Parte A-3: Tropiezo

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Sé que debía poner atención a las clases extraordinarias pero para ser sincero ya estaba harto. Lo único que deseaba era ir a la casa de Nate para pasar la tarde con él.
A decir verdad me sorprendió bastante que los padres de Nate no tuvieran problemas con nuestra relación. Cuando les dijo sobre nosotros el más aterrado ante esa situación fui yo.
Pensé que me echarían de su casa o algo por el estilo (no tengo una bonita reputación) pero por el contrario parecieron alegrarse en sobremanera e incluso su madre cocino algo especial para nosotros.

Sus padres eran bastante atentos y amorosos pero no llegaban a hostigar. Le daban a Nate la libertad, confianza y seguridad que todo adolescente deseaba.
Nunca imaginé que pudiera existir una familia así...

El sonido de la campana me trajo bruscamente a la realidad, no espere a que el profesor terminara de hablar. Para mí en cuanto el timbre sonaba mi tiempo libre comenzaba y no estaba dispuesto a regalarlo. Si de por si era bastante fastidioso tener que venir a la escuela en vacaciones todo por haber reprobado tres materias cosa que para ser sincero no fue mi culpa.

Corrí lo más rápido que pude para de una vez estar fuera de ese maldito edificio. Una vez afuera tome mi bicicleta, aunque en realidad no era mía. Matt me la había prestado pero nunca se la devolví y hasta la fecha no me ha reclamado.
En cuanto estuve a punto de salir vi a Nate parado recargado en la reja de la entrada. No pude evitar sonreír bobamente. Apresure el paso para estar con él.
-¿Y ese milagro que vienes por mi?-solté la bicicleta y esta cayó bruscamente al suelo. Tomé las mejillas de Nate y le estampe un tierno beso en los labios. Pude notar un leve sonrojo en sus cachetes.
-Fui a la tienda a comprar chucherías y como quedaba de paso la escuela decidí esperarte.-dijo con voz calmada. Nate miro la bicicleta y después mi brazo enyesado-No deberías conducir con el brazo fracturado, es peligroso.
-Nah! Está bien, la experiencia me respalda, con un brazo es más que suficiente-Nate torció la boca, y se agacho para levantar la bicicleta.
-Por lo menos deberías usar casco-comenzamos a caminar, Nate llevaba la bicicleta y yo cargaba la bolsa con las chucherías.
-No, me gusta que mis hermosos cabellos dorados bailen con el viento- No supe cómo interpretar la extraña expresión de Nate, no sabía si le dio risa mi chiste o se estaba burlando de mí.

Una vez que llegamos a su casa, dejamos la bicicleta en el patio trasero para evitar se la robaran. Me percate que no estaban sus padres por el silencio abrumador en la casa. Lo tomé de la mano y subimos corriendo las escaleras directo a su habitación. Una vez dentro no pude evitar estamparlo bruscamente contra su ropero, tome ambos brazos desde las muñecas para alzar sus brazos y de esa forma someterlo. Nate era algo bajo para su edad pero eso me encantaba.
Nate desvió la mirada su rostro estaba coloreado de un rojo intenso. Comencé a darle pequeños besos en el cuello, sentí como Nate se estremeció ante el tacto, poco a poco mis labios fueron recorriendo su cuello hasta llegar a sus finos y suaves labios. El beso comenzó lento y tierno, sin embargo conforme pasaban los segundos este iba aumentando de intensidad. Provocándome un cosquilleo en cierta parte baja.

Me frustré un poco debido a que quería colocar mi otra mano en su cintura para recorrer su cuerpo pero por la fractura no pude. Nos separamos levemente para recuperar el aliento. Nos miramos directamente a los ojos.
Fue una sensación maravillosa y difícil de explicar, pero en sencillas palabras sentí como una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo.

-Mello, mis padres no tar...-Y como si fuera por obra de brujería, escuchamos la puerta principal abrirse, al mismo tiempo que escuchamos a su madre gritar que ya había llegado. Oímos los pasos de ella en señal de que estaba subiendo las escaleras. Nos separamos rápidamente. Nate corrió directo a su cama, tomo su almohada y la coloco en sus piernas. Yo procedí a prender el televisor y sentarme en el suelo. Al igual que Nate me cubrí con la bolsa de chucherías que había terminado en el suelo. Su madre no tardo en aparecer.
-Hola muchachos ¿se les ofrece algo? ¿Alguna botana?-
-No gracias mamá, ya compre chucherías-Hubo un silencio abrumador, no podía evitar sudar frio.-Su madre suspiro levemente.-
-Chicos, son muy jóvenes para andar de traviesos, pero sé que en algún momento lo van a hacer-Sentí como los colores se me subieron a la cara.
-Mamá por favor no...
-¿No qué? Es mi obligación como madre informarles de estos temas. Nate, Mihael tengan la confianza de pedirnos algún preservativo si lo llegasen a necesitar.
-Ay no...- fue lo que soltó Nate ante lo dicho su madre, yo solo atine a asentir con la cabeza.
-Una cosa más, quiero que cuando suceda, estén cien por ciento seguros del paso que van a dar, porque no es cualquier cosa entregar su virginidad a alguien. Si lo van a hacer que sea con la persona correcta. Una vez que estén seguros, disfruten. Iré a prepararles una limonada.-Y así su madre nos dejo solos... Solos y realmente incómodos.

No me gustan los domingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora