Capítulo 38

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Acomodé las mangas de mi vestido, el negro era algo característico en los vestuarios de las exhibiciones

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Acomodé las mangas de mi vestido, el negro era algo característico en los vestuarios de las exhibiciones. El vestido era sencillo con algunos brillos como detalle, siempre procuraba llevar ropa extra porque uno nunca sabía lo que podría pasarles a los trajes ya establecidos para las rutinas. El día de hoy esa prevención me sirvió para presentar algo discreto y acorde a la presentación.

La exposición que haría dentro de algunos minutos era la que iba a presentar en los Juegos Olímpicos, no exactamente igual, pero tenía la esencia. Sin algunos movimientos, principalmente los saltos, ya que mi cuerpo no estaba preparado para eso.

—Todo estará bien. —Susurró Mallory. Había muchos patinadores de todas las disciplinas esperando su llamado a la pista. La mayoría no venía con sus entrenadores, no pude dejar a Mallory atrás, la precisaba para empujarme si era necesario en la pista.

Dejé escapar un profundo suspiro y asentí mientras tomaba la pluma roja que le hice conseguir. El grupo de Amalia dejó la pista y antes de irse me dio una mirada que pretendía ser intimidadora.

—¿Dónde está tu compañero? —dijo al pasar al lado mío.

En su cuarto de hotel. Seguramente estaba mirando la exhibición y eso me ponía más nerviosa. Él suele ser algo tranquilizador cuando entró en la pista y no tenerlo ahora es abrumador.

Mi nombre sonó y los gritos más los aplausos era lo único que escuchaba al entrar. No recordaba la última vez que estuve sola en el hielo, bueno tal vez si lo hacía. Fue hace tiempo atrás cuando era alguien importante, antes de que todo se derrumbara en los juegos olímpicos. Esa fue la última vez que me enfrenté al hielo sola y al volver a la pista lo había hecho con Gunther. Él me ayudó a no sentirme sola para enfrentar a esa inmensidad blanca y fría.

Momento de interpretar porque esa era mi única arma en estos momentos. Dejé que las notas de piano sonarán antes de empezar. Tomé disimuladamente respiraciones profundas mientras dibujaba en el aire con la pluma, escribiendo mi camino y como llegando a un punto de mi vida en donde todo parecía derrumbarse, estaba perdida. Dejé la pluma en el hielo en un espacio específico para volver por ella al final.

Me dediqué a dibujar patrones en el hielo en una improvisada coreografía. Estaba abrumada porque me sentía sola, pero entendía que debía hacerlo. Contar mi historia, aunque no la entendieran las personas, como tuve que enfrentarme a la pérdida de mis padres y como no pude sobrellevar su muerte porque eran mis pilares y ambos al mismo tiempo se fueron, como tuve que retroceder para entender que había hecho las cosas mal y que tenía que curar bien mis heridas sino siempre volverían a sangrar.

Mi pasado estaría allí siempre, pero eso no era excusa para dejar que el mismo se interpusiera en mi presente. Debía dejarlo atrás y aprender de ello superándolo lo mejor posible para poder seguir adelante. Y había hecho grandes cambios tomando decisiones acertadas y otras no tanto.

Mi cuerpo tiró un poco al hacer una pirueta en diferentes posiciones. Al final, cuando me enfrenté a la pluma de nuevo y la levanté, terminé de escribir en ese momento el final de mi pasado, dando un punto final. No podía olvidarlo porque era parte de mí, pero podía realmente seguir adelante. Aceptar lo que pasó y soltarlo para seguir.

Sueños sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora