Caminamos de nuevo agarrados de la mano. Lucía se ha vuelto a poner sus gafas de sol y ahora mismo la observo y me parece una estrella de cine o una modelo. El pelo suelto, desenfadado, apenas maquillada pero increíblemente guapa, una chaqueta de cuero y un pantalón que muestra sus curvas vertiginosas. Joder, es la chica más bonita que he visto en mi vida.
- Quiero llevarte a un sitio - le digo -. Es un lugar especial para mi.
- Yo voy donde tú me lleves, Marc - me mira y me devuelve una sonrisa. Veo mi reflejo en los cristales oscuros de sus gafas, menuda cara de idiota tengo, pero me gusta.
Quiero hacer esto divertido.
- ¡Venga vamos! - comienzo a andar rápido tirando de su mano para que vaya a mi altura -
- ¡Espera! - dice entre risas, pero yo no me detengo y ella tampoco. Vamos caminando muy deprisa, casi corriendo-
- ¡Venga Lucía! - Me río mientras hablo y se que me va a dar flato más tarde, pero me importa una mierda.
- ¡Es imposible alcanzarte! Mides un metro noventa y yo un metro sesenta y cinco - dice intentando seguir mi paso.
- Vamos tortuguita- me agacho sin que lo espere y la cargo en mi hombro. Lucía ríe a carcajadas y yo también. En un movimiento rápido y sin saber bien como lo hago, la muevo sobre mi y la tengo cargada en mi espalda, a cuestas sobre mi. Sus piernas rodean mi cintura mientras que mis manos sujetan firmemente sus piernas y ella se agarra a mis hombros con sus finas manos.
No paramos de reír. Emitimos felicidad y alegría en cada uno de los poros de nuestra piel. Si escucharla reír a través de unos auriculares me encanta, escucharla a tan sólo unos centímetros, me vuelve loco.
Caminamos un rato así, entre bromas y fingiendo que la dejo caer para que se agarre más fuerte. Jamás dejaría que se se cayese. En una de esas, Lucía saca mi móvil del bolsillo sin que me lo espere y abre la cámara desde la pantalla de bloqueo. Nos hace un selfie y nos graba en vídeo mientras caminamos sin aguantar las risas entre bromas. Pienso conservar esas imágenes toda mi vida.
Casi hemos llegado al parque que hay junto al Arco del Triunfo. La calle está llena de vida con gente caminando, haciendo deporte y paseando. Y luego estamos nosotros, absortos en nuestra pequeña burbuja. Bajo a Lucía con cuidado de mi espalda y ahora soy yo el que le pide hacernos una foto juntos, pero esta vez con un carácter más artístico. En la primera imagen ambos miramos a la cámara, pero en la segunda le hago cosquillas y ella queda retratada tremendamente sonriente y yo mirándola a ella y no al objetivo. Intuyo que va a convertirse en una de mis fotografías favoritas.
Me coge de la mano y seguimos caminando, quiero llevarla al parque de la Ciudadela. Como si de una señal se tratase, nos cruzamos con una pareja de ancianos que pasean tiernamente cogidos del brazo. Lucía y yo nos miramos, ninguno decimos nada, no ha hecho falta.
- Vale, me toca - me dice al cabo de unos momentos-.
- ¿Te toca qué? - pregunto sin entenderla.
- Mi séptima pregunta, ¿recuerdas?. Tú has hecho la tuya. Ahora me toca a mi hacer la mía.
- Cierto, tiene usted toda la razón, señorita - extiendo mi brazo y la hago girar como si fuera una bailarina de ballet, de modo, que ahora estamos frente a frente, mientras yo camino de espaldas para poder mirarla.
- ¿Un lugar especial o que signifique mucho para ti?
- ¿Sabes qué? Te llevo de camino - respondo.
- ¿Cómo?
- Sí. Te estoy llevando a ese lugar con un significado especial para mí. Quería compartirlo contigo.
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El cabrón fui yo. (+18)
RomanceMarc tiene todo en su vida; o al menos es lo que cree él. Una relación monótona, llena de secretos y mentiras. Una novia lúgubre y sin remordimientos. Cuando decide que ha sido suficiente, conoce a quién verdaderamente vale la pena para su vida y l...