Cap 17 | Bésame

1.6K 291 190
                                    

Narra Rubius

Nos encontrábamos frente a su gran mansión. Únicamente él y yo. Únicamente con el silencio acompañándonos. Únicamente con el aire, el cual nuevamente era testigo de nuestras emociones y acciones. Aunque en realidad ni siquiera yo sabía lo que sentía.

~ "No puedo besarte Rubius" ~

Esas palabras se repetían constantemente en mi cabeza. Tanto que parecían golpearla. Golpearla hasta que doliera tanto como mi pecho. Aunque en realidad mi pecho no solo dolía, sino también, al mismo tiempo tenía una agradable sensación de calidez.

~ ¿Me estoy volviendo bipolar? ~

Y es que aunque ya hubieran pasado unas horas luego de nuestra charla, yo aún sentía aquellas palabras vibrar en mi pecho y oídos.

Pues aún no sabía que sentir, respecto a ellas. Aún no sabía si debía tener la mínima esperanza de felicidad, o si directamente debería dejar de aferrarme a algo tan imposible.

~ Él no se quedará ~

¿Pero cómo no aferrarme? Si sus palabras eran tan alentadoras como desanimadas. Pues nunca dijo que no quería besarme. Solo que no podía.

~ Pero ¿Porqué? ~

¿Acaso era porqué ya no sentía lo mismo? ¿Acaso era una absurda regla de la invocación? ¿Acaso a él también le aterraba que luego debía irse? ¿Acaso tenia miedo de no poder parar?

Tenía tantas dudas, tantas dudas que comían mi cabeza. Dudas que quería resolver. Pero no podía, mi cuerpo solo me permitía seguirlo por su gran mansión. Ambos sin decir una palabra. Ambos sin mirarnos.

—Cuidaste muy bien mi casa —salí de mis pensamientos al escucharlo, y lo miré por puro instinto. Sonreí involuntariamente al darme cuenta que él también me sonreía.

—Si, no se murió ni una flor en tu ausencia —respondí ahora caminando hacia un arbusto grande de flores violetas.

—Este no lo recuerdo —dijo ahora a mi lado, mientras acariciaba dichas flores.

Yo sonreí nostálgico ante aquello, pues por primera vez desde que lo volví a ver. Todo se sentía tan cálido, tan familiar.

—En una de nuestras tantas misiones. —comencé a relatar viendo fijamente las flores— Tu viste este arbusto, y te gusto tanto, que no parabas de hablar en qué al terminar la misión. Pondrías uno justamente aquí —terminé mi relato, sintiendo unas extrañas ganas de llorar, aunque no sabía porqué eran estas.

—Si, lo recuerdo —mencionó con el mismo tono mío— creo que nunca llegué a ponerlas. Gracias Rubius —dijo lo último más como un susurro, como si aquello hubiera sido más para él mismo.

~ ¿Debería hacer como que no escuché? ~

Yo solté una pequeña risa, aunque esta sonaba más triste y nostálgica de lo que habría querido.

—¡Gracias a los Dioses! —exclamé soltando un suspiro. Un suspiro que liberaba un pequeño peso— Tenia tanto miedo que no recordarás cosas como esas, —dije y ahora dirigí mi vista a él. Conectando nuestras miradas— que no recordarás ninguna de mis tonterías.

Su mirada ahora bajó al suelo, algo que yo imite, pues ni siquiera había notado, en que momento ambos nos habíamos movido hasta estar de frente. Como si ambos fueran imanes. Imanes incapaces de no obedecer nuestra absoluta existencia.

¿Aún me amas? [Segunda Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora