Capítulo 10: Amenaza

904 135 235
                                    


—Así que rechazaste al alfa porque juraste amor eterno a tu esposo... — Aizawa miraba con tranquilidad a su paciente, el mismo que tendría medicado si es que no tuviera un embarazo avanzado, porque de haberlo sabido antes, le habría aconsejado que lo mejor no era tenerlo, no con su estabilidad mental.

—¿Qué más podía hacer? ¡Lo hizo en nuestra casa! No entiende ni un poco de razones. — un muy cabreado Midoriya cruzado de brazos le contaba todo. —No quiero volver a verlo, ha estado insistiendo la última semana.

—Tú mismo me has dicho que él es el otro padre del bebé, supongo que quiere formar parte de la vida de su hijo.

—No es su hijo. — cortó de inmediato. —Es mío, no lo necesito, tengo suficiente para atenderlo.

—Midoriya, solo quiero cerciorarme de una cosa ¿Por qué has decidido tener un hijo suyo cuando a él no lo quieres cerca?

El peliverde pensó poco, a los ojos del psicólogo-psiquiatra. —Siempre fue mi sueño formar una familia, y este bebé pudo haber sido de Shinsou, si tan solo él no hubiera fallecido...— jadeo de decirlo, porque nunca había sido fácil aceptarlo de alguna forma. —Bakugou solo es una persona efímera en mi vida.

—Tú lo dejaste entrar en tu vida, es obvio que él no piensa lo mismo de ti, que no quiere que seas alguien efímero.

—Está loco. — contestó Izuku y Aizawa en serio quiso reír por la ironía. —Me iré y tendrá que olvidarse de mi bebé, él podrá conseguirse a alguien más, solo que es terco.

El psicólogo asintió, más que por afirmar era por costumbre. —Pero cuéntame más sobre lo que has sentido con el embarazo, por favor.

Ambos se sumergieron en la plática de costumbre que debían tener dos veces por semana desde que Toshinori le casi obligó a volver a terapia, porque el doctor también estaba preocupado por el futuro de uno de sus pacientes consentidos.

Tal parecía que todos concuerdan en que Izuku no estaba del todo en sus cabales y, sin embargo, el doncel era el único en aferrarse en una verdad inexistente.

☙◆❧

Si Bakugou hace semanas sentía que la vida lo odiaba, hoy por hoy podía confirmarlo en todas sus facetas. Los pasados días solo trataba de convencer a Midoriya de que el amor era algo que podía ser cíclico, que él no iba a llegar a querer borrar a Hitoshi de su vida y mucho menos faltarle al respeto que el menor le tenía.

Por obvias razones, y la causa de que su semblante esté hecho un desastre es que no hubo nada a su favor, Izuku le tenía tomado de las bolas y no entendía sus razones por haberlo cagado a palabras de que era un imbécil por pedirle matrimonio.

Jodidamente tenía los ojos brillantes cuando lo vio ¿Por qué se niega a aceptar lo que siente? Sí, es difícil y jamás se imaginó que sería muchísimo más complicado de lo que pensó llegar a vivir, y sí, solo tal vez hace semanas había hecho el juramento de olvidarse del peliverde y seguir con su vida.

Pero un hijo suyo... Un niño que podría crecer sin su otra figura paterna, quizás creyendo que él no lo amó, que no le importó o que lo abandonó a apropósito porque por lo que había visto de Midoriya, le creía capaz de todo.

El joven que conoció en el verano no era el mismo que se encontraba cotidianamente, porque el hombre al que iba a ver para hablar era más que cruel, lo trataba peor que una basura, como si él hubiese tenido la culpa de haberse metido en su fantasía necrótica. Y solo un par de veces creyó que fue un idiota por no haber usado protección la mayoría de las veces que estuvo con Izuku, porque en ese momento ambos pudieron haber sido solo alguien más en la vida del otro.

Nadie más [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora