7.

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NARRA HUGO

Mis ojos se abren inmediatamente, esto no puede estar pasando, todo ha tenido que ser un mal sueño... Y efectivamente, miro de un lado a otro y ahí está ella, acostada a mi lado abrazando un peluche de nuestra pequeña, su cuerpo descansa sutilmente sobre las sabanas revueltas, respira tranquila, sin ningún mal que le moleste.

Todo ha sido una pesadilla, ella sigue aquí, junto a mí. Ahora es ella la que se despierta pero no hace ni dice nada simplemente se da la vuelta y se aferra a mí, cogiendo mi cuerpo como si me fuera a escapar, paso el brazo por encima de su cadera mientras con la yema de mis dedos le dibujo círculos.

-Buenos días.- Dice con un volumen de voz inaudible.

-Buenos días.- Susurro a malas penas.

Ella alza la cabeza y me mira con los ojos entrecerrados, sonríe y seguidamente pone morritos para que junte mis labios con los suyos y así hago.

-¿Cómo dormiste?- Pregunto acariciando su cabello, hace que me tranquilice.

-Bien. ¿Hugo, paso algo? Estas tenso.-

-Tan solo tuve una pesadilla, no te preocupes.- Le doy un beso en la cabeza y vuelo a ver esos ojos azules que imitan los mares.- ¿Quieres que bajemos a desayunar?-

-Hay que despertar a la princesita, sino esta noche no dormirá hasta muy tarde.- Aclara mientras se pone las zapatillas. -Voy al servicio, bajo enseguida.-

-Mientras despierto a la pequeña.-

Eso no iba a ser necesario, porque nada más salir por la puerta de nuestra habitación, mis piernas chocan con un cuerpecito.

-Uy ¿Que hace usted por aquí?- Le digo cogiéndola en brazos.

-Perdí a Rosi, no sé dónde está.- En su voz se nota la tristeza y su carita deja ver que se acaba de levantar.

-No te preocupes cariño, mira dónde está.- Le digo señalando nuestra cama. -¿No es esa Rosi?-

-¡SIIII! ¡Gracias papiii!- Dice abrazando mis piernas.

-De nada mi amor, y ahora vamos a desayunar que sino mamá nos reñirá.- Cojo su manita y bajamos con cuidado las escaleras.

Y así empieza mi día, con mi reina y mi princesa, y puedo asegurar que no hay mejor forma de empezarlo.

-Papi ¿sabes qué?- Dice Area con una sonrisa enorme en su rostro.

-Dime mi vida.- Digo sentándola en la isleta de la cocina.

-Enzo me ha dicho que si quiero ser su novia.- Suelta sin saber lo que produce en mí las palabras que acaban de salir por su boca.

-No, Area no.- Digo serio.

-Pero papá...-

-No hay peros que valgan.- Digo empezando a elevar la voz.

-Papaaa...-

-TE HE DICHO QUE NO, Y SE ACABÓ.- Alzo un poco más la voz.

-Pero bueno ¿Que son estos gritos de buena mañana?- Dice ahora Eva bajando las escaleras.

Area la mira y le estira los brazos para que la coja. Y en cuanto es rodeada con las articulaciones de Eva, ella empieza a llorar.

-¿Por qué lloras? ¿Qué pasó?- Pregunta mientras acaricia la cabeza de la pequeña para que se tranquilice.

-Pa...papá me gri...to.- Dice entre sollozos.

-Hugo ¿Qué pasó? ¿Por qué le gritaste?- Dice acercándose a mí.

Contigo Hasta El Cielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora