tres.

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Luke camina en silencio, tirando de mi mano con brusquedad algunas veces.

Él no quiere hablar y yo tengo nada para decir, así que me parece bien.

El centro comercial queda a unas pocas cuadras de casa, por lo que decido pasar antes a dejar mi antigua merienda ahí.

—Luke —le llamo, poniendo mis ojos en su perfil serio—. Si vas a secuestrarme, ¿al menos puedo dejar esto primero?

Lo miro, esperando una risa idiota o que al menos las comisuras de sus labios se levanten. Pero eso no pasa, simplemente se encoge de hombros.

—Te espero en aquella esquina, tienes cinco minutos —habla demandante y pongo los ojos en blanco, absteniéndome de hacer una seña militar también.

Por fin, sus dedos se despegan de mi muñeca. Un frío repentino me invade, es como si hubiese estado en trance. Sacudo un poco la cabeza y veo que Luke ya está casi a la mitad de la cuadra.

También, con semejantes piernas…

Entro a mi hogar, encontrándome con todo vacío pero perfectamente ordenado, como a papá le gusta. Dejo el paquete de galletas sobre la mesa, y la leche con chocolate en la heladera, asegurándome de esconderla bien sólo por si acaso.

Miro el espejo que cuelga en la pared de la sala, suspirando. Estoy bastante despeinada, sin embargo, no siento necesidad de arreglarme.

Me fijo la hora en el reloj de gatito que simula mover la cola frente a mí.

Luke ha dicho cinco minutos, aún me sobran dos.

Salgo de casa, ocultando la llave debajo del tapete sucio otra vez. Trotando, me encuentro con el rubio justo en el lugar donde dijo que estaría, apoyado en un poste y fumando un cigarro orgulloso, como si causarte daño en los pulmones fuera todo un honor.

Aunque yo no puedo quejarme.

—¿Vamos? —digo, metiendo las manos en los bolsillos de mi campera. Él es más rápido y me agarra la izquierda, entrelazando sus dedos con los míos—. ¿Qué haces? ¡Ni que me fuera a escapar!

—Prefiero no correr riesgos —responde, tirando la nicotina restante que le queda en forma de colillas.

Éste chico es tan extraño… Da miedo. Habla como si fuera a invitarme un helado para que no sospeche que me va a secuestrarme. Supongo que la policía puede descartar el Centro Comercial como paradero de mis huesos.

Si tan sólo Mikey pudiera verme ahora…

Llegamos a destino. Bueno, originalmente el mío. Luke sigue manteniendo nuestras manos unidas, empezando a incomodarme. Lo miro, buscando alguna emoción o sentimiento en su rostro.

Mira a su alrededor, luego se muerde el labio.

Jesucristo Santo, ¿debo decirlo?

Se ve… jodidamente sensual.

Sin remordimientos, Alexa. Lo hecho, hecho está y la verdad nunca ofende, ¿no?

Mis pensamientos son tan patéticos.

Escucho que el móvil de alguien emite Sleepwalking, de BMTH. Luke revuelve con la mano que tiene libre su bolsillo izquierdo. Saca el aparatito color negro —todo en la vida de éste chico, parece ser de ese color— y se lo lleva a la oreja.

—Ricitos de oro —le dice a la voz de la otra línea, soltando una especie de risa que suena más como un gruñido—. Uhm, sí. Ya estamos aquí —¿acaso mi secuestro ya estaba planeado? Oh, Dios—. Te veo en un rato, dile hola a Tanner.

High Hopes |Luke Hemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora