Capítulo 25: Así se siente.

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Un día para la boda real.

Corrí como nunca en mi vida había hecho, sin importarme los gritos de mi madre llamando mi atención cuando pasé por su lado, mi corazón estaba destrozado, sentía que poco a poco los pedacitos se desmoronaban dentro de mi pecho, oía sin oír, hablaba sin hablar. Las voces de las personas que dicen quererme retumbaban dentro de mi cabeza pero me negaba a hacerles caso, no después de lo que vi.

—¡Daniela! ¡Te juro por lo que más quieras que yo sería incapaz de hacerte algo así! —Esa voz, un sentimiento desconocido recorrió mi cuerpo, parecía que ardía en llamas por dentro. Me regresé hasta donde ella se encontraba, envuelta en una furia incontrolable, pude observar como Laura y Valeria estaban detrás de ella, incluso mi padre, pero nada de eso me importó, al tenerla a pocos pasos de mí levanté mi mano con coraje y pude sentir cada segundo de lo que pasó, mi palma chocó contra su mejilla haciendo que su cara girará hacia el lado izquierdo con fuerza, los cabellos se adherían a su rostro gracias a las lagrimas que bajaban como cascadas por sus mejillas.

—No quiero volver a saber de ti en mi puta vida, Poché. —Esperé unos segundos a que dijera algo pero parecía no reaccionar ante mis palabras y mucho menos ante la cachetada que le di. —¡Lárgate de aquí!

—Daniela, debes escucharla...—Levanté mi mano haciendo callar a Laura sin despegar mi mirada de María José quien se mantenía agachada. —Debí suponer que en realidad sí eres igual a tus amigos que buscan diversión de una noche y al no obtenerla buscas algo más.

—No, Dani...Yo...

—No tengo tiempo para tus escusas, tengo una boda en puerta que necesita toda mi atención. Hasta nunca, Poché.

Me alejé de ella con el corazón destrozado, entendí que así es como se siente que te rompan. Sentí una pulsada en el pecho haciéndome perder la poca fuerza que mi cuerpo almacenaba, me sostuve de un muro tratando de mantener el equilibrio.

—¡Daniela! —Volví a escuchar su grito tratando de acercarse a mí. Felipe fue más rápido y logró sostenerme con sus brazos. Sentí las manos de María José acariciando mis mejillas. —Mi amor ¿Qué tienes? —Mis ojos poco a poco se iban cerrando y el cuerpo se me adormecía en cuestión de minutos. —Preciosa, yo te amo, créeme que jamás haría nada para lastimarte... —Fue lo último que logré escuchar antes de perder mi conciencia.

En poco menos de dos meses mi corazón había pasado por tantas emociones nuevas que nunca en mi vida habría vivido, sentí adrenalina, me sentí feliz y me sentí libre, conocí la tristeza y el sentimiento de culpa, mentí a mi madre, rompí reglas, salí de palacio, conocí nuevas personas, probé el sabor de otros labios junto a los míos, mi rostro fue adornado con sonrisas sinceras, experimenté las mariposas en el estómago, me enamoré por primera vez de alguien a quien creí sincera, de una persona que me hizo cuestionarme mi vida entera, de quien me besó bajo la lluvia y me abrazó con sus fuertes brazos cuando más lo necesitaba, pero esa persona también me rompió el corazón, me hizo saber lo que es que una rabia inmensa recorra tu cuerpo entero, de los pies a la cabeza, olvidé mis modales de princesa, me dejé llevar por el coraje y le di un golpe en su mejilla, esa en la que di besos tiernos y acaricié las veces que se me antojara.

Esta mañana desperté feliz con ella a mi lado, su brazo rodeaba mi cintura de forma protectora su cuerpo me brindaba calor, besé su rostro en repetidas veces para despertarla, no quería que se fuera, pero en cualquier momento entrarían las mujeres de servicio que se dedicaban a prepararme durante la mañana, nos despedimos con un beso tranquilo prometiendo que sin importar nada, nos veríamos a la hora del almuerzo en el taller. Después de que mi abue nos narrara la historia de su mamá y la princesa, decidimos que nosotras aprovecharíamos la magia de ese viejo lugar para vivir nuestro amor.

Un Corazón Para La Realeza.-Calle y PochéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora