Prólogo: Alguien más

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Tiene la cabeza hecha un desastre, todo le está dando vueltas y no es precisamente debido al rubio que duerme plácidamente a su lado, el mismo que hasta hace unos minutos lo abrazaba contra su pecho. Aquel individuo que conoció ayer por la noche, cuando Kaminari tuvo la brillante idea de invitarlo a un bar nuevo del cual solía hablar mucho.

¿Pero qué está haciendo ahí cuando él tenía una persona a la cual respetar?

La culpabilidad comenzó a carcomerlo, el aire le hizo falta y como pudo se levantó de la cama, recogió sus cosas y se iba vistiendo mientras salía con prisa del cómodo departamento. Lo peor es que dentro de él sabe que no se arrepiente, que todas las emociones que le hizo experimentar Bakugou fueron totalmente nuevas, a pesar de haber estado casado por varios años, el mayor le había enseñado escenarios que ni siquiera se ideó en la mente.

¿Qué pensaría Shinso de esto?

Joder, le había jurado amor eterno en frente de toda su familia, avalado por un papel, detrás de un montón de besos y lágrimas que el día de su boda se había convencido de que jamás podría ser más feliz.

Se había convencido de que la vida era así, con un matrimonio que empezaba y con ello toda libertad era compartida. Era tan joven cuando unió su vida a la de Hitoshi Shinso, porque su historia había sido digna de una novela romántica para adolescentes, conociéndose en la universidad en circunstancias extrañamente coincidentes para dos personas tan diferentes.

Todas sus primeras veces fueron exclusivamente para Shinso, desde su primer amor hasta su primera vez, sobre todo por su primer corazón roto. No porque su esposo fuera un hijo de puta que lo hiciera a propósito, no, en los 8 años que compartieron juntos, 2 de conocerse, tres de noviazgo y 3 de matrimonio, la razón de su corazón roto fue el día en que le dieron la noticia en que un accidente se lo había arrebatado de su lado.

Ese día fue el parteaguas en la vida de Midoriya, porque nadie espera quedarse viudo a los 26 años, ni perder a la persona que considerabas el amor de tu vida, aunque Kaminari dijera que desconocía si realmente el amor de su vida pudiera ser Shinso, cuando probablemente viviría otros cincuenta años para averiguarlo.

De eso han pasado poco más de dos años, y cuando recordaba haber prometido fidelidad hasta la muerte, no pensó nunca en la de Shinso, sino en la propia. Una promesa que rompió cuando Katsuki apareció a lo lejos, viéndole con una mirada de deseo que jamás esperó despertar en nadie, porque ni el propio Shinso le había visto de esa manera tan lujuriosa.

La situación lo perturba como un balde de agua helada, ayer, cuando peleó con Denki a gritos no pensó que esto sucedería, se supone que solo tomaría un par de tragos, bailaría y regresaría a casa para llorar una vez más en frente del altar para su difunto esposo.

''—¿Estás seguro de continuar? — le preguntó Bakugou, cuando estaban acostados sobre su cama, con los labios hinchados de tantos besos, a pesar de los constantes manoseos que se dieron en el bar, el rubio no iba más allá de donde Izuku lo permitía o más bien lo externaba.

—Quiero hacerlo, puedes hacerlo, por favor. ''

El recuerdo le lastima, porque no podía echarle la culpa a estar ebrio cuando no fue así. Lo que sí es que estaba muy sumido en las sensaciones que despertó Bakugou en él, porque jamás se había calentado con una mirada, y ningunos labios podían igualar la habilidad que encontró en el rubio.

Por la noche anterior, cualquier rastro de dolor se fue, Shinso no estaba ocupando toda su mente, tampoco se recriminaba no haber muerto él en lugar de su esposo, quien seguramente habría seguido con su vida, porque él era así, más desprendido y despreocupado.

Eso es lo que duele, saber que, por unas horas, todo desapareció. Y el sentimiento de culpa por ello era grande, debido a que no estaba respetando un trato que tantas veces perjuró, no solo en la ceremonia de matrimonio, no, cuando en las noches se dormía sobre el pecho del mayor, o cuando alguno de los dos tenía sus ataques de inseguridad.

El cuerpo que alguna vez solo le perteneció a Shinso, ahora había sido compartido con alguien más.

Ponerse la ropa le hacía llorar cada vez más, porque por su torso se encuentran las marcas por las cuales ayer aclamaba, y mientras iba cambiándose, más imágenes eran reveladas, pequeños flashbacks le quitan el aliento y su vista es tan nublada que choca un par de veces con lo que tiene a los lados.

Avergonzado, tomó un taxi hacia su casa, no pudo darse el lujo de hacer el trayecto en cualquier otro medio, lo que necesitaba era de llegar a su refugio, alejarse de Bakugou y todo lo que le hacía sentir, porque era peligroso, que él pudiera hacerle olvidar a quien más había amado... No, no necesita de nadie más que el recuerdo de Hitoshi.

Los hipidos se escuchaban demasiado, por lo que no tuvo mejor opción más que mordisquearse los labios para no asustar al conductor, mismo que sinceramente no estaba interesado en los problemas de sus pasajeros, así era su cultura, no podían inmiscuirse en la vida ajena, más por comodidad que por respeto.

— Gracias por el viaje. — habló con la voz entrecortada, sonaba tan patético que no le quedó de otra más que suspirar.

Entrar a la casa fue otro dolor, otro tipo de remordimiento porque esa era la casa que le habían heredado sus abuelos a Hitoshi, el mismo lugar donde le decía que ellos también podrían llegar a viejos y disfrutar de su estilo antiguo.

— ¿Por qué hiciste tantas promesas que no cumpliste? — bufó, yendo hacia el altar, en donde también estaba la urna con las cenizas, esas que se ha desistido a depositar en el nicho familiar, porque no estaba preparado para separarse de lo último que le quedaba del amor de su vida.

Ver el montón de fotografías de distintos días de su vida eran pinchazos constantes, y aun así nada fue peor que ver la fotografía entre inciensos, cayó de rodillas, haciendo que el piso de madera estrujara por su acción. — Perdóname... perdóname. — el llanto que hasta hace segundos se estaba calmando se transformó en fuertes sollozos que no le permiten respirar con propiedad.

No quiere a nadie más en su vida, porque las promesas debían ser para siempre, así, aunque el dolor fuera constante, aunque volviera a su encierro como lo ha estado viviendo desde ese 12 de abril en donde todo en su vida perdió sentido. No merecía amar nuevamente, no es necesario, y sabe que jamás volverá a ver a Bakugou, era lo mejor.

Su vida únicamente le pertenece a alguien muerto.

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¡Holaaaa! Me alegra mucho que llegues hasta aquí, espero que esta nueva historia pueda atraparte ;-;

Sé que ya tenía tiempo prometiendo esto, sin embargo, saben que mis ideas tardan como un año en querer salir jiji. Esto es solo el prólogo, contaré más detalles en el primer capítulo, sobre todo cómo es que se conocieron Deku y Kacchan uwu lamento si es un poco confuso o no es completamente atrapante. Tenía ganas de hacer algo así desde hace tiempo, y sobre todo quería poner a Deku con alguien diferente, y Shinso me encanta así que lo sienTO por matarte mi amor <3 

Muchísimas gracias por el tiempo que emplean en leerme, espero que sea una nueva aventura que podamos disfrutar enormemente. Ya saben que agradezco cualquier tipo de interacción, las vistas, votos, comentarios y sugerencias ¡Mil gracias!! no sé cómo devolverles tanto amor ;-;

Les recomiendo leer bien los tags, este fic es Doncellaverse, un mundo que se ha visto desplazado por el omegaverse, básicamente es donde los hombres pueden embarazarse, pERO veremos eso más a detalle en la misma historia. Ya no doy más lata. Los amo mucho preciosos seres del universo <3  

Nadie más [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora