Capítulo 12: En un mar de recuerdos

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Gabriel

Siete horas después de la partida de Rocío

Realmente estaba agotado. No había parado ni por un segundo de intentar huir, de intentar romper la puerta y correr detrás de Rocío. Todavía no entendía por qué tenía la mala costumbre de hacer todo sola, de creer que si algo malo le pasara a nadie le importaría. Ya la había perdido una vez y no iba a dejar que sucediera devuelta.

Volví a golpear la puerta con todas las fuerzas que pude. Intento tras intento, tanto mis fuerzas  como mi deseo de alcanzarla a tiempo, fueron menguando. Si salía sería para esperarla como un idiota. No sabía hacia donde había ido. No había mucho más que hacer. Me recosté contra la puerta a esperar, nunca me había sentido tan inútil.

Escuché que alguien se acercó a la puerta y la intentó abrir.

-¿Por qué cerraron la puerta?-susurraron del otro lado. Esa voz me sonaba conocida. Érica.

-Érica, ¿me escuchas?-dije acercándome lo más posible a la puerta.

-¿Gabriel?-preguntó sorprendida-¿Qué haces encerrado ahí? ¿Estás bien?

-Si-le dije rápido, era mi única oportunidad-Necesito que me abras la puerta rápido.

-¿Cómo les fue en la misión?-me preguntó.

-Concéntrate-casi le grité.

Ella murmuró algo y empezó a destrabar la puerta. Apenas sentí que la puerta cedía la empujé con fuerza, y sin darme cuenta tiré a Érica al suelo. Rápidamente la ayude a levantarse y le dije un rápido gracias antes de correr hacia la casa. Entré y con la vista busqué a Freddy, Jeremías o a Zeke.

Encontré a Jero sentado con Melisa en una mesa cerca de la cocina. Mi hermano parecía aburrido, mientras que ella le hablaba animadamente y movía los brazos como si fuera a salir volando. Me acerqué por detrás de Melisa para que ella no me viera. Jero me vio pero disimuló mi presencia, él sabía que Melisa tenía una obsesión por mí. Le dijo unas palabras y se levantó rápidamente de la mesa, pero en vez de venir hacia donde yo estaba, subió las escaleras.

Lo seguí. Jero llegó a mi habitación y entró, hice lo mismo y cerré la puerta detrás de mí. Él se había sentado en la cama y estaba mirándome, parecía un poco asustado. Me pareció sensato que después de que me encerraran en el granero, él tuviera miedo.

-¿Rompiste la puerta o alguien te ayudo?-preguntó.

-Érica quiso entrar y me ayudo-dije pero le resté importancia y me paré frente a él cruzándome de brazos-¿Hace cuánto se fue y en qué dirección?-le pregunté serio.

-¿Qué cosa?-preguntó sin mirarme.

-Más vale que empieces a hablar ahora-le dije seco, mi paciencia se había esfumado después de haber estado encerrado en el granero.

-Honestamente no sé en qué dirección se fue-dijo encogiéndose de hombros-Pero creo que se fue hace como siete horas.

 -¿Dónde están Zeke y Frederick?-le pregunté poniendo mi mano en el puente de mi nariz.

No es como si quisiera ir a buscarla, pero por lo menos quería saber por dónde vendría para poder esperarla allí. Me había prometido una respuesta y la iba a obtener, no me importaba esperar.

-Están ocupados-dijo y sonrió pícaramente-¿Dime, alguna vez sentiste celos con Frederick?

-¿Qué pregunta es esa?-dije intentando evadirla, no tenía por qué responderle.

-Es una pregunta. Y me parece que conozco la respuesta-se rió con una carcajada.

-¿Dónde están?-casi le grité.

De magia, amor y pérdidas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora