -pregunté con intriga.

-Eso será después, señorita -contestó una mujer en la derecha de la mesa.

-¿Se puede saber qué piedra es la que debe cargar Helena? -preguntó mi tío con voz sorprendentemente intimídante. Yo sabía que se moría de miedo.

-La señorita Waas tendrá que permanecer con un quarz* ya que de esa ciudad viene y así la podrán conocer y no lastimar-dijo con cara de asco al pronunciar mi ciudad.

-¿Cuándo sabré que es tiempo de buscar? -pregunté curiosa

-Después de su segunda visión -dijo el hombre del sombrero grande

-¿En una visión cómo sabré a qué persona buscar?

-Normalmente las visiones que se buscan nos hablan de una forma que no acostumbramos- dijo la mujer a su lado

-Me... me llamaban Waas... como ustedes -eso ultimo lo susurré

-¿Le llamaban? ¿Cuántas personas le han hablado de esa forma en visiones? -preguntó el sombrero mayor

-Me han hablado dos -dije con un hilo de voz recordando a Franco y a Nicolás

-¿Sabe a lo que se refiere? -preguntó una de las personas que estaba más cerca a nosotros.

-Que es momento de que reciba su piedra -susurró mi tío mirando sus manos. Le preguntaban a él, no a mí.

-Tío, ¿qué sucede? -le pregunté suplicante.

-¿No le ha explicado cómo debe cargar su piedra o si? -le preguntó la misma persona a mi tío.

Él negó.

-Señorita Waas, la piedra la tendrá que llevar incrustada en su tobillo derecho como las demás personas. Ellas nacieron ya con ellas.

-¿In... incrustada en mi tobillo? ¿¡Dentro de mí!? ¡Están locos! -grite saliendo de la habitación con mi tío detrás de mí.

-¡Espera, nena!- suplicó mi tío

-¡Tú sabías esto! ¡Tú sabías todo lo que ellos quieren de mí a MÍ me lo niegas todo! ¡Eres despreciable! -bufé y caminé hacia las escaleras pero mi tío me lo impidió.

-Nena, no te lo conté porque tu madre así lo quiso -dijo e hizo una pausa-... Nuestra hermana, tu tía, nos avisó en su ultimo viaje a aquí que ellos la habían parado diciendo que tenía ella a la elegida... -dijo mirando al suelo con la mirada nublada - ella no sabía a qué se referían, pero luego ellos le dijeron que Helena Waas, tú, era la que tendía que salvarles de la maldición del 81 -dijo con pausa- Tu tía llegó corriendo a la casa y abrazó a tu mamá. Nos contó todo y nosotros vinimos a averiguar a qué venía todo eso -dijo triste.

-¿La tía Fani vino antes de morir? -dije atónita.

Mi tío asintió.

-Ella aparece constantemente en mis sueños -susurré con un nudo en la garganta.

-Ella te adoraba -dijo rodeándome con un brazo

-No quiero que me pongan la piedra -supliqué

-Eso lo tratamos de impedir mis hermanas y yo, pero ellos dijeron que era imposible si no querían que murieras, porque, según ellos, tú podrías morir si no recibes la piedra. Según su estúpida profecía a los 17 y tres meses, en dos meses más, te iras debilitando y enfermando -dijo con la vista al suelo.

-¡Pero esa es una estupidez! -grité

-Eso creímos nosotros.

-¿Y? ¿por qué cambiaron de pensar? -pregunté asustada

-Porque nos lo confirmaron con tu tía- susurró triste.

-¡¿Qué?! -grité.

-Fani fue como tú, pero nosotros no lo sabíamos. Ella era una de las diez personas que necesitaban para su ritual. Tres no nacieron con la piedra.

-Ella, yo y... ¿quién? -pregunté confusa.

-Aún no lo sé, pero quiero saberlo -dijo con determinación. -y para eso necesito que tú me ayudes.

Estaba nerviosa recordando lo de hace un momento que solo vi los ojos de mi tío como un agujero negro sin retorno.

-Y no te lo estoy pidiendo -dijo triste.- solo estoy pensando en una forma en la que puedas ser útil para ellos pero sin la piedra -finalizó con voz sombría.

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Quarz*: Cuarzo en alemán

Pedazo de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora