Si alguien le dijera que se tragaría sus propias palabras al aceptar una tercera cita con Bakugou, pensaría que habría sido una excelente broma, una que jamás vio venir y que mucho menos esperó que disfrutase en creces.
Pero ¿Cómo decirle que no a Bakugou? Al final de su primera cita en la cafetería, le había dicho que deberían haber ido a un restaurante donde ofrecían un katsudon delicioso, además de cerveza artesanal que les haría deshacerse del calor que estaba presente en la temporada.
De ahí, aceptó la tercera porque vieron el promocional de una película, la promesa de ir a verla juntos salió naturalmente, y de no ser porque Bakugou se refería a sus salidas como citas, no lo habría conectado con una.
Salir con Katsuki era como un libro en blanco, en el cual dejaba que se escribiera solo, y no había otros pensamientos de por medio. Nadie existía mientras estuvieran en su burbuja.
En el mes que han estado conociéndose, el mayor le había demostrado a Izuku que sus intenciones no flaqueaban así tuviera una lengua afilada cuando no estaba de humor. Bakugou tampoco era un terrón de azúcar, tenía sus momentos de ser demasiado entrometido, no obstante, seguían buscando la manera de seguir platicando con cada encuentro.
Midoriya sabía que cada lunes y jueves tendría al hombre esperando por él en la parada de autobús, si tenía tiempo, lo dejaría en su casa y le dejaría besar sus labios, fingiendo que no estaba esperando por eso.
La pesa le mostraba que había subido tres kilos en el mismo lapso, hace años le habría preocupado, en el presente le tenía sin cuidado haber subido de peso, al contrario, Bakugou le decía que se veía muy saludable, Denki no dejaba de atribuirse el logro, y en cierta forma tenía razón, entre él y Bakugou lo tenían en engorda.
—¿En qué tanto estás pensando? — preguntó el rubio tomando la mano del menor, la función se había acabado y apenas salían del recinto.
—¿Hm? Creo que ¿En nada?
Bakugou rodó los ojos, tratando de no sonreír con sorna porque Midoriya seguía pensando que podría engañarlo con ese semblante tranquilo.
Por un momento, el mayor creyó que Deku desistiría a su invitación para ir a casa. No había dobles intenciones -o no del todo- en querer ir a cenar a su departamento. Ninguno tenía ganas de salir a comer a otro lado, y según el rubio, era muy buen cocinero.
En el último mes, Bakugou ha aprendido demasiado sobre el peliverde. Tenía que ser sumamente cuidadoso con sus palabras y con sus acciones, tal como temas tabú como el de Hitoshi, hablar sobre él estaba estrictamente prohibido.
Temas sensibles que Midoriya no permitía hablar. Shinso era uno de ellos, porque traer a colación al hombre era como recordarle a Izuku que él no debería estar hablando con otro hombre, mucho menos fantasear con los besos platónicos que se daba con Bakugou en cada encuentro.
Otra cosa que causó la curiosidad de Katsuki, fue la infertilidad de Izuku, preguntó inocentemente hacia un par de semanas ''Es un tema del cual no me gusta hablar, solo soy un hombre común que tiene un útero de adorno'' contestó aquella vez y aún con todas las ganas de replicarle y decirle que no era cierto, la mirada hostil del más bajo lo hizo detenerse.
Ni qué decir con todo lo que tenía relación con su pasado. Midoriya estaba siendo muy hermético con su persona, no le quería presentar a nadie y tampoco quería conocer a sus amigos, si tan solo supiera que él y Kaminari hacen planes para que vaya saliendo de su burbuja, probablemente se moriría de un coraje.
La mano cálida del rubio se sentía áspera bajo su toque, le gustaba acariciarle los nudillos en lo que iban caminando hacia el área de los edificios. —¿Y qué vamos a cenar?
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Nadie más [KatsuDeku]
FanficPerdido entre recuerdos, anhelos que no se pueden cumplir y la culpa, Izuku no ha podido despedirse de su difunto esposo. Creyendo que lo mejor es permanecer fiel por todo lo que le queda de vida, un bar y Bakugou cambian esa perspectiva en solo un...