Capitulo 3

2K 10 2
                                    

EL PRIMER ENSAYO FUE UN DESASTRE. Estábamos los tres en mi cuarto; Eliana estaba sentada sobre mi cama. Esto parece la letra de una canción, ¿no? "Eliana sentada en mi cama". Podría ser una canción de amor, pero no, era solo porque ella no tenía banquito y le quedaba bien sentarse ahí para pegarle al redoblante. Por lo menos tenía palos. Nicolás, que es grandote, estaba parado, recostado a la pared; había enchufado el bajo a un amplificador casero que tenia, con un parlante que zumbaba todo el tiempo. Yo estaba de pie en el medio del cuarto, tratando de no pisar la ropa, los cuadernos, las revistas que adornaban el piso. Una vez más era el privilegiado: tenía la guitarra y también un cubo, uno de esos amplificadores chiquitos que ya vienen con parlante y todo, que había sido de mi viejo.

Al principio les expliqué un tema que hacía así y después cambiaba y entonces cortaba y se ponía más fuerte. Le dimos un montón de veces y yo gritaba para tratar de cantar encima del barullo. En ese momento, justo cuando mi vieja golpeaba en el piso de mi cuarto con una escoba y se desgañitaba gritando ¡baaaaaaaaajen el volumeeeeeen! descubrimos algo terrible: yo era un perro cantando. Nicolás era igual o peor que yo y además es re difícil tocar el bajo y cantar al mismo tiempo.

-Yo no canto- dijo Eliana y se quedó cruzada de brazos, mirándonos.

Me di cuenta de que nuestra carrera a la fama estaba en peligro y entonces dije algo genial:

-Necesitamos un cantante.
No hace falta decir que estuvieron de acuerdo, así que otra vez a buscar y preguntar. Todos decían lo mismo: ¿Cantar? ¿Estas loco? Hasta que, otra vez en el liceo, me crucé con un pibe que tenía una remera de mi grupo favorito: se llamaba Ricardo y era macanudo; aunque había un par de problema. Primero: nunca en su vida había cantado, salvo en la ducha y creo que eso no se cuenta como antecedente profesional. Segundo: él también desafinaba.

Pensé que de última lo importante no era que el cantante afinara del todo, con tal de que se animara a pararse ahí, solo, detrás de un micrófono. Siempre creí que el del cantante es uno de los trabajos más difíciles. Si el que canta toca un instrumento, se siente protegido por algo, tiene algo en que ocupar las manos. Ni qué hablar si el que canta es baterista, hasta puede esconderse detrás de los platos. pero pararse ahí, solo y cantar no es para cualquiera. Ricardo desafinaba, pero quería aprender. además era muy caradura, era alto, tenía pinta-lo cual es bueno para los cantantes, el pelo súper largo y una cosa importante: no se achicaba por nada.

Así que devuelta a mi cuarto. El lugar ya estaba quedando chico. Para no tener problemas por el volumen, esperamos a que fuera sábado. Mis padres siempre salían a dar una vuelta los sábados de tarde y tenía toda la casa para mí.

Por supuesto que también fue un desastre, pero me pareció algo menos desastre que la vez anterior. Ricardo se esforzaba por gritar para hacerse oír, Eliana le pegaba al redoblante y todos imaginábamos el sonido de los platillos y las otras partes que le faltaban, a la batería, no a Eliana, quien si tenía todas las partes de su sitio y como que me estaba empezando a gustar cada vez más.

Resultado: a las tres horas de ensayo logramos tocar un tema de principio a fin. No se como explicarlo: me sentí bien; más que eso, me sentí feliz. Fue ahí queme di cuenta de que podíamos hacerlo. No era el tema lo que yo escuchaba, sino como podría llegar a salir si tuviéramos micrófono y batería, si el bajo no sonara como una vieja sin dientes soplando con los labios apretados. Linda imagen ¿no? Era lo que escuchaba en mi cabeza lo que importaba. Supongo que a todos les pareció lo mismo, porque cuando terminamos de tocarlo, la primera vez salió entero, sin que nadie pifiara ni nada, nos quedamos callados, mirándonos. Sentía una cosa nueva, una rara alegría y pensaba que de verdad habíamos creado algo. Que en el aire, en un lugar donde antes no había nada, ahora había existido una canción. Me acordaba de algo que mi viejo siempre andaba diciéndome, aunque nunca le había dado pelotas hasta ese momento: que un tema es como una escultura creada en el aire, una escultura de sonidos.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora