21.

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Habían transcurrido tres semanas, y ninguno de los dos tortolitos se había puesto en contacto con el otro; Yukio pasaba aveces por el local de Adam, y miraba de reojo por fuera, realmente sin poner atención a quién estuviera dentro, sólo por recordar cómo todo parecía estar jodido por una tontería, y trataba de centrar su atención en su hermano menor, en procurar su bien, ayudarle en lo que podía...
Adam por su parte, no podía parar de pensar en Yukio en las noches, cada día que pasaba era un día más de remordimiento para éste, pero no quería perder su orgullo..., y cuando estaba a punto de llamarle, él recordaba toda la escena en su cabeza y se arrepentía.
En la nave del Circus era un poco tensa la situación, Hanon y Yogi sabían el gran problema de Yukio con Uro, pero no lo comentaban nunca, para no levantar ninguna sospecha, lo cual hacía que Hirato se cuestionara sobre el nervioso andar que tenían ambos si sus miradas se encontraban, pero al tener más asuntos de los que ocuparse, lo dejaba pasar.

Llegó la cuarta semana más tarde, en que el contacto parecía perdido hasta que un día se encontraron en el lugar de su primera cita por casualidad. Ella estaba en una de las bancas cerca del pequeño quiosco de mármol, y observaba los arbustos, parecía completamente en calma; Adam había ido con Benedict a dar una vuelta junto con Dmitri, y al verle ahí se le detuvo la respiración un momento...

—¿No va a ir a saludarle, señor? —preguntó el fiel mayordomo de Adam, mirando a éste  incluso si Benedict sabía la situación en la que se encontraban— Ha pasado ya bastante tiempo desde lo que ocurrió, señor, y sé que le echa de menos.

—No lo sé..., me da vergüenza hablar con ella porque seguramente sólo fue una imaginación mía. —susurró Adam, sosteniendo de manera firme la correo de su samoyedo; Benedict le dio unas palmadas en la espalda— ¿Debería...?

—No puede huir de ella toda la vida y dejar las cosas como si fuera un vestido inconcluso, joven Peterson. —aseguró el hombre mayor, extendiendo su mano para que le entregara la correa y éste pudiera entablar una conversación con Yukio— Sólo tienen que hablar, y después todo volverá a ser como antes.

—V-Vale, sigue dando vuelta a Dmitri, por favor. —pidió el azabache, determinado a ir a hablar con Yukio—

Yukio seguía inmersa en sus pensamientos y veía al quiosco, y todas las enredaderas con florecillas que le adornaban; una figura se posicionó delante de ella, y en efecto, estaba Adam parado mirándola con un puchero en los labios.

—...Hola. —habló ella para luego apretar los labios, Adam también puso una cara de incomodidad y se quedó unos segundos sin decir nada—

—Hola, ¿puedo sentarme? —preguntó Adam, aún sin saber muy bien qué iba a decir; Yukio asintió y él tomó asiento— ¿Cómo has estado?

—...—se detuvo Yukio a pensar, la parecía estúpida esa pregunta después de que no hubieran hablado durante tanto tiempo después de una pelea— ¿Es en serio?

—Umm...—suspiró el mayor, mirando a sus manos con las cuales jugueteaba de los nervios— Lo siento, Yukio...de verdad lo lamento.

—Déjalo, la gente siempre hace preguntas tontas. —contestó ella, mirando la banca de algunos metros de ahí; se quedó callada poco después—

—¿Huh? Ah sí, pero no me refiero a eso, me refiero a lo que pasó hace un mes en tu casa...; lamento haberte acusado sin fundamentos, y gritarte así frente a tu amigo, fui un imbécil, y no intento justificarme, pero me dejé llevar porque os veo juntos y creo que incluso eres más feliz con él. —soltó el chico, centrando su mirada en el rostro de la joven, que automáticamente giró su cabeza hacia él, arqueando una ceja— Así como siento haber dicho lo de Giovanna, pero en mi mente...así no me sentía "tan engañado" incluso si tú no habías hecho nada...

Tras bambalinas de Circus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora