High Hopes |Luke Hemmings|

nueve.

Luke está tendido en la cama, tal y como hace unos minutos atrás. Sus cabellos rubios descansan desordenados sobre la almohada, tiene la boca entre-abierta, con los ojos a punto de cerrarse y una sonrisilla torcida en sus labios.

Sus orbes azules brillan con intensidad, sin embargo, no es ese brillo que tienes cuando consigues lo que quieres, sino una capa transparente efecto del alcohol puro consumido hace un tiempo.

—Alexa —dice, entre suspiros y bocanadas de aire, convertidas en bostezos—. Vamos a dormir.

Niego suavemente con la cabeza —No pienso dormir contigo en la misma cama.

Él se ríe, apoyando todo el peso de su cuerpo en el codo izquierdo —Ambos sabemos que estás lo suficientemente borracha como para darle a esto un final de película —se sienta en el colchón y estira sus brazos a ambos lados—, anda...

Aprieto fuertemente mis párpados cuando un mareo me sobreviene, causando pitidos agudos y palpitantes en mi cabeza. No me había percatado, pero las heridas que parecían raspones inofensivos en mis rodillas habían vuelto a sangrar, sumando ahora a todo el conjunto de sensaciones desagradables, un ardor intenso y molesto.

Al no recibir respuesta de mi parte, Luke se pone de pie con torpeza. Sus largos brazos rodean mi cintura como en aquella escena protagonizada sobre el barandal. Sé que estoy demasiado pasada de vodka, porque no me siento dueña de mis acciones y Hemmings susurra que la resaca va a doler mañana.

Con suavidad, entrelaza sus finos dedos a los míos y comienza a caminar en dirección a la cama nuevamente. Sorbo mi nariz; aparte de borracha, también estoy resfriada.

—Pareces un reno de Santa Claus con la nariz tan roja —muestra sus dientes, estirando levemente el aro de metal negro en su labio inferior. Lo miro unos segundos dificultosamente, considerando que estoy a punto de caer dormida, mis ojos duelen al contacto con la luz.

—Uhm... —mascullo, rogando que por favor me deje caer entre los acolchados. Su boca se mueve, y cuando estoy a punto de apartarlo porque no quiero que vuelva a tocar mi cuello, planta un delicado beso en mi mejilla.

—Hacemos locuras estando tomados —musita, dejando su piercing rozando peligrosamente mi piel—, y espero ambos olvidemos esto mañana.

Bajo la mirada, algo decepcionada ante el duro tono de voz que utiliza. Por fin caemos en la cama, sin despegarnos el uno del otro.

—Buenas noches, Rodolfo el Reno —siento su risa detrás de mí, haciendo chocar su fuerte y caliente aliento contra la piel de mi nuca.

—Buenas noches..., Luke —las luces se apagan y sé muy bien que aunque pueda tener amnesia temporal mañana, momentos como éste perturbaran mi mente un buen rato.

x

La mañana había hecho su fría aparición. Sin embargo, no fui capaz de sentir ventisca alguna estando entre los brazos de Hemmings. Pero todo se volvió incómodo cuando sentí una presión en la espalda baja.

—Luke —chillo en voz baja, tratando de soltarme con cuidado—. ¡Luke!

Sin respuesta. ¿Cómo se lo digo para que no suene tan... pervertido?

—¡Luke Hemmings, estás duro! —exclamo, comenzado a pegarle en el pecho con fuerza inhumana—. ¡Suéltame!

El rubio se sobresalta, mientras yo forcejeo contra una entidad inexistente para soltarme de un agarre nulo —¡Alexa! —ahora él es el que grita, y es más, suena enfadado—. ¡Ya, cálmate!

Quedamos en silencio luego de ese potente grito. Nuestras mejillas se sonrosan. Salto de encima de él al piso, tratando de no caerme; intento que falla cuando un fuerte mareo me invade, haciendo su aparición la tan querida resaca.