Parte A-14: Telaraña

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En cuanto entre a lo que era mi escondite, todas mis fuerzas me abandonaron, me deje caer al empolvado piso. Miraba el techo de madera y con la manga de mi chaqueta me limpie la sangre que brotaba de mi nariz.
Recién había vuelto de ver a Edward. Como era de esperarse, no tomo bien que le dijera que Matt ya no iba a involucrarse más en el negocio.
Me había molido a golpes con tanta fuerza que sentí moriría en ese momento. Mientras yo estaba agonizando de dolor en el suelo aprovecho para llamar a Matt. Quería asegurarse de que aún contaba con él. Gracias a que puso el teléfono en alta voz pude escuchar que seguiría vendiendo la droga a pesar de los problemas que teníamos nosotros.
¿¡Qué demonios estaba pensando ese idiota!?
Estaba tan furioso con él por haber dicho eso. Era su oportunidad de librarse de esta pesadilla y ¡la había tirado a la mierda!

Solté un suspiro cargado de dolor. Me removí en el suelo en un absurdo intento de levantarme, pero no pude. Coloque mi mano izquierda en el costado derecho, un dolor insoportable me molestada.

Como castigo, Edward no me daría trabajo por al menos tres meses. Aunque estaba preocupado, tenia el dinero suficiente como para sobrevivir ese tiempo.
El único problema sería el lugar donde quedarme. Ya no podía volver al departamento con Matt, y tampoco podía estar con la familia, pues no me ofrecerían un refugio...
Lo único que tenia era ese lugar abandonado, pero... no podría cubrir mis necesidades básicas.

Con trabajo saque mi celular del bolsillo del pantalón. Tenía la pantalla un poco quebrada. Torcí levemente la boca, debió romperse cuando Edwar me golpeo con aquel palo de golf. Presioné el botón para prenderlo y sonreí débilmente al notar que aun servía.
Aunque no estaba seguro de la estupidez que iba a cometer. Era lo único que podía hacer en esa situación.

─ ¿Nate? Disculpa la molestia ¿Crees que pueda quedarme un tiempo contigo?
─ ¿Ocurrió algo?
─Bueno... Matt y yo tuvimos una fuerte pelea... Y nuestra amistad ha terminado─ Por alguna razón sentí mi voz quebrarse con lo último que dije. ─No tengo dónde quedarme...─ Nate se quedó en silencio, pero podía escuchar su respiración del otro lado de la línea.
─ Lamento escuchar eso Mello, espera un momento. ─ Por el ruido que escuche pude saber que Nate dejo el teléfono en su cama y salió de su habitación. No tardo mucho en volver a retomar la llamada.
─ Mi tío no tiene problema. Así que puedes quedarte el tiempo que necesites ¿Quieres contarme lo que sucedió?
─Por ahora no... ¿Mañana a qué hora puedo llegar?
─Claro, estaré en casa a las cinco de la tarde.
─Gracias Nate...
─No hay de que. Mello
─ ¿Sí?
─ Te amo ─Cerré los ojos al tiempo que sentí una calidez acariciar mi corazón.
─ Y yo a ti... Voy a colgar
─Si, nos vemos mañana.
─Claro, descansa.

Corte la llamada y deje caer el celular al piso. Mis ojos se llenaron de lagrimas y al cerrarlos, salieron desesperadas humedeciendo todo a su paso.

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.
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Desperté alrededor de las dos de la tarde. Aun me dolía el cuerpo. Ya era momento de levantarme. Necesitaba cargarle gasolina a la moto o no llegaría a casa de Nate.
Con pesadez logre ponerme en pie. Sali del escondite y conduje hasta a la gasolinera que quedaba de paso. Fui a los aseos para, aunque sea lavarme el rostro.
En cuanto me vi en el espejo torcí ligeramente la boca. No podría ocultar tremendos moretones que Edward me había dejado.
¿Qué le diría a Nate? ¿Qué Matt me los había hecho? ¡Imposible!
Coloque mi mano en mi cuello al recordar cómo empezó a ahorcarme. Bueno, quisa no sería imposible que lo hiciera.

Me coloque los lentes de sol y pase a la tienda para pagar la gasolina, comprar unos analgésicos y un café.

Durante el camino me estuve debatiendo si ir a la facultad para hablar con el imbécil de Matt y cuestionarle porque había dicho semejante estupidez.
Tal vez debía dejarlo en paz pero lo mínimo que podía hacer por él era quitarle esa pesada carga.

No me gustan los domingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora