15- Dulces 16

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La semana luego de la fiesta de Halloween pasó mas rápido de lo que creí. Un día era lunes y luego sin darme cuenta ya era el lunes siguiente y faltaban sólo días para mi esperada fiesta de cumpleaños número 16.

Mi vestido ya estaba listo pero lo recogería el día de mi cumpleaños para evitar cualquier cosa. Ya tenía reservado un lugar en el salón de belleza junto con mi madre y Alice, mi padre y Peter ya tenían sus respectivos trajes y justo el domingo había recibido varias llamadas de parientes que vendrían un día antes para organizarse mejor.

Mi madre se había encargado personalmente de que todo vaya perfecto y es por esa razón que esa semana llamaba todos los días a la organizadora para preguntar como iba todo y está última le respondía por milésima vez que todo marchaba perfecto y que no se preocupase.

La fiesta sería en la casa de la hermana mayor de mi padre que era viuda desde hacia unos años. Su difunto esposo y ella habían creado una empresa juntos y así ganaron mucho dinero, cuando el murió le dejó todo a mi tía ya que no tenían hijos. Su casa era enorme y muy hermosa, tenía un balcón en su habitación con una escalera, donde yo bajaría, que llevaba al enorme patio donde estarían ubicadas las sillas y mesas de mís amigos y en el centro una pista led. Los adultos irían adentro en el gran salón de mi tía, así cada uno tendría su espacio.

Desperté envuelta en frazadas ese día y lo primero que hice fue ver por mi ventaja aún estando acostada. Se sentía que aquel iba a ser un día perfecto, no había nubes en el cielo ni mucho viento.

Cerré los ojos, suspiré y sonriendo susurré para mi:

-Hoy es el gran día.

Me levanté con energía y fui a darme una ducha caliente. Cuando volví a mi habitación me sorprendió bastante lo que encontré.

Allí reposando en mi almohada estaba la pluma que una vez me había encontrado al despertar de una pesadilla.

Me acerqué con cuidado y al mínimo roce fue como sí un torrente de sentimientos flueyeran a través de mi partiendo desde el dedo que tocaba tal delicada pluma blanca.

Felicidad, orgullo, alegría, un toque de tristeza, pero de nuevo mucha felicidad.

A pensar de haber durado sólo un segundo me dejó sin aliento. Increíblemente no me asusté ni me alarme, al contrario, aquella felicidad se impregnó en mi y supe que todo estaría bien.

La tomé con cuidado y abrí la cajita de madera donde la había guardado anteriormente. Pero para mi sorpresa ya había una pluma allí, la misma de la última vez.

Sin saber que pensar me limite a colocar la pluma que poseía en mi mano al lado de la adyacente en la cajita y luego la cerré.

Me había preocupado mucho el clima de ese día puesto que ya casi estábamos en invierno, pero increíblemente el día estaba perfecto.

Insistí mucho en irme al colegio ese día y por fin mi madre de mala gana me dejó ir recalcando que iría por mi a la hora del almuerzo.

Caminando por los pasillos muchas personas me saludaban, incluso algunas personas a quienes nunca había hablado sino mas bien los conocía de vista.

Estaba tan feliz que ni siquiera me importó cuando Crista se burló de mi con aire de superioridad diciendo:

-Ya era hora, niñita.

Me llamó de esa forma por el hecho que de que yo era la más chica de mi promoción, todos ya habían cumplido 16 y yo era la última. Eso era por que cuando era pequeña se habían dado cuenta que yo tenía una inteligencia superior y me habían adelantado un año más.

"Angel" - La Verdad (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora