CAPÍTULO 5

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Sólo caer

Corría a toda prisa con los tacones en la mano, mi vestido desgarrado por mis arranques, el chico cuyo nombre seguía sin saber corría detrás de mí cuidándome. Mi mente realmente no pensaba sólo quería encontrar una única, simple y tranquilizadora respuesta en aquel gran lugar con olor a desinfectante; sólo deseaba que existiera orden, y su pequeño mundo (o más bien, lo que quedaba de él) no terminara de derrumbarse.

La noche había marchado tranquilamente dentro de lo que se podía esperar de mí bailando con un chico que apenas conocía, las canciones que le habían seguido a la canción con la que habíamos iniciado la velada, habían sido del mismo estilo, romántico y lento, a pesar de todo, ni a él ni a mí nos molestó; debía admitir que, aunque no fuera un experto, sabía halagar a una mujer al momento de bailar.

Mis ojos pesaban por la hora que era, según mis cálculos (ya que mi hora de ir a la cama siempre era antes de media noche) probablemente eran alrededor de las 2:30 am, pero me sentía tan cómoda en ese abrazo, como que sin saber, la otra persona estuviera reuniendo de a poco todas mis piezas.

―Vamos pequeña, déjame llevarte a descansar a la habitación un rato.

Asentí con mi mejilla apoyada en la mano que sostenía su saco, me tomó por debajo de las rodillas y me cargó delicadamente, como todo un caballero, procurando no tocar nada más que la piel que rozaba al sostenerme.

I can't falling in love with you de Elvis Presley sonaba mientras me llevaba escaleras arriba, adormeciéndome más, haciendo que entrase en un estado de relajación que pocas veces he experimentado.

Aún conmigo en sus brazos, abrió la puerta y la cerró tras de sí sin hacer tanto ruido, me depositó en las suaves sábanas de algodón y me arropó con las cobijas, el aroma a suavizante que desprendían me hizo sonreír. Escuché como se incorporaba y se dirigía hacia la puerta con claras intenciones de retirarse, lo que por alguna razón hizo que me sintiera vacía.

―No te vayas, descansa aquí a mi lado―dije en apenas un susurro quedo.

Abrí un ojo para asegurarme de que tomara en cuenta mi petición, lo ví un tanto dudoso y triste, lo que hizo que mi corazón cayera un poco, hasta que con su rostro un poco mortificado se recostó a mi lado, manteniendo una distancia prudente. La acorté rodeando su cintura con mi cuerpo, y volví a sonreír ahora con mi mejilla sobre su cuerpo.

Intentó apartar mi tacto suavemente.

―Será mejor que mantengamos un poco de distancia, querida―su voz se escuchó lastimada, pero creí que era porque intentaba contenerse, de todos modos, no sucedería nada que no tuviese la autorización de ambos.

Ignoré un poco su petición y me pegué más a él, lo escuché suspirar.

El sueño comenzó a llegar casi de golpe, y sentí unos brazos rodearme por encima de las cobijas.

―No quiero que suceda nada malo, pero desearía poder tener un poco más de contacto―aquel chico con su voz casi en un susurró habló, creyendo que no lo había escuchado.

Creo que nunca sabría de donde salió aquella confianza no tan característica en mí, pero tampoco me cuestioné mucho cuando acerqué mi rostro y dí un beso casi fugaz sobre sus labios,

Un quejido salió de ellos, y me lo devolvió con más ahínco, era un poco brusco, pero a la vez dulce con un toque salado, por las lágrimas que salían silenciosas de sus ojos y rodaban por sus mejillas, quise deshacerme de su saco, aunque no me dejó lograr mi cometido.

―Por favor―dije suplicante, separándome un poco de él, sabía que no era una buena idea estar haciendo lo que hacía, y menos con alguien que no conocía, pero lo más importante para mí en esos momentos, era olvidarme de todo a mi alrededor de una forma u otra, aunque no fuese de la forma idónea.

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