Capítulo 10: Volveré, te lo prometo

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-Y luego él me secuestro y me pidió que no lo matara-dije terminando y riendo.

-Yo no te secuestré-gritó Gabriel desde la ventana que comunicaba al conductor con los que viajaban dentro-Solamente te recordé cual era tu lugar.

-Nadie lo cree-reí.

-¿Y te vengaste?-preguntó Freddy. Había escuchado la historia atentamente y cuando contaba alguna anécdota Gabriel metía bocadillo.

Después de la segunda hora de viaje el enojo que había sentido hacia Gabriel se fue disipando. Él tenía que hacerse cargo de sus actos, pero Ricardo era el cerebro de todo esto, él era el líder ahora y el que está en contra de los pensamientos del líder no podía estar en el clan. Por eso los líderes eran de mente abierta.

Todo esto también era mi culpa. Si yo no hubiera dejado que el dolor me cegara, todo esto no hubiera ocurrido. Lamentablemente, la historia no se podía reescribir.

-No me vengué…-le dije sonriendo. Me acerqué a su oído-todavía.

-Los escuché-dijo Gabriel.

Freddy y yo reímos. Me parecía bien reír un rato antes de que todo se convirtiera en un futuro incierto. Para ser honesto, yo no sabía exactamente que iba a hacer cuando llegara la hora de hablar con Ricardo. Luchar contra él no era una opción, y buscar aliados sería difícil, Zeke me había dicho que mucho de los que le habían jurado lealtad a mi padre se habían ido. Improvisar era mi fuerte, siempre lo había sido. Cuando llegara el momento, actuaría de acuerdo a la situación.

-No me gustaría arruinar la diversión pero…-dijo Gabriel-estamos llegando. Ya puedo divisar la casa.

-Te pido que mantengas la boca cerrada-le dije a Freddy y el asintió serio.

-¿Y qué vas a hacer cuando llegues?-me preguntó Gabriel pero antes de que pudiera decir algo, él respondió por mí-Improvisar. Rocío, no creo que sea buena idea.

-No sos referente para decir que son buenas o malas ideas-le dije. Yo tampoco estaba segura de esto, pero no necesitaba que me lo remarcaran.

Gabriel paró el carruaje y luego de tomar una profunda bocanada de aire, abrí la puerta. Gabriel estuvo al instante a mi lado para ayudarme a bajar. Debían ser las cuatro de la mañana, lo que explica el que no hubiera nadie afuera. Nora solía levantarse a las cinco de la mañana para buscar leche de vaca para el desayuno. Y los demás abrían los ojos sin tener que cumplir ningún horario.

-No podés esperar hasta la mañana para rendir cuantas-dijo Gabriel con un gran bostezo.

-Yo opino igual-dijo Freddy saltando del carruaje.

-Está bien, dormilones-me burlé pero un bostezo me traicionó en el último momento.

El viaje había sido largo y agotador, y todo lo que había sucedido esa noche había sido más que suficiente por un día. Entramos en silencio a la casa y subimos las escaleras del mismo modo. Al doblar en los pasillos nos asegurábamos de que estuviera vacío. Pero cuando llegamos a la habitación surgió un problema que habíamos omitido.

De magia, amor y pérdidas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora