Prólogo: "Pequeña osita bebe"

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Hace un año…

-Tenemos un problema-dijo Gabriel mientras entraba a la casa corriendo. Se acercó a mí-Hay un intruso en la zona siete. Va en un caballo y la vigilancia no está.

Si alguien puede decirme porque cada vez que tengo un tiempo libre para sentarme sucede algo, lo escucharía con mucho gusto. Pero es mi trabajo. Después de todo soy la jefa del clan rebelde más grande del Estado.

Salté de mi asiento y corrí fuera de la casa. Monté un caballo y me dirigí a toda velocidad a la zona siete. Conocía el territorio como la palme de mi mano, nací y crecí en ella. No me costó mucho llegar. Escuché un caballo corriendo y luego entró en mi campo visual. Estaba a un par de metros, en unos segundos pasaría por donde yo estaba. Bajé de mi caballo y esperé el momento para saltar sobre el intruso.

Tres, dos, uno. Mis pies despegaron del suelo y acto seguido, estaba sobre el piso sobre un bulto que no paraba de moverse y patear. Lo di vuelta y me sorprendió encontrarme con un niño. Podría decir que tenía mi edad, o ser un poco más grande.

Tengo que aclarar que es posible que me sienta como  una persona adulta. Y por eso suelo llamar a chicos de dieciocho años niños, mientras que yo solo tengo dieciséis. Pero eso es gracias a que todos me llamen jefa, señora. Son todos nombres de personas de cuarenta. Pero prefiero eso a que me llamen por mi nombre porque no me gusta. Rocío es un nombre infantil.

Cuando este “niño” me miró, se quedó quieto. Como si hubiera visto un fantasma. Sus ojos se clavaron en los míos, eran de un color azul oscuro. Me levante pero él se quedó en el piso, todavía mirándome. Esto ya era extraño. Llevaba una capa gris bastante limpia, lo que era extraño para alguien que vive por aquí. No es que seamos sucios, solo que el agua no abundaba y había que racionarla.

Pero al mirar más en detalle su capa me di cuenta de porque estaba limpia. Llevaba el escudo que representaba a la nobleza. Al parecer este niño rico se había escapado de su casa. Me imagino la horrible vida que tendría allí para escaparse (sarcasmo).

-Eres una chica-dijo extrañado. Resoplé, le mayoría de las veces decían eso.

-¿No se te ocurrió nada más inteligente que decir?-sí, adoraba ser sarcástica.

Él me miró sin comprender. Pero antes de que pudiera decir algo, Gabriel llegó con su caballo. Al ver al chico, y al escudo de su capa, puso la misma expresión que yo.

-¿Sabes que no es seguro andar con esa capa por aquí, o te olvidaste tus neuronas en tu castillo?-le preguntó Gab.

Gabriel y yo éramos como hermanos. Siempre estábamos juntos. Yo dirigía y él era el segundo al mando. Nos cuidamos la espalda mutuamente, y también cuida a mi hermana cuando no puedo estar con ella. Prácticamente crecimos juntos.

-Voy a hacerte un par de preguntas y quiero que las respondas-dije con vos autoritaria.

-¿No tendría que preguntarme él?-dijo el chico señalando a Gabriel.

-¿Y eso por qué?

De magia, amor y pérdidas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora