Capítulo 18

709 4 0
                                    

Eliana estaba en la casa, rodeada de familiares que le habían regalado decenas de cosas, algunas buenas como un walkman, otras inservibles, como un vestido rosado que no usaría ni muerta. Los del grupo estuvimos un rato con ella y la madre fue de lo más amable, invitándonos con refresco y saladitos. Incluso Eliana, que se había vestido para la ocasión con una cosa muy pero muy corta, medio hippie, que le había regalado la madre, parecía muy contenta. Iba y venía, escuchaba con atención a su tía abuela medio sorda, sonreía con los padrinos y los abuelos y hasta conversó mucho rato con una chica, más o menos de nuestra edad, que parecía vestida para un casamiento. Eliana la trajo hasta donde estábamos sentados y la presentó. Era su prima Leticia, del interior , una flaca bastante linda y sonriente que nos miraba como bichos raros -pero a bichos raros que le gustaban- sobre todo de mí . Es que unos minutos después, cuando se alejaron rumbo a la mesa, ella se dio la vuelta y me miró. Noté que Eliana se daba cuenta y ponía esa cara que tienen los asesinos en las peliculas, así: fría, casi que parece amable y todo, justo antes de la bala en la nuca.

Yo no estaba para ninguna historia. Eliana me gustaba tanto que no miraba a las otras, bueno, no demasiado al menos. Leticia se quedó por ahí, sentada junto a una mesa. Cada tanto que yo miraba en esa dirección, me daba cuenta que ella seguía mirándome. Pensé que a lo mejor Eliana le había contado sobre mi y que eso despertará su curiosidad, aunque después iba a descubrir que ella era algo más que curiosa.

Decidimos irnos al garaje para armar las cosas y hacer una prueba, aunque fuera sin Eliana.

La acústica del luge era terrible. Los acordes de la guitarra rebotaban en la techo de chapa y el bajo se escuchaba como una enorme bola de sonido confuso. La voz de Ricardo un poco más afinada que antes, sonaba como el quejido de un gato. Pero éramos felices. Esa vez nada iba a impedir que tocaremos, que les mostramos a nuestro amigos que éramos capaces de hacer algo.

A la hora, más o menos, comenzaron a caer los invitados, del liceo, del barrio; eran en su mayoría varones y algunas chicas aquí y allá. Pusimos música y arrimamos unos medios tanques con hielo en los que había bebida. Llegaron también otros amigos con guitarras y todos mirábamos el reloj de la pared, esperando que llegara la homenajeada.

A eso de una y media se habrio el portón y apareció Eliana. Se había cambiado y ahora vestía como siempre, vaqueros y un buzo. Detrás suyo, todavía con su vestido aspirante de miss primavera, entró Leticia. Algunos flacos le silbaron y le dijieron cosas (olvidé mencionar que ella estaba bastante desarrollada y el vestido era algo amplio de panorama). Eliana siguió de largo y vino derecho a mí, dejando a Leticia en medio de los lobos.

-¿Estás de vivo?-me largo

No sabía de que estaba hablando, pero me lo imaginé.

-¿Te crees que no me di cuenta? -Insistió.

-Yo...no...¿De que estas hablando?
-¡Ah claro , hacete el que no sabés!

-Es que no sé- dije y vi que Nico se acercaba, frenaba y se alejaba al darse cuenta que estábamos discutiendo.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora