Capítulo 1

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Recuerdo el frío del piso, la sensación de mareo y la sangre

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Recuerdo el frío del piso, la sensación de mareo y la sangre. Sangre que se extendía por todos lados. Primero fueron algunas gotas, luego estas se intensificaron arrasando con todo a su paso, manchando mi piel, la ropa que llevaba en ese momento y por último el suelo blanco del baño. Recordaba con precisión aquellos detalles.

A veces tengo esa sensación de volver a ese recuerdo en específico para revivirlo solo por algunos segundos. Fue solo un corte profundo lo que necesité para que mi vida cambiara por completo, un corte que me hacía recordar a la cuchilla de mi patín cuando esta misma se deslizaba perfectamente y con un borde profundo en el hielo.

Las manos de mi abuela son las que acompañan mi recuerdo, frías y sin emoción. No hubo gritos, en cambio obtuve regaños hasta que la oscuridad me tragó por completo.

Respiré profundamente volviendo a concentrarme, mi cuerpo lucha con el cansancio y el barro. Una pequeña llovizna antes de comenzar a correr se convirtió más tarde en una tormenta que empezaba a molestarme, solo faltaban algunos kilómetros y llegaría a la cafetería. Allí podría refugiarme por algunos minutos o horas dependiendo del clima.

Correr es mi terapia, me ayuda a concentrarme todos los días. Por supuesto gozaba de sus ventajas: dos horas por la mañana los siete días a la semana contribuía psicológicamente y a mantenerme en forma. Aunque no era ni el 20% del ejercicio que hacía antes, influía enormemente en el proceso de recuperación.

La música se detuvo cuando sonó la alarma, eso me indicaba que el ejercicio había terminado justo a tiempo, como siempre. Abrí el cierre del bolsillo de mi abrigo para poder sacar mi celular y apagar tanto la música como la alarma, miré la hora confirmando que eran las diez. Busqué en mi bolsillo un billete y entré a la cafetería.

—Límpiate los pies. —El encargado me señaló un pedazo de cartón en el suelo para que hiciera lo que me ordenó—. ¿Lo de siempre?

Asentí esperando mi pedido.

La cafetería era la única en todo este sector y por eso era un poco concurrida, mayormente los fines de semana los cuales trato de evitar. El café de aquí es principalmente su rasgo distintivo, es muy demandado especialmente el común y algunas variantes.

Miré por la ventana, la lluvia había aminorado un poco, lo suficiente para que pudiera salir y no empaparme completamente. Este tipo de clima era muy común, sobre todo en estas partes, además de la nieve. Los climas fríos rodaban casi todo el año.

—Su pedido está listo. —El chico me entregó los dos cafés y proseguí a pagar. Esperando el cambio, decidí colocarles protectores a los vasos y saqué dos sobrecitos de azúcar de una cajita que estaba en el mostrador. Al recibir el cambio, salí de allí para poder llegar junto a Flor.

Conocía perfectamente el camino desde la cafetería hasta el consultorio, apenas eran dos cuadras de distancia y aceleré para tratar de no mojarme tanto. Las calles estaban vacías y el agua apenas lograba drenarse correctamente, evité los charcos de agua que estaban formados en la vereda y como pude protegí el café hasta llegar a su consultorio. Flor ya se encontraba en la puerta teniéndola para que pudiera pasar.

Sueños sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora