Capítulo 19

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-¡Me vas a decir que no estubistes mirándola!

-¿A quien?

Otra vez esa mirada asesina. Tenía que responder, rápido.

-¡Ah!¿Vos lo decís por la ridícula de tu prima? ¿Estás loca? ¿La vistes bien?

- Sí, justamente, y creo que vos también.

¿Que le iba a decir que la prima estaba fuerte, pero que no me interesaba que la había mirado como cuando desfilan esas minas en la tele en los programas de verano? Era una situación complicada y me defendí como pude.

-No sabía que eras tan celosa, eso quiere decir que te importo.

-¡Imbécil!- me gritó y se alejó hacia el improvisado escenario, se sentó en la batería, agarró los palos y comenzó a pegarle a los tambores con furia. Sonaba como una locomotora.

En ese momento escuche una voz que decía mi nombre, una voz femenina. Me acorde de esa ley que asegura que todo lo que puede salir mal sale mal.
Antes de darme vuelta ya sabía que era ella.

-¿Cuando vas a tocar?- preguntó Leticia. Tenía ese acento de algunas personas del interior y eso le daba un aire más exótico. Los tambores de guerra sonaron más fuertes. Tenía que escapar, correr por mi vida. Ella no había preguntado cuando "íbamos " a tocar, sino solo a mi y me miraba de esa manera otra vez.

-Creo que ahora - dije y me aleje en dirección de Nico y Ricardo mientras la música del disco se mezclaba con los redoblantes y pasillos de Eliana.

Agarre la guitarra y subí. Subí en un decir, ya que en realidad todo estaba armado en el piso, sobre una lona amarilla. Enchufe en el equipo, subí el volumen. Eliana seguía tocando, hice un acorde y me acerque a ella, me incliné y traté de darle un beso en el cachete pero ella me sacó la cara. Voli a mi lugar, Ricardo ya estaba parado frente al micrófono y Nico afinaba el bajo.

De pronto la música cesó y hubo un raro silencio, Cortito, tenso. Después los amigos empezaron a gritar: ¡Badura, Basura!- tip hinchade de fútbol -y a saltar. Uno de ellos, Diego, que era bastante delirado y payaso, le sacó el micrófono a Ricardo.

-¡Señoras y Señoreeeees!- gritó a todo pulmón -¡En vivo y en directo desde su último camión recolector, con usteeeedes ¡La Misma... Basuuuuuuura!

Diego pegó un salto y salió corriendo hacia la gente y empujó a varios que casi se caen.

-¡Marcá- le dije a Eliana. Ella me miró enojada

-¡Marcá!-insistí.

Un-dos-tres-cuatro. Ella marcó y largamos. Todo el mundo empezó a saltar y a empujarse y a chillar. No puedo explicar cómo me sentí, era algo muy diferente a cuando ensayábamos, sentí que los nervios me empujaron, pero a medida que el tema avanzada y no sentía nada extraño, iba entrando en confianza y algo muy parecido a la felicidad me recorría el cuerpo. Estábamos tocando. ¡Estábamos tocando de verdad!.

Mire a Nico que se movía de un lado a otro con el bajo y daba pequeños saltos, a Ricardo que se agarraba del micrófono como si fuera lo único en el mundo, a Eliana, pérdida entre los platos y los tambores, sus palos subiendo y bajando, cayendo sobre los parches, lanzando explosiones cortas, ¡pam, pam, pam! Rodeandonos, los amigos seguían saltando, gritando, incluso Leticia que parecía uno de esos perros a los que sueltan muy de vez en cuando y andaban corriendo por todos lados como locos.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora