Capítulo 10

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-¿Vos que querés que sea?

-Y... no sé.

-Bueno, cuanto lo sepas me lo decís.

¡La vida es muy complicada! En serio. ¿Que tenía que decir? ¿Cual era la respuesta correcta? Al menos acababa de darme cuenta de que no era la que yo di. ¿Que tenía que decirle? No estaba seguro tampoco de qué quería exactamente, así que la dejé por esa y cuando llegamos a la esquina de su casa, dije chau, me di vuelta y volví.

Eso fue lo que sucedió en relación a ese tema. Al menos hasta ahí porque, claro, las cosas continuaron. Pero basta, lo otro que me preocupaba mucho era lo de la batería. Era miércoles y eso no estaba resuelto. Nico y Ricardo me habían preguntado como me había ido con la madre de Eliana y les había tenido que mentir, diciéndoles que no estaba. Pero ese día cuando terminamos de ensayar, les propuse a todos que fuéramos con Eliana hasta la casa a encarar a la vieja.

-¡Están locos! -Protestó ella -.Los va a sacar a patadas.

-Al menos lo vamos a intentar -insistí y aunque ella no estaba convencida, dijo que bueno, pero que después no nos quejáramos.

Así que fuimos hasta la casa. Esperamos hasta que Eliana abriera y entrará. Casi en seguida volvió a decirnos que su madre no estaba.

-Entonces la esperamos-dije haciéndome el líder.

Nico y Ricardo estuvieron de acuerdo y Eliana decidió hacernos pasar.

-Total, el lío se va a armar igual.

Nos sentamos en el sofá. La casa era chica, pero linda. Quiero decir, no era uno de esos lugares llenos de adornos horribles y muebles recontra antiguos con olor a naftalina. Tenía unos cuadros bastantes locos, tipo surrealista, y artesanías hippies colgadas en algunas partes. Pocas cosas, las justas, nada más. A lo que voy es que el lugar no coincidía con la idea que me había hecho de la madre de Eliana. Para mejor, ella no contó que los cuadros lo había pintado la madre, pero que después de lo de su viejo, ya no había echo otros.

Entonces al rato se me ocurrió la idea. Ya la había tenido antes, pero ahora de pronto me parecía posible.

-¿Dónde está la batería?

Eliana señaló el armario con candado.

Yo les dije que a menos que la madre llevará la llave con ella todo el tiempo -cosa que me parecía poco probable -seguro la tenía en alguno lado.

-¿Estás loco?-Eliana no quería saber nada del asunto, pero la convencí.Solo íbamos a abrir, sacar la batería, llevarla y después ella podría decir que habían entrado ladrones o algo por el estilo.

Se que era una idea bastante estúpida, pero solo faltaban dos días y medio para el festival que, en ese momento, era la cosa más importante del universo para mi.

Así que sin hacer mucho caso a las protestas de Eliana, busque en los cajones por toda la casa, hasta que encontré unas llavecitas que parecían de candado. La segunda llave abrió y nos quedamos con la boca abierta. Era como cuando los expedicionarios descubren la momia del rey Pirucho IV en la pirámide secreta. Ahí estaba con los aros cromados, los parches casi nuevos, con platos, atriles, todo, todo, todo.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora