Capitulo 1

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HAY UNA HISTORIA SUPERIMPORTANTE. De esas que cambian la vida de las personas a los países, de esas que pasan de los noticieros o salen en las tapas de diarios. Bueno la mía no es una de esas. Es apenas una historia chiquita acerca de cómo, en un mismo tiempo, logré comprender algunas de las cosas más importantes de mi vida. Todo esto tiene que ver con la música, el amor y los amigos, con alcanzar una meta y perder otra y con seguir para adelante. Una historia chiquita , que a lo mejor se parece a la de muchos otros. Así que voy a contarla, solo porque sí, porque tengo ganas de acordarme y de olvidar al mismo tiempo.

ESTABA EN MI CUARTO. Sentado en la cama, tratando de aprender la escala pentatónica de la que mi profesor me había dado unas horas antes. La practiqué una y otra vez, hasta que los dedos me dolieron, pero siempre me trancaba en una parte. Conozco a michos pibes que creen que esto es de lo más fácil, que agarras una guitarra, tocas un poco y listo, te ganas todas la minas y te haces famoso. En ese momento yo estaba descubriendo que nada era tan sencillo, y que si quería tocar, me tenia que gustar de verdad, gustar más que ninguna otra cosa en el mundo. Solo así alguien podría pasarse horas y horas encerrado intentando una y otra vez la misma escala. Cuando los dedos me dolieron demasiado decidí parar. Mi profesor -y mi viejo- siempre me decían que no me preocupara, que en algún momento se me iban a formar callos y que entonces ya no me iban a doler. Pero bueno, ahí estaba, con los dedos rojos y ganas de tirar la guitarra por la ventana cuando escuche la voz de mi vieja:
-¡Sebastián, teléfono!
Era Nicolás, un compañero de clases con el que hablábamos siempre de música, intercambiábamos casetes y soñábamos con armar un grupo.
-Tengo una buena noticia-me dijo.
El tío le iba a prestar plata para comprarse un bajo, uno viejo y usado. La voz de Nico sonaba como si en realidad se fuera a comprar un yate o un auto cero kilómetro.
-¡Podemos tocar!-repetía una y otra vez.
-Sí, claro-yo no estaba tan seguro sabía que necesitábamos un batero y que era difícil encontrar uno de nuestra edad. Los padres, al menos algunos, se bancaban que uno toque la guitarra o el piano y hasta el bajo, pero un baterista es algo demasiado ruidoso. A mí me pasó. Cuando era muy chico, quería ser baterista. Rompí tanto que mis viejos me compraron un redoblante. Pero después era un problema, porque cuando quería tocar, ellos querían ver la tele y el ruido no los dejaba, o venía alguien de visita o se quejaba la vecina. Yo quería pegarle bien fuertes y ellos me decían que lo tapara con una manta para que sonara menos y eso no tenia ninguna gracia. Yo quería que aquella cosa sonara. Así que de a poco fui dejando de tocar, hasta que empecé con la guitarra. Pero siempre me quedé un poco con las ganas y aveces pienso que me gustaría poder sentarme alguna vez detrás de los tambores y armar terrible desbarajuste.

Después de la llamada de Nico, decidimos buscar un batero y aprovechamos los recreos para preguntarle a todo el mundo si sabía de alguno. Era inútil, parecía que una misteriosa peste había echo desaparecer a todos los bateros del universo. Pero un día, en que llovía bastante y me habían mandado a dirección por hacer chistes en clase de historia, algo sucedió. Yo estaba ahí, en el pasillo, esperando que la subdirectora me atendiera y me diera su famoso discurso de que yo era un inadaptado, que iba-por-el-mal-camino y todo eso, cuando vi venir a una chica. A ella también la habían mandado a dirección. La conocía de vista, sabía que se llamaba Eliana y estaba bastante bien, no así para desmayarse, pero bien.
Ella se quedo ahí y me sonrió.
-Vos sos Sebastián, ¿no?
-Sí
-El que toca la guitarra.
-Sí
El asunto es que a ella la habían mandado a la dirección porque se había puesto hacer terrible batucada sobre el banco, justo cuando la profesora de matemática trataba de explicar esas cosas llenas de ecuaciones y equis, y "adivinen cuál es el no-se-qué faltante"; todas esas cosas que nunca pude comprender.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora