— Madre mía, voy a explotar — el comentario de Lucía me hace gracia—.
— Estaba bueno, ¿eh?
— Estaba riquísimo, amor.
— Me alegro de que te haya gustado — los canelones de atún es uno de mis platos estrella y son rápidos de preparar.
Lucía se va a la cocina y termina de recoger lo que hemos ensuciado durante el cocinado. Yo la ayudo de buen grado, aunque estoy bastante cansado. Intento controlar un bostezo cuando me percato de que Lucía también reprime uno. Los dos nos sonreímos cómplices y tras recoger lo que quedaba, nos dejamos caer en el sofá. Lucía enciende la televisión, pero los ojos me pesan y termino quedándome dormido antes de lo esperado.
El olor a café inunda mis fosas nasales y me despierta de un sueño reparador. Abro los ojos lentamente y veo que Lucía está sentada a la mesa con su portátil, el pelo recogido en un moño y escribiendo cosas en un folio. Creo que está estudiando. Me permito el beneficio de observarla y no hacer ruido mientras la miro. Está tan concentrada que no quiero interrumpir este momento.
Como si nuestro pensamiento se conectase una vez más, ella mira en mi dirección y me sonríe. Suelta el bolígrafo que tiene en la mano y se gira hacia mí.
— Buenas tardes, bello durmiente.
— ¿Qué hora es? —es lo primero que se me ocurre preguntar.
— Es pronto aún, son las seis y diez. ¿Has dormido bien?
— Como un tronco —afirmo—. No me he dado cuenta de cuando me he dormido. ¿Tú has descansado algo?
Ella se levanta y se sienta en mi regazo. Me da un beso en la mejilla y me toca el pelo.
— Sí, pero me he dormido poco rato. No quería despertarte, así que he estado adelantando algo de estudio para los exámenes. Igual te ha despertado el olor del café.
— El café huele genial.
— ¿Te apetece un poco? — pregunta ella con la cabeza en mi cuello.
— Te lo agradecería, así termino de despertarme. Por cierto, ¿quieres seguir estudiando? —le pregunto, no quisiera restarle tiempo de sus obligaciones—
— Bueno, si tienes algo en mente, te escucho.
— Pues, me traje mi ordenador también. He pensado que podemos estudiar juntos, al menos hasta que me vaya a trabajar.
— Suena bien. Voy a prepararte la taza de café— me dice y antes de levantarse de mis piernas me da un suave beso en los labios. No puedo evitarlo y la sujeto de la muñeca, por lo que tiene que desandar sus pasos y termina donde estaba.
La beso y me recreo que en esos labios que me vuelven loco. Lucía rodea mi cuello con sus manos y me devuelve el beso.
— Vas a tener que motivarme de alguna manera creo yo. Hace mucho que no toco unos apuntes— le digo de broma—.
— ¿Esto te parece poca motivación? — dirige sus besos a mi cuello y sé al instante lo que eso significa. Antes de que mi cuerpo reaccione, decido que tiene razón y me transformo en el hombre responsable que se supone que soy.
— Vale, me has convencido. Voy a por el portátil.
Lucía se levanta y se marcha a la cocina mientras yo voy a por mi mochila y cojo el ordenador. Cuando entro en el dormitorio, los recuerdos de la noche anterior me asaltan una vez más. Se me eriza la piel sólo de revivir el momento en mi mente. Joder, tengo que tener más cuidado y evitar correrme dentro de Lucía si no llevo un condón puesto.
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El cabrón fui yo. (+18)
RomansaMarc tiene todo en su vida; o al menos es lo que cree él. Una relación monótona, llena de secretos y mentiras. Una novia lúgubre y sin remordimientos. Cuando decide que ha sido suficiente, conoce a quién verdaderamente vale la pena para su vida y l...