Capítulo 15: Nadie más

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La maleta que llevó hace meses es recatada de ropa, y ahora tal vez se está arrepintiendo de haber regalado muchas de sus pertenencias, puesto que, de no haberlo hecho no estaría empacando con prisas, solo habría tomado las cosas necesarias de Natsuki y huido del lugar donde estaba siendo feliz de nuevo.

Es un cobarde por no esperar a Bakugou, por no querer saber el motivo por el cual se ha deshecho del anillo de compromiso. Quiere callar con todas sus fuerzas las ideas que llueven con truenos por su mente, de las dolorosas imágenes de alguien más con el rubio, de alguien que lo hiciera feliz como él nunca pudo hacerlo.

¿Para qué mentirse?

Se está tardando demasiado, y no es gracias a las lágrimas que caen violentamente en la ropa mal acomodada. Su cuerpo se tarda, sabiendo que faltan menos de veinte minutos para que el dueño del departamento llegase.

¿Es mucho pedir que Bakugou le detenga? Que resulte que ese día decidió llevarse el anillo con él, que lo escondió en un bote del refrigerador o que siempre estuvo en el mismo cajón a pesar de que lo buscó más de diez veces.

Natsuki sigue dormido, el hilo de saliva que le cae de las comisuras lo hace reprimir un sollozo. Su pobre niño, el ser más inocente que conoce, en medio de sus inseguridades y malas decisiones. Pero no puede dejarlo, por mucho que en su cabeza suene a lo mejor, se moriría si Nacchan se queda con su otro padre.

La pañalera lista y ahora su maleta que estaba tratando de ser cerrada le retiene. Usaría el bambineto como porta bebé, no cree que a Katsuki le moleste que lo use en lo mientras. Ve el cuarto con lentitud, las cortinas, la mesa de noche y todo lo que alguna vez vivió ahí.

Dentro de esas paredes ha conseguido la felicidad. Consiguió miles de veces olvidar, y le duele no haber podido reaccionar a tiempo. Duele porque está mejor, pero no lo suficientemente mejor como para haber equilibrado todo. La puerta en la que se recargó, el piso por el cual corrió y la cama en donde hizo el amor, todo está ahí, y todo se tiene que quedar.

Cuando la maleta por fin cerró, un gemido de dolor se atrevió a salir. —Vamos a pasear un poco Nacchan. — llamó lo más calmado que pudo al bebé, tomándolo con cuidado y pegándolo a su pecho. Su calor ayudaba, pero no era suficiente para llenar el vacío.

'Tienes que tranquilizarte' repite en la mente, exhalando e inhalando paso a paso. No podría pedir un taxi en esas condiciones, le llevarían a la estación de policía y no necesita más dramas aparte del que está haciendo ahora. —Shh...— susurra cuando el menor se remueve, extrañado por ser cargado cuando la cama estaba siendo muy cómoda.

Las lágrimas dejan de caer como monzón, y su pecho no se contrae de igual manera. La puerta suena, con el típico saludo de Bakugou y se vuelve a desmoronar, odiándose por tener que mostrarse así para Natsuki y Bakugou. Tan molesto como feliz, pues la presencia del rubio le da un miligramo de esperanza.

—Deku, ¿Vas a querer? — la pregunta se pierde al observar al peliverde, la maleta maltrecha no pasa desapercibida por sus instintos. —¿Qué estás pensando?

—Lo vendiste. — contesta Izuku, rehuyendo de la mirada cargada de dudas.

A Bakugou le habría encantado saber de qué iban las palabras ajenas, lastimosamente, la ignorancia es más fuerte. —¿Por qué no me das a Natsuki?...

Crees que estoy teniendo otro episodio...— El resoplido de Midoriya retumbó, entregándole al niño sin problemas y por fin encontrando las pupilas rubíes. —Sé que no estoy bien, pero ¿Hacerle daño a mi propio hijo?

Nadie más [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora