17. Esto no es real I

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Gabriela

Después de despedir a mi último cliente, decido dejar la puerta abierta, porque últimamente tengo mucho calor, a pesar de que el clima esta siempre frío.

¿No será la menopausia?

No seas ridícula, Gaby-me reclama mi mini yo mientras se lima las uñas, (lo se tengo una gran imaginación)

Estoy leyendo unos documentos cuando oigo como mi estomago ruge (Y es que casi no desayune nada, porque el desayuno no se veía apetecible) aunque Chris se lo comió sin problema.

-¡Cass! -grito para que mi amada secretaria venga.

No tarda ni un minuto en mostrarse en el despacho.

-¿me podrías traer dos empanadas de espinacas y una limonada de fresa? - le pedí con una sonrisa.

-¿de dónde siempre?

-Si, por favor - junte mis manos para pedirle por favor.

Ella asintió y se retiró de mi oficina para tomar su bolso y abrigo y así poder salir de la firma.

...

Pasaron como horas y aun no llegaba.

Pues que fue a plantar las espinacas, recoger las fresas, ordeñar la vaca y hacer el queso o ¿qué?

Cuando al fin llego, divise el reloj y tal vez había exagerado un poco, solo tardo 45 minutos, los cuales fueron los más largos de mi corta vida.

-Al fin llegas- me levanto de la silla y tomo la bolsa de papel en donde vienen mis empanadas y el vaso con la limonada.

Le doy un sorbo al líquido rosa.

Decir que estaba bueno era poca cosa, esta bebida sabia como si hubiera sido hecha por el mismo Dios.

-Gracias, Cass- me siento y abro la bolsa con la comida- ¿te compraste algo?

-Sí-señala una bolsa pequeña que no había notado que sostenía.

Le doy una mordida a una de las empanadas y confirmo ya tenía hambre.

-¿Llamo al señor Mcgowan?

-Si, era para preguntar cómo iba el caso- asentí y seguí comiendo dejando que mi amable secretaria abandonara el lugar.

De repente, la segunda empanada ya no sabía ni olía como la primera, la puse encima de la envoltura, por que de verdad me daba nauseas de tan solo tenerla cerca.

-¡Cass!.

Esto de gritar ya me está gustando

-dígame- llega a la oficina y se acerca al escritorio.

-Creo que te vendieron una empanada vencida- la morena frunce el ceño.

-¿puedo? - señala el pan, asiento y lo toma.

Le da una mordida a mi empanada.

-No, esta empanada está en perfectas condiciones- ahora yo soy la que frunce el ceño.

Me devuelve el pan y yo niego con mi mano para que se lo quede.

-¿quiere que le traiga algo más?

-No, Cass, gracias.

-pero apenas y se comió una- cuando la voz de mi secretaria termino la frase unas ganas de vomitar me invadieron.

Ay, mierda, debió ser el queso.

Trato de tragarme el vómito, ya saben cómo cuando tienes ganitas de vomitar y te las aguantas y después se vuelve peor porque el vómito que te tragaste sabe feo.

Casada con el CEO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora