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—¿Qué le pasó a papá? –Su emocional y quebrada voz apenas se oía entre los ecos y sonidos distantes del hospital. Tanto a Luciano como a mí nos llamó particularmente esta frase; hablando con su madre siempre se refería a su padre como "el viejo"; claramente la seriedad del asunto no ameritaba tales tratamientos, más bien propios de un tiempo de tranquilidad y normalidad.
—... El vecino se le apareció frente a la quinta... La mujer le venía persiguiendo desde la casa; claramente el hombre venía alterado por algo... Yo estaba viendo todo desde el granero; tu padre apenas llegaba en la camioneta... Cuando el hombre se le acercó a reclamar quién sabe qué, la mujer le tiró del brazo, pero él la empujó y la tiró al suelo.
—¿Qué era lo que le reclamaba ahora el imbécil? –La voz de papá recuperaba su tono firme y comenzaba a reflejar un creciente enojo.
—Nada en particular... El hombre viene guardándole una inexplicable rabia desde hacía ya rato... Evidentemente ya no podía con tanta rabia y simplemente explotó... Comenzó a hablar de su padre, del daño que tu padre le había hecho al suyo... De como el resentimiento de ese hombre le llevó a una vida llena de miseria... y que todo era culpa de tu padre...
—¡¿Pero de qué estaba hablando ese desquiciado?! –La paciencia de papá con respecto al asunto se acababa.
—¡No lo sé, sinceramente! Pero tu padre sí parecía entenderlo... aunque solo se quedó allí, paralizado... "Yo hice lo que tenía que hacer, lo que era necesario", le dijo en un momento; parecía tan serenamente alterado... –Se detuvo unos segundos, parecía haberse quedado pensando en el enrarecido rostro del abuelo– "¡Mi padre vivió el resto de su vida lamentando la decisión que usted tomó! ¡Usted le jodió la vida!" Gritó el hombre; la mujer seguía en el suelo, impactada... "¡Mi padre jamás pudo vivir con plenitud porque lo que usted le hizo permanecía en sus recuerdos como un fantasma! ¡Pensaba tanto en eso que acabó enfermando! ¡Mi padre pudo haber sido un hombre sano y longevo, pero su profunda angustia y depresión le llevó al deterioro de su salud y a la muerte! ¡Tenía apenas 56 años!"... El hombre parecía en esas palabras haber perdido toda fortaleza... emocional y física... y tu padre quedó petrificado, o más aún... como si todo lo dicho por aquel hombre hubiese tenido un significado mucho mayor a lo que cualquiera podría pensar... El hombre se redujo sobre sus rodillas, llorando, y tu padre quedaba allí, parado donde estaba, mirándolo estupefacto, cuando de pronto... –En ese instante fue claro que ella no podría seguir, por lo que mi padre no la obligó; prefirió en cambio descansar la cabeza de su madre sobre su hombro, abrazándola.

I.A.A.V.: Mis cuatro estacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora