Capitulo 5 [Sacame de aqui.]

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TW: TCA.

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[NARRADOR OMNISCIENTE]

La psicóloga asintió, mientras escuchaba al hombre enfrente suya sentado, a la vez que escribía en su libreta roja. Las lagrimas salían de los ojos de Horacio, deslizándose por su rostro y llegando a su ropa, para así mojar levemente esta. Sus manos y piernas temblaban.

- No se preocupe, yo le escucharé en todo lo que diga. Está aquí para eso.

- Hacia mucho que no conversaba con nadie, estoy completamente solo.

- Yo no diría eso. El hombre que está ahí afuera parece preocuparse mucho por usted. Le ha traído aquí para ayudarle.

- Ha ese hombre no le importo una mierda, solo que le conviene tener cuerda a la maya, pensará que estoy loco o algo.

- Le aseguró que no es así. Cuando el comisario vino nos dijo que tenia un amigo que se encontraba mal anímicamente, y que como el no sabía ayudar de esa manera a nadie, lo trajo aquí. Dijo que usted le preocupaba mucho. Y que no podía verle así. Ha también afirmó que diría eso.

Horacio se quedó atónito, sin saber que responder. Se secó las lagrimas con sus mangas y respiro profundo.

- Cuénteme más sobre su hermano.

- Mi hermano, si. Amm... mi hermano se llama Gustabo. No somos hermanos de verdad. Pero de pequeños, nos conocimos en la calle, los dos éramos huérfanos, no sabíamos a donde ir. No teníamos nada. El me cuidaba. Nos pasábamos días robando comida y buscando un lugar calentito para dormir. Crecimos juntos, y pues poco a poco conseguimos avances juntos. Pero un día, la policía nos pilló cogiendo cosillas de un sitio para sobrevivir. Nos llevaron a un centro de adopción, solo teníamos 7 años. A los pocos meses, una familia nos adoptó, una familia que no tenía hijos, no podían. Así que iban a adoptarme, pero supliqué que si me querían a mi, también a Gustabo. A lo que sorprendentemente aceptaron. Las cosas empezaron bien, parecían querernos mucho, pero luego... luego las cosas empezaron a ir algo extrañas. Empezaron a meterse con nosotros. Me refiero a insultarnos y ha tratarnos mal. Estábamos asustados, éramos niños. Y aun que llevábamos toda la vida en la calle, nos gustaba el hecho de sentirnos queridos por una vez. Al parecer esos problemas venían por que estaban muy estresados con el trabajo, y aun que no lo veíamos bien ni valido, decidimos esperar a que las cosas mejorasen. Lo hicieron. Pasaron casi dos años, ellos discutían mucho y solían pagarlo con nosotros. Un día decidieron pegarnos una paliza a cada uno. Habíamos descubierto que traficaban droga, y ellos de que lo sabíamos. Así que decidieron darnos una buena advertencia para que no abriéramos la boca. Esa noche, asustados en nuestra habitación, Gustabo empezó a ponerse muy extraño. Le mire y su mirada era distinta. Como si fuera otra persona. Se levantó de la cama y se miró al espejo. Empezó a sonreír muy raro y luego me observo. Yo le mire también.- Contaba H con los ojos puestos en un lugar fijo recordando la trágica noche.- "Es la hora" me dijo:

- Es la hora Horacio.- Dijo Gustabo sonriendo con psicopatía.

- ¿Q-que?.- interrogó el pequeño niño asustado.

El mayor salió del cuarto lentamente y cuando este volvió, al cabo de un buen rato, un cuchillo llevaba en sus manos.
El que alli en su cama yacía abrió los ojos asustado y preguntó:

- ¿Que-que haces Gu-Gustabo?

- Me llamo Pogo.

Al niño encamado no le dio tiempo a responder ya que el cual llevaba un cuchillo en su mano se acercó a él con rapidez y le susurró:

TENÍAS QUE SER TU [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora