Parte A final: Cimientos, el comienzo de una nueva vida.

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A pesar de los años que han pasado, aun no lograba comprender como es que la vida me había dado una segunda oportunidad.

Después de tantos años por rogar un poco de esperanza, Dios se había apiadado de mi alma y decidió que aún no era tiempo para que la muerte reclamara por mí.

¿Realmente lo merecía?
Era una constante duda que no podia quitarme de encima.

Cuando recuperé la conciencia en aquella habitación del hospital me maldije a mí mismo por no haber muerto en ese momento. Pero muy en el fondo estaba agradecido de que así fuera.
Honestamente no me sentía preparado para enfrentar las consecuencias de mis acciones.


Un año paso para que mi cuerpo se recuperara por completo y finalmente pudiera enfrentar todo el proceso legal que se quedó pendiente.
Estar parado frente a un montón de personas que escuchaban los crímenes que cometí a lo largo de tres años fue horrible. Ni siquiera podia mantener el rostro levantado por la vergüenza.
Si bien había ayudado a la policía a desarticular por completo a La familia no era suficiente para limpiar por completo mis pecados.

Recuerdo perfectamente el día que el juez dicto mi sentencia. Mis manos estaban completamente frías y temblaban. El corazón palpitaba a una velocidad increíble que sentía saldría corriendo de mi pecho.



"Se que tu vida no ha sido fácil, pero no puedo ignorar el hecho de que estabas completamente consiente de que tus acciones no eran las correctas. Cuando un joven llega a mi tribunal siempre busco la manera de poder ayudarle. Se que esto pueda parecerte duro, pero espero con el tiempo comprendas que esto es lo mejor para ti."


Fueron las palabras del juez que se encargó de mi caso antes de decirme que pasaría diez años en prisión.


Al escuchar eso mi mundo se quebró por completo. ¿Diez años? Era demasiado ¿Acaso no había sido suficiente todo lo que tuve que pasar para poder sobrevivir?
Ese juez tenía razon. No entendía como un castigo de esa magnitud podría ayudarme.

En cuanto los policías comenzaron a retirarme del lugar la voz de una mujer se escuchó entre la audiencia. "¡Espero que te pudras en la carcel! ¡Siempre supe que eras un delincuente! ¡Le arruinaste la vida a mi hijo! ¡Maldito bastardo!"
Era la madre de Matt que había aprovechado la occasion para maldecirme. Si, era verdad. Le había arruinado la vida a su amado hijo. Y cargaría con ese peso toda mi vida.




.:


Cinco años han pasado desde entonces. La vida en prisión no es nada fácil. Es una lucha constante entre prisioneros para ver quien era el que tenía el control. Era como estar en La familia, solo que la policía estaba involucrada en muchos negocios sucios. No sé cómo las personas creen que este lugar puede corregir a la escoria de la sociedad, pero de alguna manera yo debía ver cómo me ayudaría.

Lo único que me ayudo a sobrellevar todo ese ambiente de violencia disfrazada de corrección fue Nate, que en ningún momento dejo de ir a visitarme. Cada domingo iba para saber cómo estaba. A veces iba acompañado de su tío otras veces iba solo.

Gracias a él supe que a Matt lo sentenciaron a tres años de prisión con derecho a libertad condicional. Salio de ahi al año y medio. Me dio gusto saber que no tuvo que aguantar tanto tiempo toda esta mierda.

.:

Era domingo y como ya era costumbre para mí. Esperaba con ansias la visita de Nate.

Estaba sentado en una de las tantas mesas del area de visitas. Movía mi pie ansioso pues quería ya poder verlo y aunque sea tomar su mano.
—¡Hola! — La suave voz de Nate hizo que girara mi cuerpo sobre el asiento, estaba detrás de mí. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Abri los ojos como plato al notar que ya no tenía el cabello largo como de costumbre.
—¿Que le paso a tu cabello? —Lo seguí con la mirada, Nate se sentó frente a mí.
—Solo lo he cortado —Sonrío nervioso y comenzó a retorcer uno de sus mechones. —¿No te gusto así?
—No ¡Claro que me sigues gustando así! Es solo que... me sorprendió verte diferente. — Ambos nos quedamos en silencio. Esos bellos ojos no dejaban de mirarme, sentí como mis mejillas comenzaron arder. Como deseaba poder besarlo. Cinco años sin tener esa clase de contacto realmente me estaba matando. Nate apoyo una de sus manos sobre la mesa y con la otra hizo a un lado el cabello que tenia en el rostro. Desvié la mirada y volví a colocar el flequillo en su lugar.
— No, déjalo así—Susurre.
— No te avergüences Mello... Esa cicatriz en tu rostro no debe ser motivo para que lo ocultes.
—La odio... Es un recordatorio de todos los errores que he cometido en mi vida. — La suave mano de Nate comenzó a acariciar la cicatriz. La piel en esa zona había quedado demasiado sensible, y cualquier roce me incomodaba, pero Nate era la excepción. Era como si sus manos sanaran aquella herida. Tome su mano para depositarle un pequeño beso.
—¿Peleaste? Tienes pequeños moretones en el rostro
— Nadie se dio cuenta. Además, ese imbécil se lo busco. —Fruncí el ceño. Me hervía la sangre de solo recordarlo.
—Sabes que no debes pelear. Recuerda que estamos luchando por obtener tu libertad condicional. —Solté con pesades el aliento.
—Ya lo sé— Dije fastidiado. — En verdad nadie se dio cuenta, tranquilo.
—¿Como vas con tu trabajo? —Pregunto mientras se acomodaba en el asiento. En ningún momento solté su mano.
— Pues es un poco aburrido. Hacer casi siempre lo mismo durante la semana es fastidioso, pero... Ya he mejorado mi receta de macarrones con queso—Solté una pequeña risa al recordar que cuando tuve la oportunidad le pregunte si había probado los macarrones que hice antes de que terminara en prisión. De una manera educada me dijo que no le gustaron.
—Me encantaría probarlos. Estoy seguro de que has mejorado— Sonrió dulcemente —Y... ¿Has ido a terapia? —Torcí la boca incomodo. Nate llevaba meses insistiendo que debía tomar consulta, pero siempre me negaba. — Sabes que uno de los requisitos para que te otorguen la libertad es que estes bien.
—Si... Lo sé, pero... no me agrada la idea de hablar con alguien desconocido sobre mis cosas.
—No lo veas de esa manera, ese profesional te ayudara a sanar muchas heridas con las que has cargado toda tu vida.
—¿Crees que realmente pueda ayudarme?
—Por supuesto.
—Tal vez mañana vaya...
—Mejor di "Mañana ire."— Me mantuve callado durante unos minutos, los amorosos ojos de Nate lucían cansados y tristes. Una ola de culpa azotó mi corazón. Sabia la situación de su hermano, para Nate el hospital psiquiátrico era una prisión en la que su hermano estaba atrapado y ahora tenia que visitar a su pareja en una de verdad. Seguía siendo egoísta de mi parte el atar a Nate a esto.
—Perdóname por ponerte en esta situación tan difícil... Debe ser agotador, ocuparte de tu carrera, los deberes de la casa, la situación con tu hermano y ahora yo... No tienes que sentirte atado a mí por aquella promesa que me hiciste... no hay razon por la que sigas viniendo.
—Mello, han pasado siete años desde que nos volvimos a reencontrar y seis desde que nuestras vidas cambiaron. Tengo veintitrés años, estoy completamente consiente de las decisiones que tomo. Si estoy aquí es por voluntad propia.
—Eres libre de cambiar de opinion...—Nate soltó mi mano y dio una fuerte cachetada en el rostro. coloque mi mano en aquella zona, pues gracias a la cicatriz aquel golpe dolió más de lo normal. Voltee a verlo, sus lágrimas amenazaban con humedecer su rostro.
—¡Si serás idiota! — Se levanto del asiento y comenzó a caminar a la salida. Un nudo en mi pecho se hizo presente. Rápidamente me levanté del lugar y corrí hacia él. Escuche como uno de los guardias me gritaron para que me quedara quieto, pero no me importo y seguí adelante. Antes de que Nate llegara a la puerta logre alcanzarlo. Lo tome del brazo obligándolo a que volteara a verme, con mi otra mano lo tome del rostro y le deposite un beso en los labios.
Nate se soltó de mi agarre, pero en ningún momento dejamos de besarnos. Suavemente coloco sus brazos alrededor de mi cuello y yo de su cintura.

Dios, extrañaba aquellos suaves y delicados labios, extrañaba el calor que su cuerpo me brindaba. Extrañaba poder expresarle ese tipo de amor a Nate.

Rápidamente fuimos separados de manera brusca.
—¡Perdóname por lo que dije!¡No quiero que dejes de venir! — Grite antes de que me sacaran del area de visitas.

Por armar un alboroto fui castigado sin cena esa noche. Al otro día saque cita con el psicólogo.

Debía dar mi mayor esfuerzo si quería aprovechar la oportunidad que se me otorgo al seguir con vida. Debía demostrar que era digno de confianza si deseaba que me dieran la libertad condicional porque esperar cinco años mas para salir de prisión y hacer una vida a lado de Nate era una tortura demasiado larga que no deseaba seguir pasando.

La primera vez que fui a consulta una ansiedad me carcomía el alma por completo, si bien no hablamos mucho pero el solo estar ahi era demasiado difícil. El doctor me felicito por haber dado el primer paso e ir. Eso de alguna manera me animo para seguir yendo. Nadie mas que Nate, había reconocido el esfuerzo que estaba haciendo por cambiar hasta ese dia.


Fue sino hasta la decimoquinta vez que fui a consulta que pude abrirme un poco con él.
Hablar de mi padre y el cómo maltrato a mi madre me hizo sentir vulnerable, como si volviera a ser un niño. El doctor quiso hacerme entender que nunca debí de haber cargado con la responsabilidad de proteger a mi madre, pues mis padres eran los que debían cuidar de mí. Que no debía cargar con una culpa que no me correspondía, era lógico que un niño no pudiera hacer nada ante los maltratos que un hombre adulto ejercía hacia ella. Tres consultas después hablamos sobre mí. Sobre la violencia con la que mi padre me azoto.
Aquella consulta fue la peor de todas, intente por todos los medios evitar tocar ese tema, pero me fue imposible. El maldito doctor me acorralo para que sacara todo lo que llevaba guardado.

Nunca imagine que en el fondo esperaba que mi padre me pidiera perdón por lo que había hecho. Nunca imagine que a pesar de los años aun esperaba alguna muestra de cariño de su parte.

Era extraño porque lo odiaba, en verdad lo odiaba y deseaba que ya estuviera muerto, pero al mismo tiempo una culpa enorme me consumía al tener esa clase de deseos hacia él.

El doctor me dijo que era normal tener sentimientos encontrados, después de todo el era mi padre y fue de los primeros lazos afectivos que conocí, si bien no fue de lo mejor, pero al ser yo un niño no pode evitar querer a quien fue mi padre.

Las palabras que me dijo antes de que saliera de su consultorio se me quedaron presentes a partir de ese momento:


"No fue tu culpa lo que te hicieron tus padres, sé que parece injusto que ahora seas tu quien cargue con todo ese trauma, pero debes enfrentar ese dolor y sobreponerte para encontrar la felicidad nuevamente. Eres más fuerte de lo que crees, sé que lo lograras"


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Paso un año más para poder conseguir lo que tanto Nate como yo buscamos.
La felicidad que sentí al recibir aquella noticia jamás la había experimentado en mi vida. Finalmente me otorgaron la tan anhelada libertad condicional.


Si bien tenía que vivir en un lugar bajo vigilancia durante un año más. Podia salir y llevar una vida más normal. Tenía la dicha de poder estar con Nate sin limitaciones y por supuesto debía conseguir un trabajo. Ya que ese hogar era temporal hasta que tuviera las herramientas necesarias para vivir sin ayuda del estado.

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Solté toda la tension en un suspiro, llevaba más de cinco minutos parado frente a una puerta de un pequeño departamento. Voltee a mirar a Nate quien estaba parado a un lado mío.

—Tú puedes—Negue rápidamente, Nate volvió los ojos y toco fuertemente la puerta tres veces. Un escalofrío recorrió mi cuerpo con rapidez. Di unos cuantos pasos hacia atrás, quería salir corriendo, pero no tuve el tiempo de hacerlo, pues Nate me tomo con fuerza del brazo y la puerta se abrió en ese momento.
—Hola... — Apenas si pude decir. Los ojos color aceituna que me miraban con incredulidad rápidamente se volvieron opacos.
—¿Que mierda haces aquí? — Un dolor en el pecho golpeo mi corazón, estaba consiente que quizá no me recibiera de la mejor manera, pero tenía la esperanza de no ser tratado tan fríamente.
—Matt yo solo quiero... — El olor a tabaco que provenía del interior de la casa comenzó a molestarme.
—¿Quieres que te perdone? — El pelirrojo soltó una carcajada y recargo su cuerpo en el marco de la puerta. —¿Como tienes la cara para venir aquí? — Lucia cansado y podia decir que no comía bien. A juzgar por la música estaba teniendo una fiesta.
—Siendo sincero Matt... No espero que lo hagas, aun así, quiero pedirte perdón por el daño que te hice, arruine tu vida... Fuiste y eres importante para mí. Asi que...
— ¿Eso es todo? Tengo cosas que hacer. — Era incomodo, se podia respirar la tension facilmente.
—¿Sigues bebiendo de esa manera? — El mencionado torció la boca y volvió los ojos molesto.
—¿Y a ti qué?
—No lo sigas haciendo... te hara daño.
—Si tienes problemas con el alcohol conozco un lugar que podrá ayudarte—Llamo nuestra atención Nate, Matt lo miro con desdén.
—No tengo problemas con eso.
—Ey Matt! — Salio un chico pelinegro de ojos peculiarmente extraños pues tenían un tono rojizo en ellos. Nos miró con recelo. Pronto abrazo al pelirrojo por la espalda, y le dio un pequeño beso en el cuello. Pude notar pequeños moretones en su piel. Mordi mi labio inferior para ahogar mi frustración. — Vamos adentro o te perderás la diversion.
—Claro. Adios Mello...
—Nos vemos Matt—Dije antes de que cerraran la puerta.


Salimos del edificio en completo silencio. Tenía un sabor amargo en la boca y una molestia en el estómago.


—Necesitas volver a casa o se te pasara la hora—Voltee a ver a Nate, sus ojos mostraban tristeza. Solté un pequeño suspiro y lo abracé con fuerza. El correspondió a mi abrazo— ¿Aun sientes algo por él?
—No, solo que me duele ver que no ha cambiado mucho su forma de vivir... Me siento culpable.
—Es difícil salir de ese tipo de vida...
—¿Crees que pueda ayudarlo? —Nate hundió su rostro en mi pecho e hizo más fuerte su agarre.
—Me daría celos verte cerca de Jeevas otra vez. Pero no te impediré que lo ayudes. Solo me queda acompañarte, pero recuerda que aun estas a prueba. —Asentí y suavemente deshice su abrazo. Acaricie con ternura su mejilla y le deposite un dulce beso en los labios.
—Vamos, debo dejarte en tu casa antes de ir a la mía. —Di unos cuantos pasos, pero Nate se quedó ahi.
—Mihael, Te amo demasiado.
—Y yo a ti Nate. Te amo como no te imaginas. — Tomados de la mano comenzamos a caminar en dirección al subterráneo.


Aunque todavía no podíamos tener una vida juntos, las bases para que fuera posible ya estaban hechas. Por primera vez en muchos años, sentía que tenía control sobre mi vida.
El camino no sería fácil, pero estaba dispuesto a darlo todo para no desperdiciar el futuro que me fue regalado.

 El camino no sería fácil, pero estaba dispuesto a darlo todo para no desperdiciar el futuro que me fue regalado

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