Capitulo 3 [Ella]

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Pon la música nada mas empieces a leer.
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Comencé a hiperventilar. Mi respiración comenzó a no ser involuntaria. No podía quedarme allí.
Me levante lentamente para no alarmar a nadie, con la cabeza hacia abajo para que nadie viera mis ojos llorosos. Entre a los vestuarios, y decidí irme a un lugar mas intimo. Me encerre en un baño, esperando así que nadie en el lugar que me hallaba entrara. Me saque el pasamontañas, dejando así que mi desmelenada cresta, ahora para abajo y aplastada pero aun roja saliera.
Las lagrimas salían por mis ojos mojando mis mejillas. Sentía una gran presión en el pecho y el aire se iba de mi cada vez mas.
Sollocé al pensar que le había perdido para siempre. Después de tantos meses junto a el, amándole con el corazón, lo que provocaba que cada vez que le veía mi corazón palpitara mas que el día anterior.

¿Que pensaría ahora el ruso de mi? Si allí en la noche el se encontraba, ¿que podría a ver visto? Los pensamientos rondaban mi cabeza. Sin poder controlarlos.

Pasaron semanas llenas de dolor, en los que cada día veía como ellos eran felices, ella venia cada día a visitar a Volkov al trabajo, luego se iban juntos por ahí, o iban a comer juntos. No se si era el destino que quería que me olvidara de el pero siempre estaba presente cuando estos se encontraban. Haciendo que mi corazón se rompiese cada vez mas. Teniendo que irme a algún lugar a protegerme cada vez que presenciaba cada escena. Los celos me iban reconcomiendo. Me sentía insuficiente. Y notaba que cada día el estaría a menor de alcance de mi.

Pasaron dos meses y esta bonita pareja empezó a avanzar. A Greco le encantaba comentar cada jugada del duo con cualquier agente que se encontrara a su lado, el cual la mayoría de las veces era yo. A lo que yo siempre asentía y me iba cabizbajo. Y aun que ningún gesto anunciaba que eran pareja oficialmente, se veía que tenían una conexión muy fuerte.

[NARRA VOLKOV]

En el coche, de camino a una cafetería, en la cual desayunaría junto a Alena, la bella mujer de pelos platino que había conocido aquella noche en el Vanilla, la cual, se encontraba ahora mismo a mi lado en el coche, canturreando una canción que salía ahora de la radio mientras reía.
Era una mujer feliz, y eso me gustaba. Me hacia bien y si las cosas seguían así podríamos llegar a algo (aun que yo nunca me viera en esa situación).
Desde esa noche no habíamos parado de vernos ni un solo día. Me venia a recoger al final de mis turnos, llevándome algún tipo de cena en tuppers, o acompañándome a casa para así cocinarnos algo delicioso allí. Este día mi jornada de trabajo era mas tarde y decidí llevarla a desayunar.
Cada vez que esta venia a comisaría la gente cuchicheaba sobre nuestra relación informal. Greco apoyaba que la conociera mas a fondo, aun que no le sobraba ocasión para comentar todo lo que pasaba a los compañeros.

Pasaros varios meses y mi relación con Alena fue avanzando.

Una noche estrellada, la dulce chica me organizo una sorpresa sin yo saber nada. Me hallaba con mis ojos vendados. Por el ruido que percibía estar en un coche. Cuando el nombrando anteriormente pareció parar. Sus gélidas manos me quitaros la venda de los ojos haciendo así, que mis ojos pudieran ver donde me encontraba.  Era un lugar oscuro, muchos coches alrededor. Algo brillante se encendió, haciéndome entrecerrar los ojos. Ella sonrió.

- Sorpresa, me entere de que hoy había autocine y pensé que seria un lugar bonito al donde ir.- comenta mientras saca algo del asiento de atrás.- Y como me dijiste que te gusta ver películas de amor con gente importante... Crei que seria una buena idea. Puede que yo no sea lo suficientemente im-importante para ti pero.- siguió enunciando con timidez y nerviosismo mirándome a los ojos.

Yo me quede callado y asentí con vergüenza.

Las mantas en nuestras piernas y el calor que nuestros cuerpos acurrucados hacían que el frio que afuera hacia no fuera nada. Ella, apoyada en mi pecho me miro con dulzura en una escena con mucho romanticismo, y aun que yo era una persona fría, siempre quise tener a alguien para esos momentos, alguien que me apoyara y estuviera ahí toda mi vida. Y aun que estar con ella me hacia feliz, aun siendo amigos, sentía que había algo que me faltaba.
De repente como si una película de amor lo nuestro fuese, coloco su mano en mi mejilla. Se inclinó un poco hacia mi, llegando así a estar a dos míseros centímetros de mi. Cada uno notando la respiración del otro y como si todo lo que nos rodease se congelara, quedándonos solos, con el sonido de nuestros corazones al compas, me beso. Fue un beso largo y lento, como si fuera eterno, como si nada nos importara ya.
Le devolví el beso, convirtiendo en ese momento un momento único.

Semanas después, llenas de besos y cariños, hicieron que nos volviéramos mas cercanos y empezamos a pasar las noches juntos, pero algo había que no estaba bien, aun que sabia sin saber el que.
No éramos pareja, aun que fuera lo que todos supusieran.


- Buenos días.- dejo salir de sus labios dándome un beso en la comisura.

A lo que le correspondí con un lindo beso en los labios. Paso su mano por mi nuca, acariciando mi corto pelo, continuándome así el beso.

- Debo irme al trabajo.

Después de un bonito despertar y rico desayuno, me acompaño a comisaría.
Al llegar bajamos al unísono del coche. Y unidos de nuestras manos levemente nos adentramos en comisaría. Ella deposito un beso en mis labios para despedirse. Al instante de verla salir gire mi cabeza para visualizar quien había allí, pues Dan con los ojos como platos allí mirándonos, salió despavorido hacia los vestuarios.
¿Por que saldría corriendo al presenciar tal escena?
Sin darle mucha importancia, me puse de servicio y me dirigí a los vestuarios para cambiarme. A lo que oí como de las duchas provenía un sonido de un llanto leve y como una de las duchas se abría. Los llantos aumentaron y gran vapor salía de las duchas. Un golpe se escucho en el lugar como si alguien hubiera caído desplomado. Decidí colocarme en la puerta de las duchas y alzando mi voz anuncie:

- Se encuentra bien inspector?

A lo que nadie me respondió y los llantos no cesaban. No quería violar la intimidad de este pero, un impulso me hizo acercarme mas, viendo por debajo de la puerta al un hombre sentado en el suelo con la cabeza entre sus piernas con su ropa empapada. Avance mas con miedo de asustarle, el sujeto ya no estaba con su peculiar pasamontañas, dejándome ver parte de su pelo, el cual era...¿rojo?.

TENÍAS QUE SER TU [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora