❄Miedo a no lograrlo❄
Antes del caos...
~Ereny~
Llego a casa como todos los días después de regresar de casa de la señora Méndez, quisiera tener las ganas de vivir de ella cuando llegue a su edad, pero no puedo, la vida a veces me parece un poco tediosa y monocromática.
Todos los días es lo mismo, la rutina me envuelve y parece que nunca hay nada nuevo que ofrecer. La palabra exceso no la puedo permitir desde hace mucho en mi vocabulario y aunque al principio me frustraba he aprendido a sobrellevarlo.
Entro en la cocina después de dejar mi mochila colgada, papá está preparando su clásica ensalada de manzana, me sirve un poco y nos quedamos en la tranquilidad del silencio unos minutos. Decido cuestionarlo ya que, su expresión es preocupante.
Pongo mi mano sobre la suya y le doy un suave apretón― ¿Pá? ― pregunto con cautela.
El asiente―No es nada solo estaba divagando―se levanta de su asiento con su plato terminado y recoge el mío.
Con eso se da por concluida la charla, y se dispone a lavar los platos, tararea la que reconozco como la canción de bodas de él y mi madre, entonces comprendo que es momento de dejarlo a solas y subir a mi habitación.
Escojo uno de los discos de vinilo que eran de mi madre, siguen siendo de ella, los cuido para cuando decida regresar o la encuentre primero, coloco el disco en el tocadiscos, convenientemente comienza a sonar Love me tender de Elvis Presley.
Camino al rincón abajo de mi librero y me recargo en la pared hasta que toco el suelo de madera frío, abrazo mis rodillas y miro por la ventana, el sol se está ocultando, revelando el crepúsculo con sus colores rojos y violáceos, tarareo la canción mientras mi vista se torna borrosa y sonrío amargamente.
Por alguna razón, pienso en la única persona que me hace sentir normal, la chica rebelde que me reta y me grita, la que parece disfrutar pelear conmigo.
Ella es ese tipo de chica que desde el primer momento sabes que no es para un rato, pero que tampoco sabes si es de las que le guste estar en el mismo sitio toda la vida. Es ese tipo de chica que no explicas porqué te atrae, es sarcástica y siempre está a la defensiva. Me hace sentir normal, porque no me trata con reverencias, me insulta cuando soy tonto y me empuja si la saco de sus casillas.
El cielo comienza a nublarse y recuerdo la primera vez que la vi. Era odiosa, en verdad, odiosa, peleaba con todos, su cabello era irreverente como ahora, y siempre estaba cerca de puros niños. Me acerqué a ella porque estaba peleando con otra chica y creí que ella era quién había comenzado la pelea, intenté alejarla y lo único que conseguí fue un puñetazo en la nariz y terminar en un charco de lodo.
La melodía cambia y la vie en rose de Edith Piaf suena débilmente en la bocina, la voz de mi madre viene a mi mente y me la canta, siento mis ojos llorosos pero no sale nada de ellos.
Bostezo y la vista se me cristaliza.
(...)
Blanco, todo aquí lo es, las luces son cálidas, en el fondo un hombre toca una dulce melodía en el piano, me veo de pies a cabeza y luzco bien, a decir verdad, con un traje igualmente blanco.
Un olor a lirios se hace presente y me voy relajando, tomo asiento en el piso y miro al techo, que está hecho de ramas entretejidas, y que desde mi posición puedo ver la lluvia de estrellas que se hace presente, todo aquí es tan bonito, como si este fuera el paraíso.
"El paraíso es como cada quién quiere que sea" ― escucho una voz gruesa pero reconfortante.
Hay algo curioso de todo esto y es que sólo está el hombre que toca el piano y yo, pero no me inquieta el haber escuchado la voz de un tercero.
ESTÁS LEYENDO
Miedos
Teen FictionA ella le faltaba amor, él tenía mucho para dar, lo que faltaba era tiempo.