𝐎𝐏𝐇𝐄𝐋𝐈𝐀 [ 𝚎𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝚙𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎 𝚡 𝚘𝚌 ]

₁₁. ᵗʰᵉ ᵃʷᵃᵏᵉⁿ ᵒᶠ ᶠᵉᵉˡⁱⁿᵍˢ

ONCE

❝ EL DESPERTAR ❞

          PARA SU EDAD, Miraz embestía cual soldado en sus treinta. Definitivamente le estaba proporcionando a Peter bastante esfuerzo y a todos los demás, tensión.

A Edmund le dio un vuelco el corazón cuando notó como alguien lo cogía de la mano y le daba un apretón. Lía era la causa.

Realmente, ella era la causa de todo.

Cuando la conoció no pudo evitar pensar que era una niña amargada y estirada, una aburrida y una plasta, tal y como su hermana; razón por la que solo escucharla resultaba irritante.

Durante su estancia con la Bruja Blanca no pudo evitar arrepentirse. Tampoco la había conocido a fondo y la había tratado fatal. Él supuso que la razón por la que siempre estaba pendiente de ella era su culpabilidad de años anteriores, de haberla metido en una guerra sin apenas conocerla.

En sus diez años de reinado, la molestó y picó todo lo posible. Él creía que era divertido, mas se dio cuenta que la razón era mucho más profunda. Siempre la buscaba, estaba todo el día pegado a ella, riendo o haciendo bromas.

Unos días atrás, ella le preguntó de qué se arrepentía más en su reinado. La respuesta era muy sencilla; jamás haberla dicho lo guapa que le parecía o lo coladísimo que estaba por sus huesos ━aunque de eso no estaba tan seguro━, y es que ella tampoco quería ninguna relación con nadie, mucho menos con el amigo pesado que no la deja en paz.

Siempre mantuvo la esperanza de poder hacerlo más adelante, cuando fueran más mayores y sus sentimientos fueran definitivos y no una simple atracción de juventud. Él iba a esperar, si es que con tan solo estar unos minutos con la castaña se le alegraba el día. Pero volvieron a Londres, a ser niños. El sentimiento ya no era tan fuerte, o por lo menos en un principio. Él seguía creyendo que se le pasaría en seguida, no fue así.

Fue una ventaja, realmente, pues así tendría el tiempo suficiente para conseguir que ella sintiera lo mismo.

Claro que sus métodos para atraerla, muchas veces, la alejaban. Además, cuando comenzaron de nuevo el colegio, todos parecían engatusados con la ojiverde, tanto alumnos como profesores. Era guapa, lista, participativa, amable, educada... ¿Qué más se podía querer?