—Hijo, tienes que estar un poco más quieto, yo sé que el médico ya te dijo que todo se encuentra en perfecto estado, solo que si te invité a comer es porque yo haré todo y tú te quedarás sentado ¿Bien? — Una ocupada Inko le alejó de la cocina, solo había tomado los granos de arroz para lavarlos, a ojos de su madre, esa acción iba a causarle una alergia terrible de muerte.
Ya no la puede juzgar igual, porque su bebé estaba alimentando ideas similares, el pequeño Bakugou dentro suyo ya le había causado miles de pensamientos fatalistas en donde tenía miedo de lo que le fuera a suceder.
—No me va a pasar nada, pero si con eso te quedas tranquila, te haré caso. — con pesar se sentó en una de las sillas, últimamente no le gustaba sentarse, su vientre golpeaba en la mesa y su ropa se estiraba en la zona, en pocos meses había cambiado mucho, seguramente por encontrarse en su último trimestre.
—Me agradecerás que no te deje hacer nada, una vez que el bebé nazca no vas a poder con tantas cosas y toda la vida. Una vez que nacen, olvidas lo que es ser solo tú en esta vida. — la voz anhelante y soñadora de Inko le recuerda a Midoriya lo buena madre que ha sido con él, muchas veces se enojó con ella por quererlo meter en una caja de cristal y alejarlo de la malicia del mundo.
Qué bueno que su madre lo había cuidado tanto, crecer con una madre que no hiciera aquello no lo habría hecho el hombre que es hoy en día. No tener su apoyo lo habría hecho caer, y tristemente apenas era consciente del daño que infligió en la mujer en los últimos años, temiendo que en cualquier momento le dijeran que algo le había sucedido.
Su visión cambió.
Su hijo no salía todavía de su vientre y, no obstante, pensaba en él con sus mismas actitudes y acciones, cosas que le dolerían en el alma. No, Inko no se merecía aquello, no merecía tener miedo de que Izuku fuera a dañarse a sí mismo. En ese instante se prometió cambiar, mantener la sonrisa que su madre había perdido, sustituido por una constante mueca de preocupación que no le importó lo suficiente en el pasado.
—Todos me dicen lo mismo, comienzo a creer que solo quieren asustarme. — la bella mujer robusta se ríe con gracia con las palabras de su hijo. Izuku siente el pecho calentarse por aquello. —Sea como sea, creo que vale la pena ¿o no?
—Lo vale, todo. — respondió deprisa y volviendo a su memoria. —Por más que te lo pueda explicar, el día que lo tengas en tus brazos no se compara. Saber que has podido dar una nueva vida...— el suspiro que largó contagió a Izuku, haciéndolo suspirar por igual. —Es algo hermoso, y no sabes lo feliz que soy por saber que tú vas a poder experimentarlo también.
—Pensé que nunca sucedería. — los consejos de Shinsou por olvidarse de su ilusión funcionaron de cierta manera que todavía se levantaba sorprendido cuando descubría que no estaba en un sueño. —Todavía no creo que haya pasado.
—Tu amigo... ¿Él está también feliz? — Inko no era de esas mujeres que se metieran en temas delicados, no después de acostumbrarse a las reacciones explosivas que podría darle su hijo.
—Más que feliz. — admitió con cierta nostalgia. Bakugou adoraba a su hijo como pocos padres lo hacían. —No deja de hablar con él y decirle cosas tan cursis que hacen que se me calienten las orejas.
Complacida, a la mayor le dio pesar que su hijo estuviera viviendo esa etapa con un amigo y no una pareja, ajena a la realidad de lo que sucedió con ellos dos. —Por lo poco que me has contado, ese chico será muy buen padre.
—Sí...— Un Bakugou responsable, apto para cuidar de un menor y llevarlo por una buena crianza a diferencia suya.
—Sé que me has dicho que son solo amigos, es que estoy curiosa por saber entonces ¿Los dos siguen técnicamente solteros? Si tú o él quisieran salir con alguien más ¿No habría problema?
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Nadie más [KatsuDeku]
Fiksi PenggemarPerdido entre recuerdos, anhelos que no se pueden cumplir y la culpa, Izuku no ha podido despedirse de su difunto esposo. Creyendo que lo mejor es permanecer fiel por todo lo que le queda de vida, un bar y Bakugou cambian esa perspectiva en solo un...