Escuchar las voces de mi madre y padre desde mi habitación, indicaba que el domingo había comenzado, sinceramente detestaba esos días ¿Por qué?
Mi padre descansaba de su semana de trabajo duro, lo cual indicaba que se me prohibirían muchas cosas, como ver la tele, estar en la computadora, salir con mis amigos y un sin fin de cosas... pero lo que más repudiaba de aquel día era el ambiente tenso...
Mi padre siempre hacia algo que le molestaba a mi madre cosa que la hacía poner tensa, enojada y ardida. Le echaba indirectas a mi padre sobre sus estupideces y ponía en duda el amor que él le tenía a ella, sinceramente no comprendía la razón por la cual seguían juntos. Su matrimonio se había ido a la mierda desde hace mucho.
Pero para rematar las cosas, ellos desquitaban su furia conmigo, sobre todo el...Comencé a contar mientras miraba el techo... sabia que cuando llegara a diez el llegaría hecho una furia y me gritaría para que me despertara.
Uno, dos...
- ¡Ya es muy tarde y el estúpido de Mihael aun no se levanta!- La voz ahogada de mi padre me hizo sonreír ¿Era obvio que con ese ambiente no me animaba a bajar ¿Era estúpido como para entender?
- ¡No le digas así a tu hijo!-Como siempre mi madre defendiendome, hasta que llegaba a su límite y también se ponía en mi contra.Seis, siete...
Comencé a escuchar los pasos pesados de mi padre subir las escaleras, el no era gordo pero si un tipo corpulento, supongo que eso le daba la seguridad para golpear a mi madre cuando le "colmaba" la paciencia. me cubrí por completo con las cobijas y decidí darle la espalda a la puerta de mi habitación... el color verde de la pared fue lo que mi vista encontró.
Diez...
Escuche la puerta abrirse bruscamente, los paso se detuvieron, el silencio invadió el lugar... sabía que me estaba observando, podía sentir su mirada atravesarme.
- ¡Holgazán! Ya levántate ¿¡Qué no sabes la hora que es!? ¡Baja y has algo útil!- recuerdo que en un principio me asustaban sus gritos pero con el paso de los años me he ido acostumbrando y de hecho me gusta cabrearle, por esa razón no me moví ni un centímetro.
- ¡Mihael despierta!- Nuevamente sus pasos se hicieron presentes, se acercaba a mí, quizá me tomaría de los cabellos y levantaría de la cama, o me retiraría las cobijas y tiraría al suelo... cualquiera de esas dos opciones ya estaban más que estrenadas...
Al momento de sentir sus manos en las cobijas, me las retire de encima rápidamente, gire mi cuerpo para quedar cara a cara y tome su mano derecha para evitar un golpe.
-Estoy despierto... -lo mire directamente a los ojos, sabía que eso no le gustaba, refunfuño fuertemente
-y entonces ¿Eres sordo o qué?
-No, lo que sucede es que no me apetece escucharte. -sonreí socarronamente
-Hijo de...!
- ¿Perra? Con que así le llamas a la mujer que amas...- Al instante recibí un golpe en el rostro que no pude esquivar, claro aun estaba acostado, el tenia ventaja...
-Baja de una vez...- Salió de la habitación y cerró la puerta con violencia.No me quite la pijama, era domingo ¿no? Todos podían estar como quisieran, era normal. Baje después de unos diez minutos pues me tome la molestia de lavarme los dientes y cara, incluso me amarre una coleta para sujetar mi cabello que me llegaba ligeramente sobre los hombros.
Entre a la pequeña cocina y salude a mi madre con un beso en la mejilla
-Hola hermosa ¿Cómo amaneciste?- Me encantaba decirle cosas agradables a mi madre, alguien tenía a que hacerlo, no quería ser como él.
-Cansada, como siempre...- No estaba de buen humor...
- ¿En qué te ayudo?
-Ve a comprar unas sopas instantáneas, leche y... lo que se te ocurra, no tengo ánimos de hacer el desayuno...- Ella saco un billete grande de alta denominación del delantal floreado y me lo dio.
-Esta bien...- Salí de la cocina pase por el comedor y me quede mirando a mi padre por unos instantes, estaba sentado viendo la televisión que teníamos ahí.
- ¿Qué miras?
-Un chimpancé...- Inmediatamente su rostro se deformó, Salí corriendo y azoté la puerta de la casa.
Sonreí divertido, era tan fácil de molestar. Comencé a caminar, me dirigí a la parte trasera de la casa vecina, tenía mucha vegetación y a decir verdad me ayuda a esconderme para evitar ser visto por los padres de Mail.
Ubiqué una piedra y la tome rápidamente, mire a mi alrededor y la lancé a la ventana que estaba ahí.
Una cabellera pelirroja apareció al poco tiempo, abrió la ventana que era de las que se deslizaban hacia arriba.
- ¡Mello buenos días!-dijo entre gritando y susurrando, eran las nueve de la mañana y sus padres aun dormían
- ¡Déjate de estupideces y baja!-respondí de la misma manera. El asintió con la cabeza y cerró la ventana.
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No me gustan los domingos
FanfictionEl domingo para muchos puede ser el día más tranquilo, aburrido, divertido o relajado pero para el rubio Mihael es el peor día que pudiera existir... Sin embargo podría sucederle algo que quizá cambie su odio a tal día.