Capítulo 15

814 6 0
                                    

-Nosotros le dijimos que se ocupra,pero no lo hizo -Gritaba.

Me quedé parado a dos metros. Aquello parecía ser un asunto de tipos más grandes, pero el del gremio me vio y se acordó de mí.
-¡Vení, vení ¿Vos eras el de la Basura, no?

Asentí y me acerque despacio, con las manos en los bolsillos, un poco encorvado.

-¡Está todo mal, loco, todo mal!-repetía el punkie flaquito.

-¡Nosotros les dijimos que eso tenían que conseguirlo ustedes!- insistía el del gremio y yo no tenía ni idea de que estaban hablando.

La cuestión era que alguien, no se quien, había sido encargado de alquilar la consola, unas cajas y micrófonos. Ese alguien se había olvidado de hacerlo. Ese alguien iba a sufrir algunas lastimaduras si llegaba a aparecer.

-Podemos poner la guita de los peajes -dijo el metalero -. O hacer una colecta e ir a buscar las cosas.

Hubo acuerdo, el del gremio se fue y volvió unos minutos después con la plata que había que dejar de seña.

-¿Alguien puede conseguir una auto?

Todos nos miramos. Ninguno podía. El punkie dijo que no importaba, que alquilarían lo que pudieran cargar en un taxi, así que el del gremio le dio la plata para eso también. Se ve que lo conocía y le tenía confianza. Despacho el metalero y el punkie se fueron juntos y yo volví a mi lugar con los demás.

-Hay problemas con los equipos -les expliqué.

Ahí le agarre una mano a Eliana. Nico y Ricardo sonrieron, pero no dijieron nada, supongo que ya se imaginaban.

Pero claro, era sábado de tarde, y cada vez había más pibes. Ahora toda la calle frente al liceo estaba ocupada, al punto de que algunos se habían puesto a desviar los autos. Las botellas seguían pasando de mano en mano y ahí cerca se escuchaba una discusión que iba subiendo de tono.

No se quien fue: si el director, que estaba dentro del local y cada tanto se asomaba a la puerta - como un general de una vieja película de cowboys que esperaba un ataque apache -, algún vecino que pensó que se iba a arreglar o algún automovilista indignado porque habían tenido que doblar. Pero alguien llamó a la cana.

Como media hora después de la partida de la expedición de los equipos, un patrullero apareció en la esquina.

-¡Tranquilos, tranquilos! -Gritaban los del gremio, mientras algunos pibes se alejaban por las dudas y otros se acercaban por la misma razón.

Vi que los del gremio conversaban con uno de los policías que se había bajado y nos miraba como un astronauta que descubre vida en Ganímedes. Quince minutos después la conversación se había convertido en discusión. Eso parecía, porque el otro policía se había bajado y un montón de pibes se amontonaban alrededor. Algunos empezaban a saltar y cantar cosas poco amables contra los canas.

-Mejor corramos las cosas unos metros -sugerí.

La misma Basura y amigos se alejó unos cuantos metros del lugar de aquella negociación entre los carapalidas y los indios. Casa vez había más gente amontonada, los cánticos se extendían a lo largo de la calle. De pronto hubo gritos y empujones. Algunos corrieron, otros pidieron calma, volaron botellas.

Pequeña ala de Roy BerocayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora