Capitulo 8 [Ahora]

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Los dos hombres se separaron al instante, pensando que lo que estaba pasando. Volkov sabía que no podía hacer eso, se sentía confuso y perdido. En cambio Horacio quería besarle y tenerle en sus brazos con todas sus ganas, pero no podía hacer algo que el ruso no quería, o eso pensaba el.

Los chicos se fueron a su habitación sin decir nada al respecto, con la mayor incomodidad del mundo.
Al día siguiente, el comisario se despertó a tempranas horas, cuando el sol ni se veía aún. Tomo una ducha y ya listo, se dirigió a comisaría. Cruzándose en la entrada con Conway, que venía a cuidar a H. Saludándose para luego irse cada uno por su camino.

Al llegar el comisario a la comisaría, se encontró con Greco en lugar, preparado para salir a patrullar ya.

- ¿Se viene a patrullar? Iba a irme solo, pero si quiere puede venir.

Volkov asintió montándose en el Z con el sujeto.

- ¿Que tal esta Horacio? Conway me contó que estabas cuidándole este día atrás.

El ruso se puso nervioso a tal pregunta, recordando lo que había sucedido la anterior. Greco era como un hermano para Volkov y este creyó que a lo mejor el otro comisario podría ayudar a este a aclarar sus ideas.

- Bueno. Ha estado bien supongo.- dijo apagando poco a poco la voz a la vez que su cabeza.

- ¿Si? Y entonces, ¿por que estas con esa cara?

- Es que, ¿tu crees que el Horacio siente algo por mi aun?

- Creo que si. Bueno, no lo creo, lo se. Conway me lo contó. Por eso te dejo tanto tiempo con el. ¿Enserio crees que Conway tiene tanto trabajo? Durante casi dos días? Pensé que eras más listo eh.- Rio este al soltar tal bombazo. Al parecer lo de guardar secretos no era lo suyo.

- Pero.- El comisario empezó a imaginarse lo que hubiese ocurrido si se hubieran besado la otra noche, si no se hubieses apartado y sus labios se hubiesen juntado en un beso profundo. Los latidos de su corazón empezaron a ir más rápido y algo en su estómago, esa sensación tam repetida empezó a brotar. Eran mariposas en su estómago. Volkov empezó a negar con su cabeza confundido por todo lo que sentía.- No es imposible que yo y el...

- ¿Por que niegas eso? Nunca te lo dije, pero siempre vi una conexión fuerte entre los dos. El té ama, se nota cuando te mira. Pero tu eres un cagado, reprimiendo tus sentimientos.- ríe Greco.- No hay peor ciego que el no quiere ver, ni peor sordo que el no quiere oír.

- Te he hecho sopa Horacio, ven.

Horacio se levantó del sofá, acercándose a la mesa.

- Me podría acostumbrar a esto eh. Mola tener mayordomos. Y mas si es ruso. Aun que los viejos tampoco lo hacen mal eh.- afirmó dando un sorbo a la sopa.- Deliciosa eh.

Conway río sarcásticamente.

- Dame las gracias al menos por traerte a Volkov tanto tiempo. Y ni lo sueñes, seguro que el no sabe ni hacer un huevo.

- Bueno, te sorprenderías lo que sabe hacer...- insinúo H con carita de granuja.

- Os dejó solos un día y ya vais a tener hijos, ¿o que?.- rio el Súper intendente riendo.

- No no.- Entonces, Horacio recordó la noche anterior, quedándose pensativo dándole vueltas a la cuchara por el plato.

- ¿Te quedaste embobado pensando en tu amorcito?

- Si así puede llamarse.

- Ese hombre te ha cambiado la vida. Por mucho tiempo que pase, le seguirás queriendo. Tanto como el primer día o mas. ¿Que pasa? A ver.

- Nada, solo estoy confundido. Ayer, anoche. El buscaba en la oscuridad el interruptor de la luz. Estuvimos cenando y no nos dimos cuenta de lo oscuro que se volvió la habitación al anochecer. Yo decidí ayudarle a buscar. Pero nose como, nuestros cuerpos acabamos chocando de frente y como Volkov se iba a caer, le agarre en mis brazos. Los dos nos quedamos muy pegados. Y podía sentir un cosquilleo en mi estómago, cuando Volkov esta cerca de mi, solemos tener estos días como momentos mágicos. En los que el tiempo se para y no hay nada que nos pueda dañar. Pero es que, anoche fue el doble de mejor. Fue una sensación indescriptible. Podia oír su corazón al son del mío, conectados. Y su nerviosismo reflejado en su respiración. Entonces, ahí me planteé en besarle, quería besarle sin duda alguna. Pero sabría que me rechazaría y que todo se pondrá feo. Además el no me quiere de esa manera, tiene algo con la chica esa. Así que bueno, nose que hacer. No hemos hablado desde eso.

A la hora del almuerzo, Volkov fue a casa a visitar a Alena, ya que habían quedado en comer ese dia juntos para reencontrarse.
El comisario hambriento abrió la puerta y entró al hogar. La chica rubia se encontraba en el salón reposando mientras este venia.
Reaccionó levantándose del sitio y abalanzándose contra el para llenarlo de besos. A lo que el ruso no reaccionó contribuyendo ningún tipo de afecto. No se sentía cómodo ante tal bienvenida.
Los dos se sentaron y esta fue la que sacó la comida China de una bolsa marrón. Le entrego su alimento al chico y comenzaron a almorzar.

- ¿Y que has hecho este día atrás?

- Ya te conte que estuve con Horacio en su casa.- Afirmó el ruso con negligencia. No se sentía lo más cómodo que se podría estar. Seguía pensativo y confuso.

- Ah bueno.- respondió sin ganas al ver la actitud de este.

El chico suspiró ante la situación. A lo que ella se lo devolvió. La tensión del sitio se podía ver perfectamente en el ambiente.

- ¿ Y tu que has estado haciendo?.- Preguntó para calmar el tema.

- Pues estar por mi apartamento, echándote de menos.- aportó con signos cariñosos. A lo que Volkov se mantuvo pasito de nuevo.- ¿Tu no? ¿No me has echado de menos?

- Eh...- Fue interrumpido.

- Mira, yo ya no puedo más. Me dices que te vas con Horacio ese, lo cual no me creo que hayas hecho durante casi dos días enteros. Llegas como si nada y ni me haces caso. Estas como en otro mundo cuando te hablo. ¿Estas conociendo a otra?.- Recriminó Alena muy enfadada y con tono alto.

El comisario sacó su sangre rusa, demostrando que nadie iba a tratarle así nunca.

- Para empezar, si estás tan segura de la tontería que estás diciendo te recuerdo que puedes irte en cualquier momento por la puerta. Lo cual te pido que hagas ahora cuando acabes de coger tus cosas y no volver a verte por aquí en tu vida. Y para tu información, puede que lleve un tiempo enamorado de otro. Y ahora cállate ya y dirigente a la puerta.- Reprocho el ruso con total calma.

Seguidamente se dirigió a recoger sus cosas en la habitación y crear una nueva maleta para volver a irse esa noche con Horacio de nuevo. Mientras, se oían golpes, dejando ver a la mujer de un lado a otro tomando cosas suyas y más tarde salir por la puerta, dando un gran portazo al salir.

TENÍAS QUE SER TU [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora