Capitulo 8

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A esa altura, no sabía si se refería a la idea del festival, la idea de rescatar la batería o el beso. Si fuera uno de esos escritos con opción múltiple, que son fenómenos porque es más fácil copiar cuando uno no sabe qué poner, marcaría la última respuesta.

Pero minutos después, cuando caminaba hacia mi casa, solo, y mi corazón latía como el bombo de un metalero, sentí algo, un pequeño mareo. Supuse que eso se sentía cuando uno se enamora de alguien, pero mi vieja me dijo que estaba atascado de asma y me hizo usar el aparatito.

Después fui a mi cuarto y me tire en la cama. Sí, la misma en la que ella se sentaba a tocar el redoblante. Tenía varios programas por resolver: uno era porque las faltas por la huelga; capas que las podía justificar con lo de mi asma, aunque eso no estaría bien porque si uno hace algo lo tiene que hacer y chau. Otro asunto era que teníamos que ensayar más veces y no poníamos esperar al sábado. ¿Dormirán la siesta todos loa días los vecinos? ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer?

Tercer asunto: ¿Cómo iba a hacer para convencer a la madre de Eliana que le prestará la batería para tocar en un festival en apoyo en una huelga?

Cuarto asunto: bien, le gustó, a mi también. ¿Eso que significaba? ¿Qué tenía que hacer cuando la viera? ¿Tenía que besarla otra vez? Más importante: ¿todo esto significaba que habíamos iniciado una especie de relación, así, onda noviazgo?

Eran demasiadas preguntas para un joven inexperto. Entonces hice lo único que podía hacer en esas circunstancias: puse música fuerte y traté dormir un rato. A lo mejor los vecinos tenían razón y dormir la siesta era la respuesta para todo. Aunque cuando estaba casi dormido se me ocurrió algo terrible: ¿Y si entrábamos en lo de Eliana y robábamos la batería? No de verdad, por supuesto, pero algo que pareciera de verdad. Después me dormí y tuve un sueño bárbaro; Soñé con ella, pero ni bajo tortura contaría los detalles.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora