5.

246 17 19
                                    

Más en los adentros del bosque, en donde estabanNai, Tsukumo y Hanon se escuchaban un poco lejanos los desastres que estaban ocurriendo...; el albino empezó a alarmarse demasiado, desesperadamente repetía el nombre de Yogi, mientras Hanon le acariciaba la espalda para que se tranquilizara.
Hubo un silencio porque Tsukumo y Nai habían escuchado un ruido, se quedaron mirando a sus alrededores; las chicas pidieron al menor que se escondiera mientras iban a ver que había sucedido; en el camino se encontraron al de pelo azul que sostenía al pelirrojo que se había desmayado.

—Ah, las muchachitas que escaparon son ustedes, ¿no? —preguntó Kiharu, quien era el de pelo azul, en la rama de un árbol— Vaya, vaya...así que es eso lo que se esconde debajo del gorro, qué lindaaaaas.

—¡¿Dónde están mis compañeros!? —gritó la rubia frunciendo el ceño—

—¡¿Uh!? ¿Y cómo voy a saberlo!? ¡El rubio enloqueció, los otros dos ya deben estar muertos! —aseguró el de cabello azules oscuros tratando de hacer reaccionar a Kagiri—

—¡¿Yukio y Gareki están en problemas!? —alzó la voz la albina preocupada—

Se quedaron ambas jóvenes pensando en qué sería lo que harían, tiempo suficiente para que Kagiri, el pelirrojo, despertara y los dos adversarios las noquearan. Se las llevaron pues creyeron que sería suficiente ganancia para su jefe Uro, así no estaría tan molesto de que hubieran sido derrotados por Circus; Nai se quedó con el YUKKIN, sintió un ambiente desagradable y peligroso y comenzó a gritar el nombre de las chicas.

Por otro lado, Gareki y Yukio se encontraban aún cubiertos de las plantas; era un poco incómodo pues no había oxígeno suficiente para que respiraran de manera adecuada. Yogi entonces, viéndose todavía diferente, los sacó y se pusieron de pie.

—Me preguntó porqué los salvé...—les susurró el mayor mientras los miraba fijamente—

—No nos reconoce...—pensó Gareki sosteniéndole la mirada— Yogi...

—¿Qué sucede? ¿Quieren jugar? —interrogó Yogi ladeando la cabeza y poniendo una sonrisita de oreja a oreja—

—¡Tú, grandísimo idiota! —gritó Yukio y le dio un gran puñetazo en la cara del chico más alto— ¡No, no queremos jugar!

—¡A—Auch! Eso duele, eres cruel, Yu...Yu....¡Yukio! ¡Gareki! —articuló Yogi recuperando ligeramente su conciencia—Estoy tan feliz...de que estén bien.

—¡Rubio! ¡Yogi! —comenzó a decir ella, con el joven desmayado en sus brazos— Demonios...

—Déjame llevarlo...—suspiró Gareki y cargó a Yogi en su espalda— Busquemos a los demás.

Mientras buscaban, Nai se apareció frente de ellos, sosteniendo al Yukkin en las manos, tenía una cara larga; corrió un poco más aliviado al verlo, les explicó lo que creía que había ocurrido; despertaron a Yogi para que pudiera devolverlos, y ése fue su último esfuerzo, ya que terminaron llevándolo a la torre de investigación donde lo llevaron una camilla y lo perdieron de vista.

Estuvieron en un sofá esperando un rato, hasta que un hombre alto de cabello un tanto desarreglado color melocotón rosado que hacía juego con sus ojos, quien vestía con una bata, les pidió a los tres jóvenes que le acompañaran. Para Nai y Gareki fue completamente normal, pues le habían visto antes, pero Yukio sentía un poco extraño al hacerle caso a un desconocido, sin embargo, siguió a sus compañeros, pues tampoco sabía muy bien a dónde habían ido a parar. Llegaron a otra sala y volvieron a sentarse; el posible trabajador del lugar les sirvió un poco de té y antes de empezar a charlar, observó a Yukio unos minutos.

—Ah, no le había visto a usted antes. —hizo una observación mirando a Yukio— Bueno, mi nombre es Akari, señorita.

—Yukio. —dijo la chica sorbiendo rápidamente el té y dejando el vaso sobre la mesita que tenían enfrente—

Tras bambalinas de Circus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora