____ lo miró como si Harry hubiera hablado en un idioma que ella desconocía. Lo miró tan fijamente que, cuando por fin comprendió lo que le estaba diciendo, notó su reacción de inmediato.
Pero hasta en ese momento, en una situación ciertamente incómoda, solo pudo pensar en lo bien que olía su piel y en lo mucho que le gustaba.
¿Qué demonios le estaba pasando? Tenía que volver en sí, recuperar la cordura, afrontar el problema que se podían haber buscado sin querer. Había perdido la costumbre de hacer el amor, lo cual explicaba en parte su desliz, y ____ lo había desequilibrado del todo al besarlo en la cocina.
Después, ya no había podido pensar. Había perdido el control por primera vez en su vida y, aunque las consecuencias pudieran ser desastrosas, no se arrepentía en absoluto. Lo habría vuelto a hacer sin dudarlo.
–Oh, vaya –dijo ella.
–¿Estás tomando la píldora? –insistió.
____ le acarició la mejilla.
–No.
Él tragó saliva.
–Maldita sea. Es culpa mía, ____. No debería…
–¿Culpa tuya? Yo soy bastante más culpable de lo que ha pasado. Pero, en todo caso, sería culpa de los dos –afirmó–. Olvídalo, y deja de mirarme como si estuvieras ante un pelotón de fusilamiento.
Harry frunció el ceño, pero no dijo nada.
–No estás solo en esta habitación, Harry –continuó ella–. Nos hemos dejado llevar…
–No me lo recuerdes –la interrumpió.
–Nos hemos dejado llevar y hemos hecho algo que no debíamos –sentenció ella, terminando la frase–. Eso es todo.
Él soltó una carcajada sin humor. Jamás había mantenido una conversación tan poco erótica después de haber hecho el amor. Y por si el carácter prosaico de sus palabras no fuera suficiente, ____ le sorprendía otra vez con su pragmatismo, sin lágrimas ni melodrama, sin recriminaciones de ninguna clase. Se limitaba a aceptar lo que había pasado.
Pero eso no impedía que se sintiera culpable.
–Esa es la cuestión, que tendría que haber estado preparado. Sobre todo porque, cuando fui a comprar las malditas luces para la casita de Holly, compré preservativos.
Ella se quedó boquiabierta.
–¿En serio?
–Sí, en serio. Están arriba, en mi habitación.
____ rio y sacudió la cabeza.
–Bueno, hasta eso me deja en mal lugar. Tú querías subir, y yo me he empeñado en llevarte a mi dormitorio.
Harry no tuvo más remedio que asentir, aunque sospechaba que no habrían llegado al piso de arriba. Estaban tan excitados que lo habrían hecho en la escalera.
–Eso es cierto.
–Pero me encanta que compraras preservativos –dijo ella, dándole un beso–. Me encanta que me desees tanto como yo a ti.
–No lo dudes nunca.
–Sin embargo, has cometido un pequeñísimo error. ¿Eres consciente de que todos los vecinos de Franklin se habrán enterado?
–¿Cómo?
–A estas horas, no habrá nadie que no sepa que compraste un paquete de preservativos. Y estarán especulando sobre lo que ocurre en la mansión de la montaña.