Capitulo 1

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[NARRA HORACIO]

Separe las sabanas de mi cuerpo, dejando así que el frio de la madrugada penetrara en mi piel, haciendo así mi piel se erizara a la vez que un escalofrío recorría mi espina dorsal. Me dirigí a mi aseo y depositando mi mano en el grifo de la ducha deje que el agua de esta saliera de la alcachofa. Quite mi ropa y la de solté viendo  como caía al suelo. Al cabo de un rato cuando ya me estaba secando el pelo en el espejo, algo empezó a sonar, la molesta alarma de cada día sonaba sin cesar cuando ya me había levantado así que nunca cumplía su objetivo ya que la mayoría de los días no conseguía conciliar el sueño o simplemente no dormía.
Comencé a vestirme sosegado.
El silencio de la morada inundaba mi tranquilidad mientras mis pies me guiaban a la cocina, mi hogar estaba algo desordenado debido a que no me pasaba mucho tiempo en casa y si así sucedía no es que tuviera muchas ganas de recoger. Me prepare un café y después de bebérmelo, me fui a comisaría.
Antes de llegar me coloque el pasamontañas, para así volver a ser Dan, hoy seria un día duro, pues tendríamos que entregar dinero a la mafia con la droga que teníamos que vender, la cual no habíamos vendido aun. Entre en comisaría y como es de esperar Gustabo ni había llegado, el único que allí se encontraba era Volkov.

    - Buenos días subinspector Dan, cada día le veo mas temprano por aquí.- dijo el intentando ser amable o algo así.

    - Buenos días.- respondí con tono cortante.
A lo que este se puso algo incomodo.

De repente se oyó la puerta de comisaría y de un momento a otro una mano toco mi hombro sobresaltándome.

    - Vamos hombre que hay mucho que hacer.- grito con exuberante entusiasmo Gustabo, que ya estaba vestido de Fred.

Los gritos del viejo me retumbaban en la cabeza, Gustabo a mi lado asintiendo a todo lo que este decía.

    - Tendríais que tener el dinero ya, esperáis para el puto ultimo día pedazo de inútiles.

    - Es que Horacio nunca quiere ir a vender la droga.- me acuso aquel al que consideraba mi hermano.

Yo no dije nada, veía ridículo el hecho de responder a tal niñadez.

Gustabo y yo decidimos separarnos para vender la droga en la cuidad, ahora vestido de Horacio con la cresta bien arriba, aunque el aire lo complicaba debido a la velocidad de mi moto.
Visualice a alguien que podía ser mi víctima y decidí probar. Como así esperaba me compro unos gramos y justo cuando estaba subiéndome para irme, vi como alguien avisaba a la policía. No me preocupo ya que supuestamente, Conway había dicho que se ocuparía de los avisos para que nadie viniera a por nosotros. Al poco de arrancar cuando justamente me estaba yendo, pude escuchar el ruido de las sirenas, como si vinieran a por mi. Gire con cuidado la cabeza para ver si mis sospechas eran ciertas, y entonces un z se aproximaba a mi con alta velocidad, acelere de golpe mientras el corazón me iba a mil. No sabia quien iba detrás de mi, pero sabia que si me pillaban me caería una muy gorda. Mis manos temblorosas hicieron que dejara de controlar la moto, produciendo esto que chocara contra un bordillo de la calle y cayera así desplazándome un par de metros. Dolorido me retorcí en el suelo mientras escuchaba como la persona que estaba en el z frenaba y salía hacia mi.
Yo, con los ojos cerrados por el dolor del impacto no quise abrirlos para tampoco así ver quien se encontraba allí.

    - ¿Se encuentra bien?.- dijo una voz conocida, con tono preocupado.

De que sonaba esa voz? No respondí.

Una mano gélida toco mi rostro haciendo que me sobresaltara y consecuentemente abriera mis ojos, los cuales parecían platos al ver al Comisario que tanto me había marcado en mi vida.
Me levante como pude y mirando al suelo anuncie:

    - Estoy bien.

    - Se ha llevado un buen golpe, debemos ir al hospital.

En verdad me dolía bastante el cuerpo pero se que solo había sido del impacto. Yo no quería ir al hospital, no quería verle a el, no quería que nada pasara, ¿que pensaría de mi ahora el?, yo le amaba y el me odiaría.

En un instante me encontraba en el z de camino al hospital, pero al ver los médicos que yo no tenia ninguna cosa grave por el golpe me devolvieron al comisario, el cual casualmente miraba desde la puerta de la habitación con los brazos cruzados. El camino a comisaría fue tenso hasta que el hombre de pelo gris decidió empezar a acribillarme a preguntas, haciendo así que el camino a comisaría fuera mas incomodo.

    - ¿Que hacia usted vendiendo droga?.- sonaba decepcionado.

No pude responderle, no tenia el valor suficiente.

    - Le he hecho una pregunta.

    - No hagas esto mas difícil Vickor, por favor.

Solté un suspiro.

Me saco del coche y me bajo a la sala de procesamiento, mientras sentía las miradas de la gente de comisaría. Al llegar me coloco pegado a la pared. Sus gélidas manos me quitaron las esposas que tanto me oprimían las muñecas. Notaba el tacto de como se deslizaba con sus palmas por mi cuerpo, tocando cada extremo de mi cuerpo en busca de las estupefacientes o cualquier otra cosa ilegal. Mi corazón iba acelerado. Saco la droga de mi bolsillo soltando a su vez un suspiro.

Llevaba un rato largo encerrado allí, con agonía enorme en mi cuerpo por lo que había pasado, Conway había estado por allí echándome un sermón, también me contó que Gustabo había ido a dar el dinero y que la droga que no pude vender fue a cargo de Conway, así que todos estaban enfadados conmigo, no era nada nuevo para mi.

Al acabar la jornada del día, ahora siendo Dan, vi como mientras yo salía de servicio, Volkov no paraba de hacer preguntas a Conway sobre lo sucedido, ya que las cosas que Conway eran escasas y Volkov quería saber mas. Me fui a mi coche estacionado detrás de comisaría, al entrar, justo cuando me empece a quitar el pasamontañas, alguien toco mi cristal delicadamente, pero aun así haciéndome  sobresaltar.

TENÍAS QUE SER TU [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora