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De regreso en la amarillenta casa de tres pisos y estoicas enredaderas, secas por esa época tras los invernales días de heladas, entrábamos apenas a la morada cuando comienzan a oirse las indignadas protestas de nuestra madre, aún plantada frente a la puerta de copiloto del auto, que reprobaba sin reparo de ser escuchada por sus hijos –indebido público– la insistencia del abuelo en "abandonarme" en la soledad del campo. Continuaba su impetuoso discurso el día entero, casi en forma de pensamientos personales vociferados imprudentemente en la dominación de su cólera, pues no parecían encontrar en el marido un receptor dispuesto a darle atención ni importancia.
Mucho me temía que esta situación significara la suspensión de las visitas a la finca durante largo tiempo; si bien me angustiaba la posibilidad de no volver a ver a los abuelos, era por alguna razón mayor mi pena por pensar que quizás nunca me encontraría de nuevo con Isabel; ese solo encuentro me bastó para sentir un interés y una peculiar admiración que jamás me habían nacido por nadie.
Durante las posteriores semanas me turbó la curiosidad por aquellos extraños sentimientos, que continuamente me hacían recrear en mi mente su imagen en el viento, sujetando con una mano el sombrero y la canasta en la otra, caminando con atractiva gracia y parsimonia entre los pastizales; luego regresaba a mi memoria la sutil sonrisa que sostuvo para mí aquel primer momento, y que con tanta naturalidad y belleza surgía nuevamente en su rostro una y otra vez durante la conversación de aquella noche, incrustándose inesperadamente en mi pecho en cada ocasión, sintiéndome impotente e incrédula ante el efecto que aquella cálida sonrisa causaba en mí.
Incontables ocasiones me encontré dibujando en una pequeña libreta que escondía bajo mi cama su figura en diversas poses; su rostro, sus brillantes ojos de claridad celeste, y su singular sonrisa, imagen que jamás logré despegar de mis pensamientos, aun a día de hoy.

I.A.A.V.: Mis cuatro estacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora