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Yukio se mantuvo unos segundos boquiabierta y la respiración se le entrecortó. Hubiera preferido mil veces que aquello que había visto, fuera un producto de su imaginación, antes que alguien más lo hubiera notado.

—¿A qué te refieres? —preguntó la mayor, esperando que todo fuera un malentendido— 

—A Uro, por eso te tropezaste...—susurró Hanon, para no alarmar a todo el mundo— ¿No es eso lo que te distrajo?

—Y-Yo...—tartajeó la euroasiática, empezando a sentirse nerviosa— ¿Q-Qué hacemos?

—Hmmm, no lo sé, tal vez deberíamos decirle a Hirato...—sugirió la albina, sin realmente tener muchas opciones— 

—Sí, es lo más conveniente. —asintió Yukio, yendo en busca del jefe de la segunda nave acompañada de su amiga— 

Creyeron que estos los seguían, pero aún seguían en el teatro así que volvieron a entrar, buscaron en los alrededores; dentro de la habitación de gerencia y administración del lugar, estaban Tsukitachi y Theodisia teniendo una conversación privada, pero Hirato no estaba en la sala. Yukio recargó su espalda en la pared para escuchar un poco más a detalle lo que decían a lo que se le unió Hanon.

—Lograste todo lo que te propusiste, eh. —sonrió el pelirrojo, revolviendo el cabello de la mujer, alborotándolo un poco— Siempre aspirando a ser la mejor. 

—Fui perseverante. —rió ella por lo bajo, pero más tarde suspiró— Aunque he de admitir que aún enfocada en el trabajo, no hay un día en que no piense en él...

—Eso creí, todavía se percibe ese brillo en tus ojos al mirarle. —aseguró Tsukitachi paseándose por la habitación— 

—Supongo..., pero creo que me odia. —se lamentó Theodisia, recargando su cabeza en el dorso de su mano— 

—Odiar es demasiado fuerte...—bisbiseó el hombre, que se sentó a su lado— Aunque creo que te guarda cierto rencor después de todo, no creo que sea nada que no pueda arreglarse.

—Espero que sea cierto..., no puedo creer cómo ha madurado, y Dios mío, ¡nunca pensé que pudiese ser más apuesto! —exclamó ella, extendiendo sus manos hacia el cielo provocando que su acompañante se riera— 

Yukio imaginó que se trataba de Hirato de quien hablaba, pues ya sabía que en algún punto, Yogi le había contado que éste y la jefa de la división del norte habían estado en una relación; casi se carcajeaba al escuchar cómo Theodisia alababa físicamente a Hirato, pensando en que ella no lo encontraba para nada atractivo. Hanon pensó lo mismo al intuir de quién hablaban, pero a ella no le hacía ni pizca de gracia enterarse que la ex pareja de quien le gustaba, aún tenía sentimientos por él y que tal vez tenía intenciones de recuperar aquello que una vez tuvo con Hirato. Iban a seguir escuchando, pero la presencia del susodicho les hizo girarse hacia atrás.

—¿Qué creen que hacen? —preguntó el alto hombre, arqueando la ceja, mirando especialmente a Yukio— Espero no estés intentando arrastrar a Hanon a hacer algo indebido.

—¡Ah, no, nada de eso! —gritó Yukio un poco asustada por haber sido descubierta escuchando la conversación de sus superiores— Estábamos buscándole...

—¿Mhm?  ¿Y eso por qué? —cuestionó Hirato alzando el rostro de manera inquisitiva— Que sea rápido...

—B-Bueno, a Hanon y a mí nos ha parecido ver a Uro...—musitó la peli-azul, sintiendo de nuevo una especie de escalofríos— Detrás de los últimos asientos del teatro hace rato...

—¿A Uro? ¿están seguras? El teatro está completamente cerrado durante los ensayos...—aseveró él, sosteniéndose el mentón mientras pensaba— Manténganme al tanto de si vuelven a verlo, estaré alerta de cualquier modo.

Tras bambalinas de Circus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora