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Mis cumpleaños nunca eran la gran cosa; María Antonieta invitaba a sus más de veinte "amigas"; superficiales muñequitas de porcelana que perdían la cabeza en hacer aspavientos si alguien, rozándoles al pasar a su lado, les desacomodaba el cabello, ridículamente peinado como de caricatura. Se hacían sus escenas de "alta sociedad" frente a los adultos, sorviendo el té, que seguro ni les gustaba, de la manera más exageradamente delicada, con el meñique extendido, como unas viejas fanfarronas de principios de siglo que se reúnen todos los días a tomar el té y a chismear. La escena cambiaba por completo al no haber adulto al que impresionar con su "madurez"; soltaban las tazas, se levantaban, cerraban la puerta y encendían la radio, comenzando a sacudirse, en sus cabezas al ritmo de la música, de inmediato.
Mis hermanos también montaban fiestas con sus amigos, pero al menos eran amistades reales y que no exedían la cantidad normal de amigos que un ser humano puede mantener.
Yo, en cambio, siempre me sentí más cómoda pasando mi día con Luciano y Rubén –tal vez, solo en alguna ocasión, también con Antonieta– y con mis abuelos; nunca tuve una torta de cumpleaños, pero porque siempre he insistido en que no la quería, sin embargo, en alguno de mis malos humores lo habré relacionado a mi impresión de ser la menos favorita, argumentando que a mis hermanos les hacían fiestas con tortas, bebidas y demás, mientras a mí me dejaban "abandonada" en casa de mis abuelos –casa que por cierto fue básicamente mi segundo hogar–.
Sin embargo, mi cumpleaños número 9 fue diferente; era un día muy particular, pues a pesar de ser invierno se percibía en el ambiente una calidez muy especial; un aire fresco y ligero, y un Sol que iluminaba con mayor fuerza sin perturbar, por otro lado, aquella brisa primaveral. En vista de tal panorama, todos parecimos coincidir en que no se debía desperdiciar un día como aquel, a lo que nuestra madre sugiere un día de campo en lo de los abuelos, asintiendo todos en genuino acuerdo.

I.A.A.V.: Mis cuatro estacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora