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Al llegar a la nave, como era costumbre dijeron que estaban en casa, aunque Gareki y Yukio no lo sentían tanto como su hogar, pero era necesario para que las ovejas no objetaran ante su presencia; entraron a los pasillos y se encontraron con las chicas; Tsukumo corrió a abrazar a Yogi y a Nai, mientras que Hanon lo hizo con Yukio y con Gareki, fue un momento alegre para todos, hasta que más tarde apareció Jiki, diciendo que estaba ahí pues tenía órdenes de estar más con Nai y sus amigos; tuvieron una pequeña celebración de bienvenida  y luego se fueron a descansar. 

Otro mes transcurrió, era 20 de febrero, el día de cumpleaños de Yukio, por lo que acababa de cumplir 18 años, dato que únicamente conocía Hanon; era de noche y había salido de su cuarto un poco adormecida, en la ropa habitual que usaba para dormir. Se dirigía al lugar en el que solían comer y guardar los alimentos, y al llegar se encontró con Nai, Gareki y Yogi conversando en el comedor; el rubio les contaba acerca de los incidentes relacionados con Kafka, que existían dos casos de estos, los de criminales íntimos con la organización enemiga y cuando aquellos criminales de una forma u otra, transforman a gente normal en Varuga y los obligan a matar gente en contra de su voluntad, pero al ver que el tema era un poco grotesco y se percató de la presencia de Yukio.

—¡Yukio, creí que te habías acostado a dormir ya! —vociferó Yogi, poniéndose de pie y acercándose a ella— ¿Q-Qué ocurre? ¿H-has tenido pesadillas?

—Hmpf, sólo tengo hambre...—suspiró ella, cabeceando de manera involuntaria— ¿Podrías darme un vaso de leche?

—¿N-no prefieres comer algo más consistente? —interrogó el rubio e inconscientemente extendió un poco los brazos para sostenerla, pero sin tocarle; ella negó con la cabeza— Está bien, te serviré, espera. 

Yogi rápidamente le tendió la mano sosteniendo el vaso, y ella lo sorbió de sentón, le entregó el vaso vacío y ella le dio unas palmadas en el pecho; se despidió con un ademán de los otros dos y regresó a dormir. 

—Tch, a veces es tan rara. —dijo Gareki, rodando los ojos y tomando un poco de agua— 

—A veces quisiera que nos hablara más. —respondió Yogi, volviendo a sentarse y recargando su mentón sobre sus nudillos— ¿No quisieran lo mismo? ¿Saber más sobre ella? 

—¿Sobre quién? ¿Sobre Yukio? —interrumpió una voz femenina, que había hecho acto de presencia sin que se dieran cuenta— 

—¡¿H-Hanon!? —cuestionó el rubio, con la cara sonrojada pues la amiga íntima de Yukio le había escuchado, pero a la vez sorprendido de no haberle escuchado entrar— Y-Yo...

—Podrías empezar sabiendo que hoy es su cumpleaños. —rió la albina por lo bajo, que tomó una manzana y salió diciendo— Las manzanas están perfectas para un pay...

Yogi suspiró, había sido el cumpleaños de la chica y probablemente Hanon había sido la única que le había felicitado; de haberlo sabido, él habría organizado alguna especie de fiesta pequeña en la nave, siempre con el fin de que se sintiera en casa, aún así, pensó en qué podría compensarlo; Gareki y Nai también se sorprendieron, pero el azabache únicamente pensó en que ésta podría ahora echarle en cara que no era más una "niña", y Nai pensó en felicitarle después. Después de otro rato de plática, Yogi les dijo que al día siguiente irían de paseo al castillo de hierro ambulante, y les dio guías de viaje, más tarde se fueron todos a dormir.

El lugar al que Yogi se refería en realidad se llamaba Vantman, era una ciudad muy grande y bonita, llena de tiendas y locales de todo tipo; llegaron todos bastante emocionados a excepción de los clásicos de expresión indiferente. Aún así, todos fueron curioseando por cada negocio, aunque Jiki lo hizo por su lado, sin antes intentar convencer a Hanon de acompañarlo, a lo que Yukio le respondió que no en seco, así que decidió partir; la tripulación de la segunda visitó de gafas, de ropa, de zapatos, de accesorios, entre otras cosas y finalmente llegó a la tienda favorita de Yogi.

Tras bambalinas de Circus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora